Bukele claims that 90 percent of developed countries permit their head of government to be reelected indefinitely. That statistic is pure fiction; no serious data corroborates it. In reality, most of those countries operate under parliamentary systems, where prime ministers remain in office only if they retain parliamentary support. That is a far cry from a president determined to cement himself in power through elections held every five years.
Moreover, in presidential systems such as the United States or Brazil, the Constitution draws an unmistakable line: two terms, and that is the end of it. Why? Because in a presidential system, one individual concentrating power indefinitely is the perfect recipe for a dictator.
Bukele also attempts to frame the issue as one of El Salvador being poor and small. That is entirely irrelevant. The real issue is that our Constitution unambiguously forbids the immediate reelection of a president. More than that, the ban is an entrenched clause; not even a Constituent Assembly could amend it without dismantling the entire democratic architecture of the Republic. Instead of honoring those rules, Bukele installed a made-to-order Sala de lo Constitucional (Constitutional Chamber) and relies on a cohort of push-button lawmakers, thereby clearing the way for his own reelection.
He then contends that if El Salvador were like the United Kingdom or Spain, no one would object. But those countries are parliamentary monarchies with centuries of history and robust systems of checks and balances that we lack here. There, a king or queen reigns but does not govern, and a prime minister can be ousted overnight if political support evaporates. Here, by contrast, the president concentrates all power.
And when he says that “the problem is a poor country acts as a sovereign,” he is playing the victim. Sovereignty is not a license to do as one pleases; it is the duty to respect the Constitution we adopted as a people. Disregard it, and the nation ceases to be a democracy and starts to resemble a dictatorship—an outcome that should alarm everyone.
Thus, there is no double standard or mere technicality at play. The only reason the world is watching El Salvador is that Bukele seeks to remain in power at any cost, flouting the rules he swore to uphold. That, not the country’s size or poverty, is what is truly eroding its democracy.
Diario Co Latino: https://www.diariocolatino.com/desmontando-el-cuento-de-bukele-sobre-la-reeleccion/
Desmontando el cuento de Bukele sobre la reelección
Bukele dice que el 90% de los países desarrollados permiten la reelección indefinida de su jefe de gobierno, pero eso es puro cuento. No hay ningún dato serio que respalde ese numerito. En realidad, la mayoría de esos países tienen sistemas parlamentarios, donde los primeros ministros pueden seguir en el cargo solo si conservan el apoyo del Parlamento. Eso no es lo mismo que un presidente que se quiere atornillar al poder con elecciones cada cinco años–.
Además, en presidencialismos como Estados Unidos o Brasil, la reelección está clarita y limitada en la Constitución: dos períodos y se acabó. ¿Por qué? Porque en un sistema presidencial, un solo hombre concentrando poder indefinidamente es la receta perfecta para un dictador.
Bukele también quiere hacer ver como que la bronca es que El Salvador es pobre y chiquito. Eso no tiene nada que ver. El problema es que nuestra Constitución dice clarito que no se puede reelegir a un presidente de manera inmediata. Y no solo lo dice: es un artículo pétreo, o sea, ni siquiera una Asamblea Constituyente podría cambiarlo sin desmontar todo el sistema democrático que sostiene la República. Pero en vez de seguir las reglas, Bukele impuso una Sala de lo Constitucional a su medida, y tiene a una banda de diputados puya botones, y así se abrió el camino a reelegirse.
Luego sale con que si El Salvador fuera como Reino Unido o España, nadie diría nada. Pero esos países son monarquías parlamentarias con siglos de historia y sistemas de contrapesos que aquí no tenemos. Allá un rey o una reina reinan, pero no gobiernan, y el primer ministro puede salir de un día para otro si pierde el respaldo político. Aquí, en cambio, el presidente concentra todo.
Y cuando dice que “el problema es que un país pobre actúe como soberano”, se hace la víctima. La soberanía no es hacer lo que a uno se le antoja; es respetar la Constitución que nos dimos como pueblo. Si la pasás por alto, dejás de ser un país democrático y empezás a parecerte más a una dictadura, y eso es lo que de verdad preocupa.
Así que no hay doble rasero ni tecnicismos. La única razón por la que el mundo pone los ojos en El Salvador es porque Bukele se quiere quedar en el poder a toda costa, rompiendo las reglas que juró respetar. Eso es lo que de verdad está acabando con la democracia, y no el tamaño ni la pobreza del país.
Diario Co Latino: https://www.diariocolatino.com/desmontando-el-cuento-de-bukele-sobre-la-reeleccion/