The citizen movement Todos Somos El Espino, which unites more than 26,000 people nationwide committed to environmental defense, held a forum in San Salvador on Saturday, November 22, to examine the ecological value of Finca El Espino and the potential impacts arising from planned interventions in that territory.
The event, titled “How Much Do We Really Know About El Espino?”, brought together three specialists who outlined the area’s function as a water reserve, its biodiversity, and its influence on the physical and mental health of the population.
In his presentation, biologist Rafael Vela, who leads the forests and biodiversity program at the Salvadoran Center for Appropriate Technology (CESTA), recalled that a 1999 study by the Ministry of Agriculture and Livestock identified Finca El Espino as one of the most strategic aquifer recharge zones in Greater San Salvador, with an estimated 32 million cubic meters of annual water infiltration.
The expert noted that this function has been compromised by urban expansion and the reduction of permeable areas. He also pointed out that the territory maintains an irregular status regarding land use and designation, encompassing sectors occupied by state institutions, cooperatives, and areas yet to be classified under a conservation category.
Vela further explained that the absence of a comprehensive environmental land-use plan hinders effective ecosystem protection, particularly in the face of infrastructure projects that could jeopardize water filtration and local biodiversity. He highlighted that no official delimitation exists to classify the area as a natural reserve or an exclusive recharge zone.
Impacts of Ecological Stress
Psychologist Jacqueline Henríquez explored the link between natural surroundings and public well-being, underscoring that the loss of green spaces intensifies what is known as “ecological stress.”
She explained that this phenomenon undermines citizens’ mental health due to the scarcity of open spaces essential for alleviating tension, enhancing air quality, and fostering a connection with nature. She also mentioned that the decline in wooded areas and prolonged exposure to dense urban environments correlate with elevated stress levels and diminished quality of life.
Biologist Rubén Sorto, a member of an ecological organization based at Lake Coatepeque, stressed that El Espino serves as a biodiversity corridor and a refuge for wildlife amid urban development.
He indicated that any substantial modification could disrupt ecological connectivity, wildlife populations, and vital processes such as pollination and microclimate regulation. He added that altering these elements would affect water availability, seed preservation, and air quality.
The forum unfolded amid widespread citizen concern following legislative approval to transfer more than 55,700 square meters of Finca El Espino to the International Center for Fairs and Conventions (CIFCO), with the aim of constructing a new headquarters under a cooperation agreement with China.
The decision has drawn criticism from environmental organizations, which decry the lack of public environmental impact studies and the absence of consultations with technical institutions.
The event’s organizers reaffirmed the imperative for authorities to establish a land-use plan that prioritizes conservation, as well as the need for independent scientific assessments to guide any projects in the area. According to the specialists, safeguarding El Espino is essential to ensure water availability, local climate stability, and public access to natural spaces in the metropolitan area.
Advierte riesgos ambientales y de salud por intervenciones en la finca El Espino
El movimiento ciudadano Todos Somos El Espino, que aglutina a más de 26,000 personas a nivel nacional orientadas a la defensa ambiental, desarrolló este sábado 22 de noviembre un conversatorio en San Salvador para analizar el valor ecológico de la finca El Espino y los posibles impactos derivados de las intervenciones proyectadas en ese territorio.
El encuentro fue titulado “¿Cuánto sabemos realmente sobre El Espino?” y reunió a tres especialistas que expusieron el rol del área como reserva hídrica, su biodiversidad y la incidencia que tiene en la salud física y mental de la población.
Durante su intervención el biólogo Rafael Vela, responsable del programa de bosques y biodiversidad del CESTA, recordó que un estudio del Ministerio de Agricultura y Ganadería realizado en 1999 identificó la finca El Espino como una de las zonas de recarga acuífera más estratégicas del Gran San Salvador, con una estimación de 32 millones de metros cúbicos de infiltración de agua al año.
El especialista señaló que esta función ha sido afectada por el crecimiento urbanístico y la reducción de áreas permeables. También indicó que el territorio mantiene una situación irregular en cuanto a uso y designación, al incluir sectores ocupados por instituciones estatales, cooperativas y áreas aún no definidas bajo una categoría de conservación.
Vela expuso además que la ausencia de un plan integral de ordenamiento ambiental dificulta la protección efectiva del ecosistema, especialmente ante proyectos de infraestructura que podrían comprometer la filtración de agua y la biodiversidad local. Señaló que no existe una delimitación oficial que clasifique el área como reserva natural o zona exclusiva de recarga.
Afectaciones por estrés ecológico
La psicóloga Jacqueline Henríquez abordó la relación entre el entorno natural y el bienestar de la población, destacando que la pérdida de áreas verdes incrementa el llamado “estrés ecológico”.
Explicó que este fenómeno afecta la salud mental de la ciudadanía, debido a la escasez de espacios abiertos necesarios para reducir la tensión, mejorar la calidad del aire y fomentar la conexión con la naturaleza. Mencionó además que la disminución de zonas arboladas y la exposición prolongada a ambientes urbanos densos están asociadas a un aumento en los niveles de estrés y a una menor calidad de vida.
El biólogo Rubén Sorto, miembro de una organización ecológica con sede en el lago de Coatepeque, enfatizó que El Espino funciona como un corredor de biodiversidad y un refugio para especies silvestres en medio del desarrollo urbano.
Señaló que cualquier modificación significativa podría afectar la conectividad ecológica, a la fauna y a procesos esenciales como la polinización y el mantenimiento de los microclimas. Añadió que la alteración de estos elementos impactaría en la disponibilidad de agua, en la preservación de semillas y en la calidad del aire.
El conversatorio se desarrolló en un contexto de preocupación ciudadana tras la autorización legislativa para transferir más de 55,700 metros cuadrados de la finca El Espino al Centro Internacional de Ferias y Convenciones (CIFCO), con el objetivo de construir una nueva sede bajo un convenio de cooperación con China.
La decisión fue cuestionada por organizaciones ambientalistas que señalan la ausencia de estudios públicos de impacto ambiental y la falta de consulta con instituciones técnicas.
Los organizadores del evento reiteraron la importancia de que las autoridades definan un plan de uso de suelo que priorice la conservación, así como la necesidad de realizar evaluaciones científicas independientes que orienten cualquier proyecto en la zona. Según los especialistas, la protección de El Espino es clave para garantizar la disponibilidad de agua, la estabilidad climática local y el acceso ciudadano a espacios naturales en el área metropolitana.
