Experts in the field, human rights advocates, and teachers’ unions deemed the appointment of Captain Karla Edith Trigueros as Minister of Education one more step toward the militarization of public education. They noted that her designation comes amid a broader pattern of security institutions intruding in schools, where police agents have begun delivering talks on “appropriate” behaviors to students and have carried out arrests—inside schools—of minors accused of having ties to gangs.
The new education minister has also faced criticism for her lack of training in the area. Trigueros holds the rank of captain in the Army and also trained as a physician. The ruling party has emphasized her role as a member of the Military Health Command during the COVID-19 pandemic, where, according to authorities, she demonstrated “leadership and management capabilities.”
LA PRENSA GRÁFICA spoke with a public education expert who requested anonymity out of fear of government reprisals. The interviewee explained that managing a country’s public education policy requires far more than managerial skills.
“It is a highly technical, extremely demanding portfolio. Education is the ministry with the largest budget and enormous impact on political and social life. I do not believe the minister has the ability to address how to tackle dropout, higher-education policy, or the challenges technology poses for education. She comes from a milieu that knows nothing of this. She is not someone anyone would turn to on these issues,” the source said.
For the Human Rights Institute of the José Simeón Cañas Central American University (IDHUCA), Trigueros’s appointment is part of promoting a “new paradigm” that casts military education in a positive light, under the logic of instilling values such as discipline, order, and obedience. “What is prioritized is obedience above all else. It is the entrenchment of fear as policy. We experienced it during the pandemic, we are experiencing it with the state of exception, and we are experiencing it now,” the institute noted.
The IDHUCA also warned about the prominence the government gives to the Armed Forces’ participation in “civilian” affairs, thereby undermining the spirit of the Peace Accords. Furthermore, it expressed concern over the potential effects of this intervention in public schools on the rights of children. “This appointment will deepen a crisis that affects children and adolescents, through the surveillance and harassment practices that have taken root in communities and school centers since the state of exception,” it stated.
Teachers’ unions also expressed concern over the official’s military career.
In a statement released yesterday, the Salvadoran Teachers’ Front (FMS) cautioned against the risk of militarizing education. “It is troubling that the new minister is a military officer, as we can now speak of the regrettable militarization of Salvadoran public education, much like what occurred during the military dictatorships,” it stated.
The secretary general of Bases Magisteriales, David Rodríguez, emphasized that Trigueros’s administration must align with educational principles. “If she applies a military regime, it will not work. It must involve understanding education and supporting the key actors, who are the child and the teacher,” he affirmed.
TEACHERS DEMAND DIALOGUE
Teachers’ unions have also called for the restoration of dialogue with the teaching profession, as well as for the Teaching Career Law to be upheld.
Although Bases Magisteriales expressed “satisfaction” with the ministerial change, deeming Pineda’s tenure unsatisfactory, it joined the call to resume dialogue. “We hope she calls the organizations as soon as possible, and we hope that the teachers who have been arbitrarily dismissed are immediately reinstated,” Rodríguez stated, referring to the 14 teaching positions that, according to complaints lodged this week, were eliminated.
“[We demand] that she comply with the Teaching Career Law and resolve the education system’s problems inherited from the previous administration (of Mauricio Pineda). Moreover, that she transform labor relations between teachers and the MINED by fostering spaces for sincere dialogue,” declared the Union of Public Education Teachers (SIMEDUCO).
The Teachers’ Union for Education for All (SINDOPETS) said that a space for dialogue is essential to highlight the deficiencies plaguing education. One of the previous administration’s major failings, it noted, was the failure to implement the salary adjustment stipulated by law, which requires a review every three years at most. “The first good-faith gesture toward doing things right would be to call a meeting with the unions that represent the teaching profession; that is our call,” it said.
The unions also agreed on the shortcomings of the previous administration, citing a lack of engagement with their organizations, the closure of rural schools, neglect of infrastructure, and a failure to address the needs of educational communities.
Preocupa una potencial militarización de la educación pública tras nombramiento en ministerio
El nombramiento de la capitana Karla Edith Trigueros como ministra de Educación es un paso más hacia la militarización de la educación pública, consideraron expertos en la materia, defensores de derechos humanos y sindicatos de docentes, quienes señalaron que su designación se suma a un contexto de intervención de las instituciones de seguridad en los centros educativos, donde agentes de la Policía Nacional Civil han comenzado a brindar charlas sobre comportamientos “adecuados” a estudiantes y han realizado detenciones -dentro de las escuelas- de menores señalados de tener vínculos con pandillas.
