The Safe Country Hungers — El país seguro tiene hambre

Oct 25, 2025

Meanwhile, Bukele lavishes all manner of bureaucratic conveniences and tax exemptions on big capital in a desperate bid to lure it. But foreign direct investment not only holds back but flees the country. The arbitrariness of the “rules of the game” and the absence of legal certainty drive it away. — Mientras tanto, Bukele se prodiga con el gran capital, al cual ofrece toda clase de facilidades burocráticas y de exenciones fiscales, en un intento desesperado por atraerlo. Pero la inversión extranjera directa no solo se resiste, sino que tiene a salir del país. La arbitrariedad de “las reglas del juego” y la inexistencia de seguridad jurídica lo espantan.

Next year’s budget leaves no doubt about Bukele’s priorities. Instead of reining in spending, as prudence would counsel, it increases it across nearly every state agency. The ministries of defense, agriculture, and tourism, and Casa Presidencial (Presidential House) receive the largest appropriations. In 2026, the army will have the largest budget in its history: double that of 2019, when Bukele came to power. It wagers on professionalizing soldiers rather than teachers, who are vital to the country’s development.

Casa Presidencial is another agency that stockpiles funds as it increasingly centralizes government functions. Another priority is Chivo Pets, whose budget exceeds that of fourteen public hospitals. These allocations are not final, as they are routinely bolstered throughout the year. The budget serves as a mere statement of intent, in no way constraining actual expenditure.

The recklessness is bewildering, because the fiscal position is precarious. Revenues fall short of covering expenses. Indicators foretell a severe fiscal crisis. Therefore, the budget will require external and domestic financing—that is, more debt. Nearly a quarter of the 2026 budget will go to debt service, and the debt, for its part, will not shrink, since only interest will be paid. It is no surprise, then, that the country’s credit rating lags behind the rest of the region.

Meanwhile, Bukele lavishes all manner of bureaucratic conveniences and tax exemptions on big capital in a desperate bid to lure it. But foreign direct investment not only holds back but flees the country. The arbitrariness of the “rules of the game” and the absence of legal certainty drive it away.

Several international organizations point to the stagnation of the Salvadoran economy, one of the least productive in Latin America. Output per hour worked is half the overall average. For every dollar generated by the Latin American average, El Salvador produces 49 cents. It is not sloth or indolence. On the contrary, the population works hard but produces little. In part because education and training are poor. In part because innovation, technology, and efficient machinery are scarce. In part because businesses are poorly organized. And, in part, because infrastructure is insufficient, transport is limited, and energy sources are unreliable.

These structural constraints thwart dynamic, robust, and sustained economic growth. El Salvador ranks second to last in the region, ahead of only Belize. This trend is not expected to reverse in the short term. Before attributing the economy’s poor performance to his predecessors, Bukele should note that he has wielded absolute power for over six years—ample time to begin turning the tide. Instead, he has exacerbated it.

Anemic economic growth has exacerbated poverty. It is certainly not new, but it has increased since 2019, especially extreme poverty, whose ranks have swelled by more than 241,000 people. Extreme poverty means destitution, misery, and hunger. One million Salvadorans experienced acute food insecurity—that is, went hungry—between 2022 and 2024. The most severe cases went several days without eating. Another three million lacked assured access to food, which affected the quality of their diet and their eating habits. Today, one in ten Salvadorans does not eat three meals a day.

Contrary to the regime’s proclamations, the country cannot be living “a new reality” with such levels of poverty and hunger. Nor will it be able to do so in the short term, because there is no indication of any effort to reverse them. Nor does it respect “the human rights of honest, hardworking people,” for it keeps them famished and deprived of quality basic services.

The country he is building widens the gulf between the haves and have-nots, between the sated and the starving. It has favored the rise of the newly rich, who join the existing ones, whose fortunes are compounding at an astonishing rate, while it shoves the rest of the “honest, hardworking people” toward the poverty line.

The architects of the “new country” do not build what they preach. They are more interested in humanely curbing the proliferation of stray dogs and cats than in guaranteeing people’s food security. Hunger is cruel, denies human dignity, forces people to abandon their homes to eke out a living abroad or through crime, and entrenches the most savage neoliberal capitalism, which kills silently but no less effectively.

* Rodolfo Cardenal, director of the Centro Monseñor Romero (Monseñor Romero Center).

