The Justice Department acknowledged Tuesday that it was Homeland Security Secretary Kristi Noem who decided to proceed with the deportation of 100 Venezuelan men to a notorious prison in El Salvador despite a judge’s order to keep them in U.S. custody.
The disclosure came in response to demands by U.S. District Judge James Boasberg that the administration identify the officials involved in authorizing an unprecedented deportation operation in March that sent the men to a prison known for abusive treatment.
Boasberg recently resumed his bid to conduct contempt proceedings over the episode, after an appeals court released a months-long hold on the process.
Noem’s call ensured that the deportees — rounded up and expelled with virtual no due process after President Donald Trump invoked war powers to designate them as members of a transnational gang — would remain imprisoned in El Salvador under harsh conditions for months, until the U.S. helped broker a prisoner swap that resulted in all of the men being returned to Venezuela.
The assertion that it was Noem who made the decision, despite a frantic effort by lawyers for the men — backed by Boasberg — to halt the transfer, adds a wrinkle to the murky timeline surrounding the deportation effort.
The Justice Department described the decision in response to efforts by Boasberg to determine why the government disregarded his March 15 order to prevent the abrupt deportations. The judge, appointed by former President Barack Obama, has already concluded that administration officials likely engaged in criminal contempt of court in their handling of the episode.
DOJ officials say Noem’s decision was informed by legal advice from the top levels of the Justice Department, including Deputy Attorney General Todd Blanche and then-Principal Associate Deputy Attorney General Emil Bove, and the Department of Homeland Security. That advice relied on an unusual claim that Boasberg’s oral order to turn around the deportation flights had no force. And his subsequent written order, they argued, was similarly ineffective because the flights had already left U.S. airspace.
“After receiving that legal advice, Secretary Noem directed that the AEA detainees who had been removed from the United States before the Court’s order could be transferred to the custody of El Salvador,” Justice Department attorney Tiberius Davis wrote in the new filing. “That decision was lawful and was consistent with a reasonable interpretation of the Court’s order.”
The Justice Department filing is silent about whether Trump or any White House officials were involved in the decision to continue with the deportations in the face of the judge’s order.
Davis argued that no contempt proceedings are warranted and that Boasberg should not hold a hearing where he would hear live testimony from administration officials.
“The government’s filing today raises more questions than it answers,” said Lee Gelernt of the American Civil Liberties Union, an attorney for the deportees. “It certainly doesn’t explain why Trump appointees discarded the view of senior career DOJ lawyers who plainly understood that the men weren’t supposed to be handed over to El Salvador under Judgr Boasberg’s order.”
In a filing earlier Tuesday, lawyers for the deportees urged Boasberg to demand testimony from nine current and former officials, including Bove, who is now a federal appeals court judge, and Erez Reuveni, who was fired in April and has accused Bove of telling other DOJ lawyers in vulgar terms that they needed to defy any court order blocking the deportation. Bove has denied the allegation.
The Supreme Court ultimately ruled 6-3 that Boasberg lacked jurisdiction to oversee the case the men brought on an emergency basis in March, although the justices later blocked further deportations under the Alien Enemies Act.
Boasberg has concluded legal precedent permits him to carry on with the contempt proceedings even if the underlying order was later deemed to be flawed.
“I certainly intend to find out what happened that day,” Boasberg said, “and the government can assist me to whatever degree it wishes.”
Lawyers for the deported men are urging Boasberg to demand sworn statements from senior administration officials involved in the March 15 operation and the decision to deplane the men despite Boasberg’s command.
Fue Kristi Noem quien decidió entregar a los deportados a El Salvador, asegura el Departamento de Justicia
El Departamento de Justicia reconoció el martes que fue la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, quien decidió proceder con la deportación de 100 hombres venezolanos a una infame prisión en El Salvador, a pesar de la orden de un juez de mantenerlos bajo custodia estadounidense.
La información trascendió en respuesta a la exigencia del juez federal de distrito James Boasberg de que la administración identificara a los funcionarios involucrados en la autorización de un operativo de deportación sin precedentes en marzo, el cual envió a los hombres a una prisión conocida por sus tratos abusivos.
Recientemente, Boasberg retomó su iniciativa de iniciar un proceso por desacato en relación con el episodio, luego de que un tribunal de apelaciones levantara una suspensión del proceso que había durado meses.
