The State Department is lying about El Salvador — El Departamento de Estado miente sobre El Salvador

Aug 25, 2025

For people in El Salvador subject to abuse, and those who come to the U.S. seeking refuge, an accurate portrayal of the truth is vital to justice and the rule of law. Human rights are jeopardized when American policy is not honest. — Para las personas en El Salvador sometidas a abusos, y para aquellas que llegan a Estados Unidos en busca de refugio, un retrato fidedigno de la verdad es vital para la justicia y el estado de derecho. Los derechos humanos se ven amenazados cuando la política estadounidense no es honesta.

Earlier this month, the State Department released its annual Country Reports on Human Rights Practices, which provide nation-by-nation human rights analysis about the previous year. Such reports often reveal political compromises — but, distinct from past years, the department under Secretary of State Marco Rubio has dramatically distorted the human rights records of abusive governments with whom the U.S. has vested interests.

This includes especially El Salvador, about whom the State Department is, frankly, lying to the international community.

I serve as an expert witness on country conditions in El Salvador for U.S. immigration courts when people are applying for asylum or protection under the Convention Against Torture. To do so, I swear under oath that I am telling the truth, both in my written reports and orally when called to testify.

This oath is not unlike the oath the American diplomats who put together these country reports take. Their work is meant to be apolitical and nonpartisan.

The alliance between President Trump and El Salvador’s President Nayib Bukele has been very much in the news. El Salvador’s sale of space in its prisons to help the U.S. expel immigrants provides a clear motive for the State Department to claim that there are no human rights abuses in Salvadoran prisons. Yet this is in direct conflict with reports from human rights organizations that refute many of the claims made in the department’s reports.

To determine the capability of the Salvadoran state to protect people from various forms of violence, I draw on my social science toolkit of research methods. I scrutinize reports from human rights organizations based both in El Salvador and internationally. I analyze independent and state media articles and read the academic, peer-reviewed literature on relevant topics. I draw on nearly two decades of relationships in the country, based in extensive fieldwork there over many years, including as recently as 2024, when I documented a range of concerning human rights abuses there.

I, like other human rights experts, also read the State Department Human Rights Reports and have cited them for many years in relation to my own assessments of danger to particular social groups. For example, the 2023 country report on El Salvador found credible reports of “harsh and life-threatening prison conditions,” which is consistent with everything else I have observed.

In short, I triangulate my information about human rights violations and protections in El Salvador in assessing the cases I work on. In addition to most recently visiting the country in 2024, I use a mix of government and nongovernmental sources to try to determine the truth.

In light of new information about its reporting on country conditions in El Salvador, I fear I can no longer rely on the U.S. State Department as a credible source. Its report for El Salvador states that there are “no credible reports of significant human rights abuses” in the country. I beg to differ. A long list of human rights organizations — such as Cristosal, which is based in the country, Human Rights First, Human Rights Watch and Amnesty International — all attest to the same.

In my scholarly work — including a peer-reviewed journal article on El Salvador’s mega-prison CECOT — my co-author and I document human rights abuses and how the Bukele administration is trying to justify them. We have extensive citations showing credible sources for our claims, and I am on the record for these claims both in court and in the media.

Incarcerated Salvadorans are packed into grossly overcrowded cells, beaten regularly by prison personnel and denied medicines. Inmates are frequently subjected to punishments including food deprivation and electric shocks. Such systemic abuses have not yet improved.

The leaked reports are consistent with Rubio’s recent effort to have “certified” El Salvador as taking measures to uphold the rule of law, a self-serving move that also contradicts the facts on the ground.

For people in El Salvador subject to abuse, and those who come to the U.S. seeking refuge, an accurate portrayal of the truth is vital to justice and the rule of law. Human rights are jeopardized when American policy is not honest.

Mneesha Gellman, Associate Professor of Political Science, Emerson College. Director, Emerson Prison Initiative.

The Hill: https://thehill.com/opinion/international/5466631-the-state-department-is-lying-about-el-salvador/

El Departamento de Estado miente sobre El Salvador

A principios de este mes, el Departamento de Estado publicó sus Informes Anuales por País sobre Prácticas de Derechos Humanos, que ofrecen un análisis nación por nación de la situación de los derechos humanos durante el año anterior. Dichos informes a menudo revelan concesiones políticas, pero, a diferencia de años anteriores, el departamento, bajo la dirección del secretario de Estado Marco Rubio, ha tergiversado drásticamente los historiales de derechos humanos de gobiernos abusivos con los que Estados Unidos tiene intereses creados.

