The University of El Salvador (UES), the nation’s largest public institution of higher education, is confronting significant challenges. For the 2024-2025 admission cycle, the number of applicants fell to 13,500, far below the 24,000 who historically applied. Of these, only 9,000 were admitted, Rector Juan Rosa Quintanilla confirmed.
While the capacity for new enrollments hovers around 12,000 students, the rector views this decline as a direct blow to the university’s mission. Among the factors driving this drop are families’ economic constraints, soaring living costs, and migration as a viable future pathway for many young people.
“Although students pay no registration or tuition, the cost of living has risen, and that weighs on applicants’ decisions,” explained Quintanilla, who also noted that this phenomenon is not unique to UES but part of a challenging regional context for public higher education.
Structural Challenges: Investment, Inclusion, and Quality
Beyond the drop in demand, UES is saddled with structural challenges that constrain its capacity to respond. State appropriations amount to just 1.18 percent of the national budget, whereas neighboring countries such as Guatemala and Costa Rica allocate up to 6 percent to higher education.
Since 2005, no new faculty positions have been created, even as the student body has tripled. This gap erodes academic quality and threatens the sustainability of key programs, such as scholarships for vulnerable students.
The financial situation reached a nadir in 2024, when the government amassed $51 million in unpaid obligations to the university, jeopardizing operations across its campuses, scholarship programs, and basic services. Although the Ministerio de Hacienda (Ministry of Finance) agreed to a partial disbursement through April 2025, budgetary uncertainty endures.
Despite these constraints, the UES continues to implement inclusion initiatives. Since 2011, it has provided special accommodations for individuals with disabilities to sit for the admissions exam on equal footing, along with stipendiary scholarships that cover transportation and meals.
A Future to Redefine
Confronted with the waning number of applicants, the UES must reimagine its approach to student recruitment and retention, strengthening ties with communities, enhancing its academic offerings, and ensuring dignified learning conditions.
The university does not merely train professionals; it stands as a cornerstone of social mobility and critical thinking in El Salvador. Therefore, securing its stability and relevance must emerge as a national imperative.
UES enfrenta desafíos por baja en aspirantes a nuevo ingreso
La Universidad de El Salvador (UES), la institución pública de educación superior más grande del país, atraviesa un momento de importantes desafíos. Entre 2024 y 2025, la cifra de aspirantes al proceso de admisión cayó a 13,500, muy por debajo de los 24,000 que históricamente aplicaban. De ellos, solo 9,000 fueron admitidos, según confirmó el rector Juan Rosa Quintanilla.
Aunque la capacidad de nuevo ingreso ronda los 12,000 estudiantes, el rector considera que esta disminución impacta directamente la misión universitaria. Entre los factores que explican esta baja están las limitaciones económicas de las familias, el aumento en el costo de vida y la migración como alternativa de futuro para muchos jóvenes.
“A pesar de que no se paga matrícula ni escolaridad, los costos de vida se han incrementado y eso influye en la decisión de los aspirantes”, explicó Quintanilla, quien también mencionó que este fenómeno no es exclusivo de la UES, sino parte de un contexto regional desafiante para la educación superior pública.
Retos estructurales: inversión, inclusión y calidad
Más allá del descenso en la demanda, la UES arrastra retos estructurales que limitan su capacidad de respuesta. El presupuesto asignado por el Estado es apenas del 1.18 % del presupuesto nacional, mientras que países vecinos como Guatemala o Costa Rica destinan hasta el 6 % para la educación superior.
Desde 2005, no se han creado nuevas plazas docentes, aunque la población estudiantil se ha triplicado. Esta brecha impacta directamente en la calidad académica y la sostenibilidad de programas clave, como las becas para estudiantes en situación de vulnerabilidad.
La situación financiera tocó fondo en 2024, cuando el gobierno acumuló una deuda de $51 millones con la universidad, lo que puso en riesgo el funcionamiento de sus sedes, programas de becas y servicios básicos. Aunque el Ministerio de Hacienda acordó un desembolso parcial hasta abril de 2025, la incertidumbre presupuestaria persiste.
A pesar de estas limitaciones, la UES continúa implementando mecanismos de inclusión. Desde 2011 ofrece condiciones especiales para que personas con discapacidad puedan realizar su examen de admisión en igualdad de condiciones, además de becas remuneradas que cubren transporte y alimentación.
Un futuro por redefinir
Frente al descenso de aspirantes, la UES está llamada a repensar su modelo de atracción y retención estudiantil, reforzando la vinculación con comunidades, mejorando su oferta académica y garantizando condiciones dignas para aprender.
La universidad no solo forma profesionales; es un pilar de la movilidad social y del pensamiento crítico en El Salvador. Por eso, garantizar su estabilidad y relevancia debe ser una prioridad nacional.