Human Rights Watch (HRW) and Robert F. Kennedy Human Rights (RFK Human Rights) on Thursday deplored the decision to suspend Cristosal’s work inside El Salvador. The organization—one of the country’s most respected voices against corruption and for human rights—said it was bowing to an intensifying government crackdown on activists.
“What is unfolding in El Salvador is devastating. I extend my full solidarity to Noah Bullock (Cristosal’s director) and the courageous Cristosal team, driven into exile for defending human rights,” Kerry Kennedy posted on X.
For her part, Juanita Goebertus, director of HRW’s Americas Division, joined the outcry over Cristosal’s closure, noting that the organization will maintain offices in Guatemala and Honduras. For Goebertus, the price of this shutdown is “less justice for victims, diminished oversight of abuses, and fewer spaces for dissent.”
In a communiqué released on Thursday, the organization declared that the “regime of the Bukele brothers has dismantled the fundamental principles of democracy” and lamented that “under a permanent state of exception and with near-absolute control over all institutions, El Salvador has ceased to be a state governed by the rule of law.”
“Faced with mounting repression and the constriction of democratic spaces in El Salvador, Cristosal is compelled to suspend its operations in the country and operate from its bases in Honduras and Guatemala. This decision stems from an untenable situation of state harassment, direct threats to our staff, and the criminalization of human-rights defenders,” stated Noah Bullock, the organization’s executive director, during a press conference in Guatemala City.
Cristosal warned that in El Salvador, “expressing an opinion or demanding basic rights today can land a person in jail,” so “freedom of expression, peaceful protest, and citizen participation have become conduct punished and curtailed by those in power.”
The NGO argued that the arrest of attorney Ruth López, head of its Anticorruption Unit, “is not an isolated case, but part of a strategy of exemplary punishment meant to intimidate.”
López has been in custody since May 18 on an illicit-enrichment charge, and her case has been placed under seal.
“Cristosal has endured legal and administrative harassment, spying, surveillance of its activities and staff homes, as well as smear campaigns. Although this hostile climate is not new, it is the first time in El Salvador that there are no guarantees of due process,” the organization cautioned.
It further added: “We are reorganizing to safeguard our voices and ensure that the defense of human rights remains vibrant, free, and in service to the victims.”
Cristosal, which has expanded its work to Guatemala and Honduras, provides support to victims of gang violence and state abuses. It stands as one of the most vocal critics of Nayib Bukele’s administration and is among the NGOs that have documented over 6,400 human rights complaints in recent years.
It also offers support to victims of gang violence, such as those affected by forced displacement.
HWR y la Fundación Kennedy lamentan cierre de la reconocida ONG Cristosal en El Salvador
Las organizaciones Human Rights Watch (HRW) y la fundación Robert F. Kennedy Human Rights lamentaron este jueves el cierre de operaciones en El Salvador de Cristosal, una de las organizaciones humanitarias más reconocidas del país en el combate de la corrupción y en defensa de derechos humanos, a raíz de una “escalada represiva” contra los activistas.
“Lo que está ocurriendo en El Salvador es devastador. Expreso toda mi solidaridad con Noah Bullock (director de Cristosal) y el valiente equipo de Cristosal, forzados al exilio por defender los derechos humanos”, publicó en X Kerry Kennedy.
Por su parte, la directora de la División de las Américas de HRW, Juanita Goebertus, se sumó a la indignación por el cierre de Cristosal, que mantendrá oficinas en Guatemala y Honduras.
Para Goebertus el costo de este cierre es “menos justicia para las víctimas, menor supervisión de los abusos y menos espacios para el disenso”.
En un comunicado difundido este jueves la organización señaló que el “régimen de los hermanos Bukele ha desmantelado los principios básicos de la democracia” y lamentó que “bajo un estado de excepción permanente y con control casi absoluto de todas las instituciones, El Salvador ha dejado de ser un Estado de derecho”.
“Ante la creciente represión y cierre de espacios democráticos en El Salvador, Cristosal se ve forzada a suspender sus operaciones en El Salvador y operar desde sus sedes en Honduras y Guatemala. Esta decisión responde a una situación insostenible del acoso estatal, amenazas directas a nuestro personal y a la criminalización de defensores”, señaló en una conferencia de prensa en Ciudad de Guatemala el director ejecutivo de la organización, Noah Bullock.
Cristosal denunció que en El Salvador “expresar una opinión o exigir derechos básicos hoy puede costar la cárcel”, por lo que “la libertad de expresión, la protesta pacífica y la participación ciudadana se han convertido en conductas castigadas y limitadas por el poder”.
La ONG considera que la detención de la abogada Ruth López, jefa Anticorrupción de dicha organización, “no es un caso aislado, sino (que forma) parte de una estrategia de castigo ejemplar para intimidar”.
López se encuentra detenida desde el 18 de mayo pasado bajo una acusación de enriquecimiento ilícito y su caso fue puesto bajo secreto.
“Cristosal ha enfrentado acoso legal y administrativo, espionaje, vigilancia de sus actividades y hogares, así como campañas de difamación. Aunque este contexto adverso no es nuevo, es la primera vez que en El Salvador no existen garantías de defensa”, alertó.
La organización también agregó lo siguiente:”Nos estamos reorganizando para cuidar nuestras voces y aportar la defensa de los derechos humanos, (que) se mantenga viva, libre y al servicio de las víctimas”.
Cristosal, que extendió su labor a Guatemala y Honduras, brinda acompañamiento a víctimas de la violencia de las pandillas y de atropellos estatales, es una de las más críticas del Ejecutivo de Nayib Bukele y parte de las ONG que recaban más de 6,400 denuncias de derechos humanos en los últimos años.
También ofrece acompañamiento a víctimas de la violencia de las pandillas, como las afectadas por el desplazamiento forzado.