Every day, Roberto Antonio Hércules Gómez escorts his four children to the bank of the Río Muerto, in the hamlet of Miramar, in the Cangrejera canton of La Libertad Costa, so they can cross to the other side with a group of at least ten to fifteen other students to attend their classes at the Complejo Educativo Plan del Mango (Plan del Mango Educational Complex), in the district of Rosario de Mora, San Salvador Sur.
Before crossing, the students roll their pant legs above the knee, take off their shoes and socks, and carry them in their hands. Holding on to one another in groups of three or five, they inch forward, bracing against the current.
“I come every day, in the morning and in the afternoon, to see the children across so they can go to school. As a father, I fear that at any moment a sudden surge might catch us off guard because the river is treacherous,” explains Hércules Gómez.
During the rainy season, for several days or even weeks, students from this hamlet do not attend classes due to storms that cause the river to swell. Their parents prefer not to expose them to such high risk when the water level rises, as there is no safety measure whatsoever to allow them to cross.
On a typical day, approximately 30 children cross to Cantón Plan del Mango and its school. From the hamlet, the youths cover roughly 1.39 kilometers along a path riddled with mud, dirt, steep inclines, and loose rocks, where uneven terrain can trigger falls. This route appears never to have been improved to enhance mobility for the area’s residents.
This is the closest school in the area. The next closest is the Centro Educativo Cantón Santa Cruz (Santa Cruz Canton Education Center), near the Carretera Litoral, about 3.44 kilometers from the hamlet of Miramar.
“We have no option but this school,” says one mother, as she watches the water’s edge on October 21, after a night of heavy rain left the river running high.
Ana Cecilia Alonso is 46 years old and has four children living with her. Of these, only two still attend school: Billy and Briseyda, ages 8 and 6, respectively. Her young children attend the same school for the afternoon session, when the river is not running as high.
Before classes were suspended from October 13 to 17, Ana Cecilia had already decided not to send her children to school a week earlier, as the persistent rains made crossing the river nearly impossible.
Around 40 families reside in Miramar, totaling between 75 and 100 people, who on various days and at different times must cross the Río Muerto to reach Plan del Mango. A significant portion of this population consists of elderly adults and younger children.
They Demand Bridge Construction
The community’s request is unequivocal: they seek a bridge to cross the Río Muerto and repairs to the sole road connecting Plan del Mango with Miramar.
The community’s Asociación de Desarrollo Comunitario (Community Development Association) asserts that it has submitted letters requesting assistance on multiple occasions to various authorities, such as the Ministerio de Obras Públicas (Ministry of Public Works) or the Dirección de Obras Municipales (Municipal Works Directorate). One of the oldest was sent on February 25, 2022, to the Ministerio de Desarrollo Local (Ministry of Local Development), where they claim they were received, but to date they have received no response.
One of the most recent requests was submitted last September, with 58 signatures representing each family in the Miramar hamlet, to the district headquarters in Puerto de la Libertad, in La Libertad Costa, where they also claim they were received, yet they continue without a response.
Now, facing the utter lack of response from local authorities, they direct their appeal to the central government and, above all, to President Nayib Bukele. They explain that they prefer to address him because they have seen videos on social media where rural communities request help and the president responds.
Niños cruzan a diario río para llegar a clases en Rosario de Mora
Todos los días, Roberto Antonio Hércules Gómez deja a sus cuatro hijos en la orilla del río Muerto, en el caserío Miramar, en el cantón Cangrejera de La Libertad Costa, para que puedan cruzar hacia el otro lado, con un grupo de al menos diez o quince estudiantes más, para llegar a sus clases en el Complejo Educativo Plan del Mango, en el distrito de Rosario de Mora, San Salvador Sur.
Antes de cruzar, los estudiantes arremangan sus pantalones arriba de la rodilla, se quitan sus zapatos y calcetines y los llevan en su mano. Agarrados en grupos de tres o cinco, avanzan lentamente luchando contra el caudal del río.
«Vengo todos los días, en la mañana y en la tarde, a pasar a los niños para que se vayan a la escuela. Como padre siento temor que de un momento a otro nos sorprenda una correntada porque el río es traicionero», explica Hércules Gómez.
En época lluviosa, durante varios días o incluso semanas, los estudiantes de este caserío no asisten a clases por los temporales de lluvia que hacen que el río crezca. Sus padres prefieren no exponerlos a un alto grado de riesgo cuando el nivel del agua aumenta, ya que no existe ningún tipo de mecanismo de seguridad para que puedan atravesar.
En un día normal, son alrededor de 30 niños los que cruzan hacia el cantón Plan del Mango y su centro escolar. Desde el caserío hay aproximadamente 1.39 kilómetros que los jóvenes recorren en un camino lleno de lodo, tierra, pendientes pronunciadas y rocas sueltas, donde los desniveles en la tierra pueden provocar caídas. Una vía que parece que nunca ha sido trabajada para mejorar la movilidad de los habitantes de la zona.
Este centro escolar es el más cercano en la zona. La otra escuela más cercana es el Centro Educativo Cantón Santa Cruz, que queda cerca de la Carretera Litoral a unos 3.44 kilómetros desde el caserío Miramar.
«No tenemos más opciones que esta escuela», dice una madre, mientras observa la orilla del caudal el 21 de octubre, luego de una intensa lluvia que la noche anterior dejó el río con un nivel alto de agua.
Ana Cecilia Alonso tiene 46 años de edad y cuatro hijos viviendo con ella. De estos, solo dos aún asisten a la escuela: Billy y Briseyda, dos niños de 8 y 6 años respectivamente. Sus pequeños asisten a la misma escuela por el turno de la tarde, cuando el río no está con un nivel más alto.
Antes de la suspensión de clases, entre el 13 al 17 de octubre pasados, Ana Cecilia ya había decidido no enviar a sus hijos a la escuela desde una semana antes, pues las constantes lluvias hacían casi imposible cruzar el río.
En Miramar viven alrededor de 40 familias, que suman entre 75 y 100 personas, que en distintos días y momentos deben cruzar el río Muerto para llegar a Plan del Mango. Una gran parte de esta población son adultos de la tercera edad y otros niños menores.
Piden construcción de puente
La solicitud de esta comunidad es clara: piden un puente para cruzar el río Muerto y reparar la única calle que conecta Plan del Mango con Miramar.
La Asociación de Desarrollo Comunitario de la comunidad asegura haber presentado cartas solicitando ayuda en diversas ocasiones a distintas autoridades, como el Ministerio de Obras Públicas o la Dirección de Obras Municipales. Una de las más antiguas fue enviada el 25 de febrero de 2022 al Ministerio de Desarrollo Local, donde dicen que fueron recibidos, pero que a la fecha no han recibido respuesta.
Una de las más recientes solicitudes fue presentada en septiembre pasado, con 58 firmas en representación de cada familia del caserío Miramar, a la sede del distrito del Puerto de la Libertad, en La Libertad Costa, donde también dicen que fueron recibidos, pero continúan sin tener una respuesta.
Ahora, ante la nula respuesta de las autoridades locales, lanza su llamado al gobierno central y, principalmente, al presidente Nayib Bukele. Explican que prefieren dirigirse a él porque han visto en redes sociales videos en los que comunidades rurales piden ayuda y el mandatario responde.