La nueva ministra de Educación, además, ha recibido críticas debido a su falta de formación en el área. Trigueros posee rango de capitana en el Ejército y también se formó como doctora. El oficialismo ha destacado su rol como integrante del Comando de Sanidad Militar durante la pandemia de covid-19, donde, según las autoridades, demostró “liderazgo y capacidad de gestión”.
LA PRENSA GRÁFICA habló con un experto en educación pública, quien pidió anonimato, por temor a represalias del Gobierno. El entrevistado explicó que la administración de la política de educación pública de un país requiere mucho más que la capacidad de gestión.
“Es un cargo muy técnico, muy pesado. Educación es el ministerio con más presupuesto, con una gran incidencia en la vida política y social. No creo que (la ministra) tenga capacidad de responder cómo resolver los problemas de la deserción escolar, de la política de educación superior, de los retos de la educación por las tecnologías. Viene de un medio que no conoce nada de esto. No es un perfil que nadie vaya a consultar para estos temas”, dijo la fuente.
Para el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (IDHUCA), el nombramiento de Trigueros es parte de la promoción de “un nuevo paradigma” positivo a la educación militar bajo la lógica de tener valores como la disciplina, el orden y la obediencia. “Lo que se prioriza es la obediencia por sobre todas las cosas. Es la profundización del miedo como política. Lo vivimos en la pandemia, lo vivimos con el régimen de excepción y ahora”, señaló el instituto.
El IDHUCA también alertó sobre la preponderancia que da el Gobierno a la participación de la Fuerza Armada en aspectos “civiles”, revirtiendo el espíritu de los Acuerdos de Paz. Además, expresó su preocupación por los efectos que pueda tener esta intervención en las escuelas públicas para los derechos de niños y niñas. “Este nombramiento profundizará una crisis que impacta a la niñez y adolescencia, por las prácticas de vigilancia y acoso que se han instalado dentro de las comunidades y los centros escolares a partir del régimen de excepción”, externó.
Sindicatos de maestros también expresaron su preocupación por la carrera militar de la funcionaria.
En un comunicado difundido ayer, el Frente Magisterial Salvadoreño (FMS) advirtió sobre el riesgo de militarización de la educación. “Es preocupante que la nueva ministra sea un agente militar, pues ya podemos hablar entonces de la lamentable militarización de la educación pública salvadoreña, como sucedió durante las dictaduras militares”, señaló.
El secretario general de Bases Magisteriales, David Rodríguez, señaló que la gestión de Trigueros debe ser afín a la educación. “Si ella aplica el régimen militar, no va a funcionar. Tiene que ser una cuestión de entender la educación y acompañar a los actores principales que son el niño y el profesor”, afirmó.
MAESTROS PIDEN DIÁLOGO
Los sindicatos del magisterio también pidieron que se restablezca el diálogo con el magisterio, además que se le dé cumplimiento a la Ley de la Carrera Docente.
Aunque Bases Magisteriales manifestó su “satisfacción” por el relevo en el ministerio, por considerar insatisfactoria la gestión de Pineda, se unió al llamado a retomar el diálogo. “Esperamos que llame a las organizaciones a la brevedad, esperamos que se reinstale de inmediato a los maestros que han sido despedidos de manera arbitraria”, señaló Rodríguez, refiriéndose a las 14 plazas de docentes que, según denunciaron esta semana, fueron suprimidas.
“(Pedimos) que cumpla con la Ley de la Carrera Docente y resuelva los problemas del sistema educativo heredados de la gestión anterior (de Mauricio Pineda). Además, que transforme la relación laboral entre docentes y el MINED, propiciando espacios de diálogo sincero”, expuso por su parte el Sindicato de Maestros y Maestras de la Educación Pública (SIMEDUCO).
El Sindicato de Docentes por una Educación para Todos (SINDOPETS) dijo que un espacio de diálogo es fundamental para señalar las deficiencias que atraviesa la educación. Una de las grandes deudas de la gestión anterior, indicó, es que no se cumplió el ajuste salarial contemplado en la ley, que establece una revisión cada tres años como máximo. “El primer buen gesto de querer hacer bien las cosas sería convocar a una reunión a las gremiales que somos quienes representamos al magisterio, ese sería nuestro llamado”, dijo.
Las gremiales también coincidieron en señalar falencias de la gestión anterior, entre ellas la falta de acercamiento con las organizaciones, cierre de escuelas en zonas rurales, desatención a la infraestructura y a necesidades de las comunidades educativas.