El Salvador’s president, Nayib Bukele, has been condemned by opposition politicians and human-rights groups over recent constitutional reforms which could pave the way for him to rule indefinitely. But despite the criticism the reforms have attracted, they appear to have the backing of the Trump administration, which has rejected parallels between Bukele’s government and dictatorships in the Latin America region. A U.S. government spokesperson has defended the decision by El Salvador’s legislative assembly to scrap presidential terms. El Salvador’s legislative assembly, where Bukele’s New Ideas party holds a supermajority of 54 out of 60 seats, on Thursday voted to approve a series of constitutional reforms which could pave the way for Bukele to govern indefinitely. The reforms allow indefinite presidential reelection, extend presidential terms to six years and eliminate run-off elections. The move sparked criticism, with the Washington Office on Latin America saying that the legislative assembly “has ceased to be an autonomous body and acts fully aligned with the interests of the Executive Branch, without allowing dissent or democratic debate.” Amnesty International has also condemned the reforms. “This practice seeks to concentrate power in the executive branch and increases the risk of human rights violations and the imposition of future reforms without regard for the population and its rights,” said César Marín, Amnesty’s deputy regional director for the Americas. However, a U.S. government spokesperson appeared to dismiss such concerns, telling the Spanish news agency EFE: “The Legislative Assembly of El Salvador was democratically elected to advance the interests and policies of its constituents. The decision to make constitutional changes is theirs. It is their responsibility to decide how their country should be governed.” The spokesperson added: “We reject the comparison of El Salvador’s democratically based and constitutionally sound legislative process with illegitimate dictatorial regimes elsewhere in our region.” The comments, which have been reposted by Bukele on X, have been criticized by human rights groups. “[This] unqualified endorsement of constitutional reforms that allows Salvadoran President Nayib Bukele to remain in power indefinitely is an affront to anyone, anywhere, who supports democracy and civil rights,” the Latin America Working Group, an advocacy organization, told the Miami Herald. “It is irrelevant that the legislative assembly passed the reforms—in six hours and without public debate—it doesn’t make the President any less of a dictator similar to other regimes in the region,” the group added, describing the Trump administration’s. comments as an “outrage.” The International Federation for Human Rights also expressed concern about the comments. “Comparing the Salvadoran process favorably to ‘dictatorial regimes’ elsewhere in the region distracts from the real danger posed by democratic backsliding in El Salvador itself,” the federation said. “The international community should not ignore signs of autocratization simply because the process is conducted by elected officials. “FIDH urges the Salvadoran authorities to uphold the rule of law, ensure genuine separation of powers, and preserve the integrity of democratic institutions. We call on international partners to remain vigilant and consistent in defending democratic norms and human rights throughout the region,” the federation added. Bukele won El Salvador’s election in a landslide victory last year, receiving over 80% of votes, despite a constitutional ban on immediate reelection. Bukele was allowed to run after the Supreme Court—controlled by his allies—ruled in 2021 that it was his human right to do so. The support from Washington comes amid a notably strong relationship between Bukele and U.S. President Donald Trump. Earlier this year, the Trump administration paid Bukele’s government $6 million to detain hundreds of Venezuelan deportees in the country’s megaprison known as CECOT, where extreme overcrowding, poor sanitary conditions, and violence have been documented. When the two leaders met at the White House in April, Trump repeatedly praised Bukele for doing a “fantastic job” and for his “effective” crackdown on crime, while Bukele lauded Trump for his “remarkable” efforts to reduce illegal immigration. Trump himself has hinted at running for a third term, despite its being prohibited by the U.S. Constitution. He told NBC in March that there were “methods” which would allow him to run for a third term, adding: “I am not joking.” In an interview with CNBC’s Squawkbox on Tuesday, Trump conceded that he will “probably not” seek re-election, though he added: “I’d like to run,” claiming: “I have the best poll numbers I’ve ever had.”
Miami Herald: https://www.miamiherald.com/news/nation-world/world/americas/article311612348.html
Las reformas que permiten a Bukele gobernar El Salvador indefinidamente desatan críticas
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha sido objeto de condena por parte de políticos de la oposición y organizaciones de derechos humanos a raíz de unas recientes reformas constitucionales que podrían allanar el camino para que se mantenga en el poder de manera indefinida. No obstante, a pesar de las críticas que han suscitado las reformas, estas parecen contar con el respaldo de la administración Trump, que ha rechazado equiparar el Gobierno de Bukele con las dictaduras existentes en la región. Un portavoz del Gobierno de Estados Unidos ha defendido la decisión de la Asamblea Legislativa de El Salvador de suprimir los límites a los mandatos presidenciales.