La decisión de Noem aseguró que los deportados —detenidos y expulsados prácticamente sin el debido proceso después de que el presidente Donald Trump invocara poderes de guerra para designarlos como miembros de una pandilla transnacional— permanecieran encarcelados en El Salvador bajo condiciones severas durante meses, hasta que Estados Unidos ayudó a negociar un intercambio de prisioneros que resultó en el retorno de todos los hombres a Venezuela.
La confirmación de que fue Noem quien tomó la decisión, pese al esfuerzo desesperado de los abogados de los hombres —respaldados por Boasberg— para detener el traslado, complica aún más la confusa cronología del operativo de deportación.
El Departamento de Justicia detalló la decisión en respuesta a los esfuerzos de Boasberg por determinar por qué el gobierno hizo caso omiso a su orden del 15 de marzo de impedir las deportaciones abruptas. El juez, nombrado por el expresidente Barack Obama, ya ha concluido que los funcionarios de la administración probablemente incurrieron en desacato penal al tribunal por su manejo del episodio.
Funcionarios del Departamento de Justicia afirman que la decisión de Noem se basó en el asesoramiento jurídico de los más altos niveles del Departamento, incluidos el fiscal general adjunto Todd Blanche y el entonces fiscal general adjunto principal Emil Bove, así como del Departamento de Seguridad Nacional (DHS). Ese asesoramiento se amparaba en el inusual argumento de que la orden verbal de Boasberg de hacer regresar los vuelos de deportación carecía de validez. Argumentaron, además, que su orden escrita posterior era igualmente ineficaz porque los vuelos ya habían abandonado el espacio aéreo estadounidense.
“Tras recibir dicho asesoramiento jurídico, la secretaria Noem ordenó que los detenidos bajo la Ley de Enemigos Extranjeros (AEA) que habían sido expulsados de Estados Unidos antes de la orden del tribunal podían ser transferidos a la custodia de El Salvador”, escribió el abogado del Departamento de Justicia, Tiberius Davis, en el nuevo escrito judicial. “Esa decisión fue legal y coherente con una interpretación razonable de la orden del tribunal”.
El escrito del Departamento de Justicia guarda silencio sobre si Trump o algún funcionario de la Casa Blanca estuvo involucrado en la decisión de continuar con las deportaciones frente a la orden del juez.
Davis argumentó que no procede iniciar un proceso por desacato y que Boasberg no debería celebrar una audiencia en la que escucharía testimonios presenciales de funcionarios de la administración.
“El escrito presentado hoy por el gobierno plantea más preguntas que respuestas”, declaró Lee Gelernt de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), abogado de los deportados. “Ciertamente no explica por qué los funcionarios designados por Trump descartaron la opinión de abogados de carrera de alto nivel del Departamento de Justicia, quienes entendían claramente que los hombres no debían ser entregados a El Salvador bajo la orden del juez Boasberg”.
En un escrito presentado más temprano el martes, los abogados de los deportados instaron a Boasberg a exigir el testimonio de nueve funcionarios actuales y anteriores, incluidos Bove, quien ahora es juez de un tribunal federal de apelaciones, y Erez Reuveni, despedido en abril y quien acusó a Bove de decir a otros abogados del Departamento de Justicia, en términos vulgares, que debían desafiar cualquier orden judicial que bloqueara la deportación. Bove ha negado la acusación.
La Corte Suprema dictaminó finalmente, por 6 votos contra 3, que Boasberg carecía de competencia para supervisar el caso que los hombres presentaron con carácter de urgencia en marzo, aunque los magistrados bloquearon posteriormente nuevas deportaciones bajo la Ley de Enemigos Extranjeros.
Boasberg ha concluido que la jurisprudencia le permite continuar con el proceso por desacato, incluso si la orden original fue considerada posteriormente improcedente.
“Tengo toda la intención de averiguar qué ocurrió ese día”, afirmó Boasberg, “y el gobierno puede ayudarme en la medida que desee”.
Los abogados de los deportados están instando a Boasberg a exigir declaraciones juradas de altos funcionarios de la administración involucrados en el operativo del 15 de marzo y en la decisión de desembarcar a los hombres a pesar del mandato de Boasberg.
