The Asociación Latinoamericana de Medicina Social (Latin American Association of Social Medicine, ALAMES) asserts that the telemedicine model utilizing the “Doctor SV” application, recently launched by the government, is an exclusionary framework that shifts obligations and costs onto users—particularly those living in vulnerability and poverty.
In a press statement shared via social media, the association maintains that the application “erects insurmountable barriers” for the majority. It cites technological hurdles, such as the need for a smartphone and reliable internet access, along with the digital literacy required to navigate the system—factors that effectively exclude older adults, rural communities, and individuals mired in poverty.
Regarding economic barriers, ALAMES brands it “insulting” to demand that families in poverty procure a thermometer, blood pressure monitor, and pulse oximeter for remote consultations.
“The State provides nothing; it merely offloads its duty and the associated costs onto the family. This model fails to universalize health care; it transforms it into a class privilege, favoring urban youth with means while forsaking those who rely most heavily on the public system,” the association declares.
It recalls that the health reform launched in 2009 established 578 Equipos Comunitarios de Salud Familiar (Community Family Health Teams, ECOS-F), engineered for primary care, preventive measures, and community engagement. Yet the current administration has not enhanced this structure; instead, it has pursued “a methodical dismantling, with repercussions already quantifiable in lives lost.”
The association further notes a regression in critical national indicators, including vaccination rates, amid outbreaks of dengue, malaria, typhoid fever, measles, mumps, rotavirus diarrhea, and pneumonia.
“This regression is no accident. It stems from a deliberate strategy to erode the public system and manufacture a legitimacy crisis, thereby rationalizing the new model: one that is privatizing, overly medicalized, and divorced from health as a fundamental right,” ALAMES emphasizes.
Moreover, it cautions that telemedicine does not equate to “free” care, as the State—drawing on public funds—will compensate private pharmacies, laboratories, and imaging centers for services and medications referred to them. This approach would incur steeper costs than if the State procured the medications directly.
Another alarming facet involves the storage of not only users’ personal and device data but also comprehensive records encompassing individuals’ physical and mental health, linked to their identification via the Documento Único de Identidad (DUI).
Con la telemedicina el gobierno “traslada su obligación y el costo a la familia”, dice asociación
La Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES) asegura que el modelo de telemedicina con la aplicación “Doctor SV”, lanzada recientemente por el gobierno, es un modelo excluyente y que traslada las obligaciones y costos hacia los usuarios, en particular a quienes están en condiciones de vulnerabilidad y pobreza.
En un comunicado de prensa compartido en redes sociales asegura que la aplicación “erige barreras infranqueables” para la mayoría, por ejemplo, la barrera tecnológica, ya que se quiere contar un teléfono inteligente e internet estable para acceder a la aplicación; además de las habilidades para usarla, lo que excluiría a adultos mayores, poblaciones rurales y en condición de pobreza.
En cuando a la barrera económica califica de “insultante” pedirle a una familia en situación de pobreza que posea un termómetro, tensiómetro y medidor de saturación de O2 para la teleconsulta.
“El Estado no provee, traslada su obligación y el costo a la familia. Este modelo no universaliza la salud; la convierte en un privilegio de clase, empezando por jóvenes urbanos con recursos, mientras abandona a quienes más necesitan el sistema público”, señala la Asociación.
Recordó que con la reforma de salud iniciada en 2009 se establecieron 578 Equipos Comunitarios de Salud Familiar (ECOS-F) diseñados para la atención primaria, la prevención y la participación comunitaria; pero que el actual gobierno no hizo una mejora, “sino un metódico desmantelamiento cuyas consecuencias ya son medibles en vidas perdidas”.
Añade que existe en el país un retroceso en indicadores claves, como en la vacunación, por brotes de dengue, malaria, tifoidea, sarampión, parotiditis, diarrea por rotavirus y neumonías.
“Este retroceso no es accidental. Es el resultado de una estrategia calculada para debilitar el sistema público y crear una crisis de legitimidad para justificar el nuevo modelo: privatizador, medicalizado y ajeno a la salud como derecho”, enfatiza ALAMES.
Además, advierte que la telemedicina no significa salud “gratis”, pues el Estado, con fondos públicos, pagará los servicios y medicamentos a las farmacias privadas, laboratorios y centros de imágenes privados a donde refiera a los usuarios atendidos; lo que significaría costos más altos que si se comprara por el Estado el medicamento.
Otro aspecto preocupante es el almacenamiento de la información no solo personal y del dispositivo de los usuarios, sino también un expediente con la salud física y mental de las personas junto con su identificación por DUI.
