Andry José Hernández Romero, 32, returned to his hometown of Capacho Nuevo on Wednesday, where he was embraced by his parents and greeted by a crowd of neighbours who had prepared a celebratory meal in his honour. The emotional homecoming marked the end of a harrowing chapter that began when Hernández, who is openly gay, was deported from the United States to El Salvador’s Terrorism Confinement Centre (CECOT) earlier this year.
Hernández had legally entered the United States via the San Diego border in 2024, seeking asylum on the grounds of persecution due to his sexual orientation and political dissent against Venezuela’s authoritarian regime. Despite his pending asylum case, he was among more than 200 Venezuelan men deported in March under the 1798 Alien Enemies Act, revived by former President Donald Trump.
The US government alleged that the deportees were members of the Tren de Aragua gang, citing tattoos as evidence. In Hernández’s case, officials pointed to crowns on his wrists bearing the words “mum” and “dad”. He has consistently denied any gang affiliation, stating the tattoos are religious in nature.
During his four-month detention at CECOT, Hernández described conditions as “an encounter with torture and death”. He and other detainees allege they were beaten, shot with rubber bullets, held in darkness, and fed rotting food. In a televised interview, Hernández also claimed he was sexually abused by guards. Venezuela’s attorney general has since announced an investigation into the alleged abuses.
The US Department of Homeland Security has dismissed the allegations, maintaining that the deportees were “criminal, illegal gang members”. However, civil rights groups and immigration advocates have condemned the deportations as unjust and politically motivated.
Melissa Shepard, legal director at the Immigrant Defenders Law Centre, which represents Hernández and several others, said: “This regime forces people to publicly speak in favour of them, and when Andry refused to do so, he was persecuted. His case is a tragic example of what happens when due process is ignored.”
Despite the trauma, Hernández expressed gratitude for the support he received from his community and advocates abroad. “I’m most happy to see my parents and my brother,” he said. “But I was also deeply moved to learn that people held vigils and fought for my return.”
Scene Magazine: https://www.scenemag.co.uk/tearful-reunion-for-gay-makeup-artist-freed-from-notorious-el-salvador-prison/
Entre lágrimas, un maquillador gay se reencuentra con su familia tras salir de la temida cárcel CECOT en El Salvador
Andry José Hernández Romero, de 32 años, volvió el miércoles a su ciudad natal de Capacho Nuevo, donde sus padres lo estrecharon en un abrazo y una multitud de vecinos le ofreció una comida de celebración en su honor. El emotivo regreso puso fin a un capítulo estremecedor que comenzó cuando Hernández, abiertamente gay, fue deportado de Estados Unidos al Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) de El Salvador a principios de este año.
Hernández ingresó legalmente a Estados Unidos por la frontera de San Diego en 2024, solicitando asilo por persecución derivada de su orientación sexual y de su disidencia política contra el régimen autoritario de Venezuela. Pese a que su caso de asilo seguía en trámite, fue uno de los más de 200 venezolanos expulsados en marzo en virtud de la Alien Enemies Act de 1798 (Ley de Extranjeros Enemigos), reactivada por el expresidente Donald Trump.
El Gobierno estadounidense afirmó que los deportados integraban la banda Tren de Aragua y presentó sus tatuajes como prueba. En el caso de Hernández, los funcionarios señalaron las coronas tatuadas en sus muñecas con las palabras «mum» y «dad». Él ha negado de manera categórica cualquier relación con pandillas y sostiene que los tatuajes son de carácter religioso.
Durante los cuatro meses que permaneció recluido en el CECOT, Hernández describió las condiciones como «un encuentro con la tortura y la muerte». Él y otros internos denuncian que fueron golpeados, baleados con proyectiles de goma, mantenidos en la oscuridad y alimentados con comida descompuesta. En una entrevista televisada, Hernández también aseguró que guardias lo agredieron sexualmente. La Fiscalía General de Venezuela anunció la apertura de una investigación sobre los presuntos abusos.
El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS, por sus siglas en inglés) ha desestimado las acusaciones y sostiene que los deportados eran «pandilleros criminales e ilegales». No obstante, organizaciones de derechos civiles y defensores de los migrantes han tachado las deportaciones de injustas y políticamente motivadas.
Melissa Shepard, directora jurídica del Immigrant Defenders Law Centre (Centro para la Defensa de los Inmigrantes), que representa a Hernández y a otros afectados, señaló: «Este régimen obliga a las personas a pronunciarse públicamente a su favor y, cuando Andry se negó, fue perseguido. Su caso es un ejemplo trágico de lo que sucede cuando se ignora el debido proceso».
A pesar del trauma, Hernández se mostró agradecido por el apoyo recibido de su comunidad y de los activistas en el extranjero. «Lo que más me alegra es ver a mis padres y a mi hermano», dijo. «Pero también me conmovió profundamente saber que la gente organizó vigilias y peleó por mi regreso».
Scene Magazine: https://www.scenemag.co.uk/tearful-reunion-for-gay-makeup-artist-freed-from-notorious-el-salvador-prison/