La Asamblea Legislativa de El Salvador, donde el partido Nuevas Ideas de Bukele ostenta una supermayoría de 54 de los 60 escaños, votó el jueves a favor de aprobar un paquete de reformas constitucionales que podrían permitir a Bukele gobernar indefinidamente. Las reformas autorizan la reelección presidencial indefinida, extienden los mandatos presidenciales a seis años y eliminan las segundas vueltas electorales.
La medida desató críticas, y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés) afirmó que la Asamblea Legislativa “ha dejado de ser un órgano autónomo y actúa plenamente alineada con los intereses del Poder Ejecutivo, sin dar cabida a la disidencia ni al debate democrático”. Amnistía Internacional también ha condenado las reformas. “Esta práctica busca concentrar el poder en el Poder Ejecutivo y aumenta el riesgo de violaciones de los derechos humanos y de la imposición de futuras reformas sin tener en cuenta a la población y sus derechos”, declaró César Marín, subdirector regional de Amnistía para las Américas.
Sin embargo, un portavoz del gobierno estadounidense restó importancia a dichas preocupaciones al declarar a la agencia de noticias española EFE: “La Asamblea Legislativa de El Salvador fue elegida democráticamente para promover los intereses y las políticas de sus electores. La decisión de realizar cambios constitucionales es suya. Es su responsabilidad decidir cómo debe gobernarse su país”. El portavoz añadió: “Rechazamos la comparación del proceso legislativo de El Salvador, basado en la democracia y conforme a la Constitución, con los regímenes dictatoriales ilegítimos de otras partes de nuestra región”.
Los comentarios, que han sido compartidos por Bukele en X, han sido criticados por grupos de derechos humanos. “Este respaldo sin matices a unas reformas constitucionales que permiten al presidente salvadoreño Nayib Bukele permanecer en el poder indefinidamente es una afrenta para cualquiera, en cualquier lugar, que apoye la democracia y los derechos civiles”, declaró al Miami Herald el Grupo de Trabajo sobre América Latina (LAWGEF, por sus siglas en inglés), una organización de incidencia política. “Es irrelevante que la Asamblea Legislativa haya aprobado las reformas —en seis horas y sin debate público—; ello no hace que el Presidente deje de ser un dictador comparable a otros regímenes de la región”, añadió el grupo, calificando los comentarios de la administración Trump como un “ultraje”.
La Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH) también expresó su preocupación por los comentarios. “Comparar favorablemente el proceso salvadoreño con ‘regímenes dictatoriales’ de la región desvía la atención del verdadero peligro que supone el retroceso democrático en el propio El Salvador”, afirmó la federación. “La comunidad internacional no debe ignorar las señales de autocratización simplemente porque el proceso sea conducido por funcionarios electos. La FIDH insta a las autoridades salvadoreñas a respetar el Estado de derecho, garantizar una auténtica separación de poderes y preservar la integridad de las instituciones democráticas. Hacemos un llamado a los socios internacionales para que permanezcan vigilantes y sean coherentes en la defensa de las normas democráticas y los derechos humanos en toda la región”, añadió la federación.
Bukele ganó las elecciones en El Salvador con una victoria arrolladora el año pasado, obteniendo más del 80 % de los votos, a pesar de la prohibición constitucional de la reelección inmediata. A Bukele se le permitió postularse después de que la Sala de lo Constitucional —controlada por sus aliados— dictaminara en 2021 que hacerlo era su derecho humano.
El apoyo de Washington se produce en medio de una relación particularmente estrecha entre Bukele y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. A principios de este año, la administración Trump pagó 6 millones de dólares al gobierno de Bukele para detener a cientos de deportados venezolanos en la megacárcel del país conocida como CECOT, donde se han documentado hacinamiento extremo, malas condiciones sanitarias y violencia.
Cuando los dos líderes se reunieron en la Casa Blanca en abril, Trump elogió repetidamente a Bukele por hacer un “trabajo fantástico” y por su “eficaz” lucha contra la delincuencia, mientras que Bukele aplaudió los “notables” esfuerzos de Trump para reducir la inmigración ilegal.
El propio Trump ha insinuado la posibilidad de postularse para un tercer mandato, a pesar de que la Constitución de Estados Unidos lo prohíbe. En marzo, declaró a NBC que existían “métodos” que le permitirían postularse para un tercer mandato, y añadió: “No estoy bromeando”. En una entrevista concedida el martes a Squawkbox, de CNBC, reconoció que “probablemente no” buscará la reelección, aunque añadió: “Me gustaría postularme”, y afirmó: “Tengo las mejores cifras en las encuestas que he tenido jamás”.
Miami Herald: https://www.miamiherald.com/news/nation-world/world/americas/article311612348.html