The prominent Salvadoran human rights group Cristosal has closed its offices in El Salvador and its two dozen employees have departed for neighboring countries, amid threats and harassment by the police, according to the group’s director, Noah Bullock, who announced the move on Thursday.
Cristosal has compiled evidence of torture and other abuses committed under El Salvador’s president, Nayib Bukele — particularly under a state of emergency first imposed in 2022 to crack down on gangs — and it has investigated alleged corruption in Mr. Bukele’s government.
“Cristosal’s closure in El Salvador marks a dangerous turning point,” said Juanita Goebertus, the Americas director for Human Rights Watch. “It sends a chilling message to survivors of abuse, civil society, and the press about the cost of standing up to power and denouncing corruption and human rights violations.”
A spokeswoman for the Salvadoran government did not respond to a request for comment.
In May, Ruth López, Cristosal’s anti-corruption director and a well-known lawyer, was arrested and remains imprisoned. Soon after, another Salvadoran lawyer, Enrique Anaya, who had denounced her arrest and publicly called Mr. Bukele a dictator was himself detained. (Mr. Bukele embraced that title in a June speech.)
Mr. Bullock, the group’s director, said that Cristosal employees had been monitored and visited by police at night in what he called a new “wave of repression.”
The escalation comes as Mr. Bukele enjoys a strengthened relationship with the United States following a deal to detain migrants deported by the Trump administration. During the Biden administration, U.S. officials called out human rights issues in El Salvador under Mr. Bukele, but the Trump administration has remained silent in response to recent arrests, even as European leaders have spoken out.
Mr. Bullock said Cristosal had been surveilled and threatened for years — including with Pegasus spyware installed on phones — but the organization’s leadership now felt it would not have any legal recourse if its employees were detained.
“In the total absence of any institutions where we could defend ourselves — without minimal rule of law and due process — we felt we couldn’t continue to expose the organization and its staff,” Mr. Bullock said, adding, “We also feel like we aren’t any good to anybody in prison.”
Under El Salvador’s state of emergency, which remains in effect, normal due process has been suspended and more than 80,000 people have been imprisoned, the majority in mass arrests.
While international groups raised alarms over eroding civil liberties and abuses under Mr. Bukele, Cristosal was known for putting names and faces to the numbers, working closely with families to bring to light arbitrary arrests and prison deaths. The organization also zeroed in on corruption cases.
Ms. López, the Cristosal lawyer, was at the forefront of investigations into potential acts of corruption by the Bukele government. One inquiry concerned the use of public funds to pay for the Pegasus software used to spy on journalists and rights groups; another looked into the misuse of pandemic funds.
Ms. López was accused of illicit enrichment after her arrest in late May. She denied the charges and called for a public trial — shouting “I am a political prisoner” — outside a hearing before being sent to prison in June, riveting the public to her case.
Arrests like these have been allowed to happen, Mr. Bullock said, because of the state of emergency. Though originally intended to target violent street gangs like MS-13 and Barrio 18, the state of emergency, he said, “now is being used as a political weapon against political voices.”
This spring saw an uptick in the number and type of people targeted by the Salvadoran government for arrest.
In addition to rights groups and lawyers, journalists from the investigative outlet El Faro fled the country after learning of warrants for their arrests, they said.
After members of an agricultural cooperative gathered outside Mr. Bukele’s home to protest an eviction, a leader and evangelical pastor were detained.
The government also introduced a “foreign agents” law to tax foreign contributions to nongovernmental organizations at 30 percent. The European Union condemned the move, saying it restricted civil society groups from accessing funding, and Ms. Goebertus, of Human Rights Watch, said the “sweeping” law was “designed to silence dissent.”
Cristosal was formed by Salvadoran episcopal ministers in Vermont a quarter century ago. For more than a decade, it has done the bulk of its work in El Salvador, though it has maintained active offices in Guatemala and Honduras. The approximately 20 employees from El Salvador, including Mr. Bullock, now plan to work from those offices.
“I think we became a primary target of the repression because in attacking Cristosal, and persecuting Cristosal, you send a message to everybody,” Mr. Bullock said.
NYT: https://www.nytimes.com/2025/07/17/world/americas/el-salvador-cristosal-closes.html
Destacada organización de derechos humanos huye de El Salvador
La prominente organización salvadoreña de derechos humanos Cristosal ha cerrado sus oficinas en El Salvador y sus cerca de dos decenas de empleados se han trasladado a países vecinos, ante amenazas y hostigamiento de la Policía, informó este jueves el director del grupo, Noah Bullock.
Cristosal ha reunido pruebas de tortura y otros abusos cometidos bajo el gobierno de Nayib Bukele —en particular en el marco del régimen de excepción decretado en 2022 para recrudecer la ofensiva contra las pandillas— y ha investigado presuntos casos de corrupción en la administración Bukele.