UCA: https://noticias.uca.edu.sv/articulos/el-pais-seguro-tiene-hambre

El país seguro tiene hambre

El presupuesto del próximo año no deja dudas sobre las prioridades de Bukele. No reduce el gasto, como aconseja la prudencia, sino lo aumenta en casi todas las dependencias del Estado. Los ministerios de defensa, agricultura y turismo, y Casa Presidencial tienen las asignaciones más elevadas. En 2026, el ejército tendrá el presupuesto más alto de su historia: duplica el de 2019, cuando Bukele llegó al poder. Apuesta por la profesionalización de los soldados en lugar de la de los maestros, claves para el desarrollo del país.

Casa Presidencial es otra dependencia que acumula fondos de la misma manera que centraliza cada vez más las funciones gubernamentales. Otra prioridad es Chivo Pets, cuyo presupuesto es más alto que el de catorce hospitales públicos. Estas asignaciones no son definitivas, pues, como ya es costumbre, son reforzadas a lo largo del año. El presupuesto es una declaración de intenciones que, de ninguna manera, limita el gasto.

La ligereza es desconcertante, porque la posición fiscal es incierta. La recaudación no cubre los gastos. Los indicadores anuncian una crisis fiscal severa. Por tanto, el presupuesto necesitará financiamiento externo e interno, es decir, más deuda. Casi la cuarta parte del presupuesto de 2026 se destinará al servicio de la deuda, la cual, por otro lado, no disminuirá, pues solo se pagarán intereses. No es extraño, entonces, que la calificación crediticia del país sea baja en comparación con el resto de la región.

Mientras tanto, Bukele se prodiga con el gran capital, al cual ofrece toda clase de facilidades burocráticas y de exenciones fiscales, en un intento desesperado por atraerlo. Pero la inversión extranjera directa no solo se resiste, sino que tiene a salir del país. La arbitrariedad de “las reglas del juego” y la inexistencia de seguridad jurídica lo espantan.

Varios organismos internacionales señalan el estancamiento de la economía salvadoreña, una de las menos productivas de América Latina. El valor generado por hora trabajada equivale a la mitad del promedio general. Por cada dólar latinoamericano, El Salvador produce 49 centavos. No es desidia ni pereza. Al contrario, la población trabaja mucho, pero produce poco. En parte, porque su educación y su capacitación son pobres. En parte, porque la innovación, la tecnología y la maquinaria eficiente son escasas. En parte, por la mala organización de las empresas. Y, en parte, porque la infraestructura es insuficiente, el transporte limitado y las fuentes de energía poco confiables.

Estas limitaciones estructurales impiden un crecimiento económico dinámico, sólido y sostenido. El Salvador ocupa el penúltimo lugar de la región después de Belice. No es previsible que esta tendencia se revierta en el corto plazo. Antes de atribuir el pobre desempeño de la economía a sus predecesores, Bukele debe reparar en que ha tenido más de seis años de poder absoluto para comenzar a revertir esa tendencia. En vez de ello, la ha profundizado.

El poco crecimiento económico ha agudizado la pobreza. Ciertamente no es nueva, pero ha aumentado desde 2019, sobre todo, la pobreza extrema, cuyas filas han sido engrosadas por más de 241,000 personas. La pobreza extrema significa indigencia, miseria y hambre. Un millón de salvadoreños experimentó inseguridad alimentaria aguda, es decir, pasó hambre entre 2022 y 2024. Los casos más críticos pasaron varios días sin comer. Otros tres millones no tuvieron asegurado el acceso a los alimentos, lo cual afectó la calidad de su dieta y sus hábitos alimentarios. En la actualidad, uno de cada diez salvadoreños no come tres veces al día.

Contrario a lo que proclama el régimen, el país no puede estar viviendo “una nueva realidad” con esos niveles de pobreza y de hambre. Ni podrá vivirla en el corto plazo, porque no hay indicios de que se esfuerce por revertirlas. Tampoco respeta “los derechos humanos de la gente honrada y trabajadora”, porque la mantiene hambrienta y sin acceso a servicios básicos de calidad.

El país que construye profundiza la distancia entre los que tienen y los que no tienen, entre los hartos y los hambrientos. Ha favorecido el surgimiento de nuevos ricos, que se suman a los ya existentes, cuyas fortunas se reproducen de manera asombrosa, mientras que al resto de “la gente honrada y trabajadora” la empuja hacia la línea de pobreza.

Los arquitectos del “nuevo país” no edifican lo que pregonan. Están más interesados en controlar compasivamente la proliferación de perros y gatos callejeros que en garantizar la seguridad alimentaria de la gente. El hambre es cruel, niega la dignidad humana, obliga a abandonar el hogar para rebuscarse la vida en el extranjero o en el crimen, y consolida el capitalismo neoliberal más salvaje, que mata silenciosamente, pero no de manera menos eficaz.

* Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero.

UCA: https://noticias.uca.edu.sv/articulos/el-pais-seguro-tiene-hambre