Autocratic Peril in El Salvador — Peligro autocrático en El Salvador

Aug 14, 2025

What has just occurred in El Salvador strikes directly at the necessary alternation in power, a hallmark of representative, institutional democracies. — Lo que acaba de ocurrir en el país salvadoreño atenta directamente contra la necesaria alternabilidad en el poder, propia y natural de las democracias representativas e institucionales

Díaz-Canel, Maduro, and Ortega are not the only embodiments of autocracy in Latin America. On July 31, 2025, El Salvador’s Asamblea Legislativa (Legislative Assembly), controlled by President Nayib Bukele’s Nuevas Ideas party, passed a reform that removes presidential term limits (allowing indefinite reelection), extends terms from five to six years, abolishes the runoff election—awarding the presidency by simple plurality—and moves up the end of the current term to June 1, 2027 (instead of 2029) to synchronize the presidential elections with legislative and municipal contests. What has just occurred in El Salvador strikes directly at the necessary alternation in power—a hallmark of representative, institutional democracies.

The 2024 Latinobarómetro (Latinobarometer) reveals mounting democratic erosion in Latin America. Although 52 percent of the population still supports this system, 65 percent are dissatisfied with its performance. Trust in institutions is very low: only 17 percent trust political parties, 24 percent trust Congress, and 28 percent trust the judiciary. Moreover, 25 percent of citizens declare themselves indifferent to the type of political regime, signaling a dangerous openness to authoritarian models. More troubling still, 42 percent believe democracy could function without parties and 39 percent without Congress—record figures that call into question their importance for democratic stability.

Considering these numbers, the lack of reaction from civil society to certain abuses by leaders who seek to govern above institutions is, to some extent, understandable. Certainly, Bukele’s popularity in El Salvador exceeds 70 percent. From there, one might ask whether it is legitimate for a president to remain in power so long as the public continues to back him. In presidential systems where, by their very nature, power is concentrated in fewer hands and checks carry less weight, the logic of continuity—under the pretext of majority support—is dangerous. In Latin America, there is no record of any president who has remained in power for decades while also respecting the rules of the democratic game.

Power is a dynamic entity. And in that very dynamism, power tends to be cut to fit those who wield it. Worse still, as time goes on, social actors either get on board with the government or find themselves expelled from the system for their criticism; in some cases, that expulsion has direct consequences for their liberty or reputation, and in others critics are driven to self-censorship or exile.

A red flag signaling danger is being raised over Central America. It remains to be seen whether the system of checks and balances has the necessary muscle to curb any attempt at domination by the central government, or whether we are on the verge of a new, formally autocratic government in Latin America.

La Razón: https://www.larazon.es/internacional/america/peligro-autocratico-salvador_20250814689d35225331f214bde135d4.html

Peligro autocrático en El Salvador

No solo Díaz-Canel, Maduro y Ortega encarnan modelos de autocracias en América Latina. El 31 de julio de 2025, la Asamblea Legislativa de El Salvador, dominada por el partido Nuevas Ideas del presidente Nayib Bukele, aprobó una reforma que elimina el límite de mandatos presidenciales (reelección indefinida), extiende los mandatos de cinco a seis años, suprime la segunda vuelta electoral -adjudicando la presidencia por mayoría simple-y acelera el fin del mandato actual al 1 de junio de 2027 (en lugar de 2029), para sincronizar los comicios presidenciales con los legislativos y municipales. Lo que acaba de ocurrir en el país salvadoreño atenta directamente contra la necesaria alternabilidad en el poder, propia y natural de las democracias representativas e institucionales.

El Latinobarómetro 2024 revela un creciente desgaste en la democracia latinoamericana. Aunque el 52 % de la población aún apoya este sistema, un 65 % se muestra insatisfecho con su funcionamiento. La confianza en las instituciones es muy baja: solo el 17 % confía en los partidos políticos, el 24 % en el Congreso y el 28 % en el Poder Judicial. Además, el 25 % de los ciudadanos se declara indiferente al tipo de régimen político, lo que evidencia una peligrosa apertura hacia modelos autoritarios. Más preocupante aún, el 42 % cree que la democracia podría funcionar sin partidos y el 39 % sin Congreso, cifras récord que ponen en tela de juicio su importancia para la estabilidad democrática.

Considerando estos números, hasta cierto punto resulta comprensible que no haya reacciones desde la sociedad civil ante ciertos atropellos de aquellos liderazgos que pretenden gobernar por encima de las instituciones. Ciertamente, la popularidad de Bukele supera el 70 % en El Salvador. Partiendo desde allí, cabría preguntarse si no resulta legítimo que un presidente se mantenga en el poder, siempre y cuando la gente lo siga respaldando. En sistemas presidencialistas donde, de suyo, el poder se concentra en menos manos y donde los contrapesos tienen menos influencia, la lógica de la continuidad, so pretexto del apoyo mayoritario, resulta peligrosa. En América Latina no existe registro de algún presidente que se haya mantenido por décadas en el poder y que, a su vez, haya respetado las reglas del juego democrático.

El poder es un ente dinámico. Y en ese mismo dinamismo, el poder tiende a convertirse en traje a la medida de quien gobierna. Peor aún, a medida que el tiempo transcurre, los actores sociales terminan por subirse al tren que gobierna o la crítica los termina expulsando del sistema; en algunas ocasiones, esa expulsión tiene consecuencias directas sobre su libertad o reputación, o bien, la crítica se ve obligada a la autocensura o al exilio.

Una bandera roja anunciando «peligro» se iza en Centroamérica. Faltará por ver si dentro del contrapeso existe el músculo necesario para frenar cualquier pretensión de dominio desde el poder central, o estamos a las puertas de un nuevo gobierno formalmente autocrático en Latinoamérica.

La Razón: https://www.larazon.es/internacional/america/peligro-autocratico-salvador_20250814689d35225331f214bde135d4.html