“El cierre de Cristosal en El Salvador marca un peligroso punto de inflexión”, afirmó Juanita Goebertus, directora para las Américas de Human Rights Watch. “Envía un mensaje escalofriante a los sobrevivientes de abusos, a la sociedad civil y a la prensa sobre el costo de plantar cara al poder y denunciar la corrupción y las violaciones a los derechos humanos”.
Una portavoz del gobierno salvadoreño no respondió a una solicitud de comentarios.
En mayo, Ruth López, directora anticorrupción de Cristosal y una reconocida abogada, fue arrestada y permanece en prisión. Poco después, otro abogado salvadoreño, Enrique Anaya, quien había denunciado su arresto y calificado públicamente a Bukele de dictador, fue detenido. (El propio Bukele se apropió de ese título en un discurso en junio).
Bullock, el director del grupo, dijo que los empleados de Cristosal habían sido vigilados y visitados por la Policía durante la noche en lo que él calificó como una nueva “ola de represión”.
La escalada se produce mientras Bukele disfruta de una relación fortalecida con Estados Unidos tras un acuerdo para detener a los migrantes deportados por la administración Trump. Durante la administración Biden, funcionarios estadounidenses denunciaron los problemas de derechos humanos en El Salvador bajo Bukele, pero la administración Trump ha guardado silencio ante los arrestos recientes, aun cuando líderes europeos han alzado la voz.
Bullock explicó que Cristosal ha sido objeto de vigilancia y amenazas durante años —incluido el uso del software espía Pegasus en sus teléfonos—, pero la dirección de la organización considera que ya no tendría ningún recurso legal si su personal fuese detenido.
“En la total ausencia de instituciones donde pudiéramos defendernos —sin un mínimo Estado de derecho ni debido proceso— sentimos que no podíamos seguir exponiendo a la organización y a su personal”, dijo Bullock, y añadió: “Tampoco le servimos a nadie desde la cárcel”.
Bajo el régimen de excepción de El Salvador, que sigue vigente, se ha suspendido el debido proceso y más de 80,000 personas han sido encarceladas, la mayoría en arrestos masivos.
Aunque organismos internacionales han advertido sobre el deterioro de las libertades civiles y los abusos cometidos bajo Bukele, Cristosal se ha destacado por poner nombre y rostro a las cifras, trabajando codo a codo con las familias para visibilizar arrestos arbitrarios y muertes en prisión. La organización también ha centrado su labor en casos de corrupción.
López, la abogada de Cristosal, estaba a la vanguardia de las investigaciones sobre posibles actos de corrupción del gobierno de Bukele. Una pesquisa se refería al uso de fondos públicos para pagar el software Pegasus utilizado para espiar a periodistas y grupos de derechos; otra indagaba el desvío de recursos destinados a la pandemia.
López fue acusada de enriquecimiento ilícito tras su arresto a finales de mayo. Negó los cargos y exigió un juicio público —gritando “¡Soy una presa política!”— a las puertas de la audiencia en la que, en junio, se ordenó su ingreso en prisión, acaparando la atención del país.
Arrestos como estos han sido posibles, señaló Bullock, gracias al régimen de excepción. Aunque originalmente se planteó para combatir a pandillas violentas como la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, ahora, dijo, se ha convertido en un arma política contra las voces disidentes.
Esta primavera se registró un repunte en el número y el tipo de personas que el gobierno salvadoreño ha puesto en su punto de mira para ser arrestadas.
Además de grupos de derechos humanos y abogados, periodistas del medio de investigación El Faro huyeron del país tras enterarse de que existían órdenes de arresto en su contra, según declararon.
Después de que miembros de una cooperativa agrícola se congregaran frente a la casa de Bukele para protestar por un desalojo, un líder y un pastor evangélico fueron detenidos.
El gobierno también introdujo una ley de “agentes extranjeros” para gravar con un 30 por ciento las contribuciones extranjeras a organizaciones no gubernamentales. La Unión Europea condenó la medida, afirmando que restringe el acceso de grupos de la sociedad civil a financiamiento, y Goebertus, de Human Rights Watch, dijo que la ley, de alcance amplísimo, estaba “diseñada para acallar la disidencia”.
Cristosal fue fundada por ministros episcopales salvadoreños en Vermont hace un cuarto de siglo. Por más de una década, ha realizado la mayor parte de su labor en El Salvador, aunque mantiene oficinas activas en Guatemala y Honduras. Los aproximadamente 20 empleados de El Salvador, incluido Bullock, ahora planean trabajar desde esas oficinas.
“Creo que nos convertimos en un blanco prioritario de la represión porque, al atacar y perseguir a Cristosal, se envía un mensaje a todo el mundo”, concluyó Bullock.
NYT: https://www.nytimes.com/2025/07/17/world/americas/el-salvador-cristosal-closes.html