Esto incluye especialmente a El Salvador, sobre el cual el Departamento de Estado, francamente, está mintiendo a la comunidad internacional.

Me desempeño como perito sobre las condiciones del país en El Salvador para los tribunales de inmigración de Estados Unidos cuando personas solicitan asilo o protección bajo la Convención contra la Tortura. Para ello, juro bajo juramento que digo la verdad, tanto en mis informes escritos como oralmente cuando se me convoca a testificar.

Este juramento no es distinto al que prestan los diplomáticos estadounidenses que elaboran estos informes por país. Su labor debe ser apolítica y no partidista.

La alianza entre el presidente Trump y el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha recibido una amplia cobertura mediática. La venta por parte de El Salvador de cupos carcelarios para ayudar a Estados Unidos a expulsar inmigrantes brinda un incentivo claro para que el Departamento de Estado sostenga que no hay abusos de derechos humanos en las prisiones salvadoreñas. Sin embargo, esto entra en conflicto directo con los informes de organizaciones de derechos humanos que desmienten muchas de las aseveraciones formuladas en los informes del departamento.

Para determinar la capacidad del Estado salvadoreño para proteger a las personas de diversas formas de violencia, recurro a mi caja de herramientas metodológicas de las ciencias sociales. Examino con lupa informes de organizaciones de derechos humanos con sede tanto en El Salvador como a nivel internacional. Analizo artículos de medios independientes y estatales, y leo la literatura académica revisada por pares sobre los temas pertinentes. Me apoyo en casi dos décadas de relaciones en el país, forjadas en extenso trabajo de campo a lo largo de muchos años, incluido el más reciente en 2024, cuando documenté una serie de abusos preocupantes contra los derechos humanos.

Yo, al igual que otros expertos en derechos humanos, también leo los Informes sobre Derechos Humanos del Departamento de Estado y los he citado durante muchos años en relación con mis propias evaluaciones de riesgos para grupos sociales específicos. Por ejemplo, el informe por país de 2023 sobre El Salvador consignaba informes creíbles de “condiciones carcelarias severas y que atentan contra la vida”, lo cual es congruente con todo lo que he observado.

En resumen, triangulo la información sobre violaciones y protecciones de derechos humanos en El Salvador al evaluar los casos en los que trabajo. Además de mi visita más reciente al país en 2024, utilizo una combinación de fuentes gubernamentales y no gubernamentales para tratar de determinar la verdad.

A la luz de nueva información sobre sus informes acerca de las condiciones en El Salvador, me temo que ya no puedo confiar en el Departamento de Estado de EE. UU. como una fuente fidedigna. Su informe sobre El Salvador afirma que “no hay informes creíbles de abusos significativos contra los derechos humanos” en el país. Me permito disentir. Una larga lista de organizaciones de derechos humanos —como Cristosal, con sede en el país, Human Rights First, Human Rights Watch y Amnesty International— atestiguan lo contrario.

En mi trabajo académico —incluido un artículo en una revista revisada por pares sobre la megacárcel Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) de El Salvador—, mi coautor y yo documentamos abusos de derechos humanos y cómo la administración Bukele intenta justificarlos. Contamos con extensas citas que demuestran la credibilidad de las fuentes de nuestras afirmaciones, y he sostenido públicamente estas afirmaciones tanto en los tribunales como en los medios de comunicación.

Los salvadoreños encarcelados son hacinados en celdas grotescamente sobrepobladas, golpeados con regularidad por el personal penitenciario y privados de medicamentos. Los reclusos son sometidos con frecuencia a castigos que incluyen la privación de alimentos y descargas eléctricas. Tales abusos sistémicos no han mostrado mejoría alguna.

Los informes filtrados son congruentes con el esfuerzo reciente de Rubio por “certificar” a El Salvador como un país que adopta medidas para defender el estado de derecho, una maniobra interesada que también contradice los hechos sobre el terreno.

Para las personas en El Salvador sometidas a abusos, y para aquellas que llegan a Estados Unidos en busca de refugio, un retrato fidedigno de la verdad es vital para la justicia y el estado de derecho. Los derechos humanos se ven amenazados cuando la política estadounidense no es honesta.

The Hill: https://thehill.com/opinion/international/5466631-the-state-department-is-lying-about-el-salvador/