According to the figures officially released by the Ministerio de Salud (Ministry of Health, Minsal), El Salvador ranked among the countries with the lowest COVID-19 mortality in 2020. Yet during the same period, deaths attributed to other causes surged threefold, leading researchers to conclude that the official tally is heavily understated.
An investigation directed by Walter Otoniel Campos, a statistics professor at the UES, uncovered an excess of deaths linked to COVID-19 that never appeared in official tallies.
The study was conducted with the Centro de Modelamiento Matemático de la UES (UES Center for Mathematical Modeling) and relied on statistical analyses to scrutinize mortality patterns from 2015 through September 2020.
“My research began in 2020, at the height of the pandemic. We were generating forecasts on the trajectory of COVID-19. I personally focused on making daily projections of infection numbers in the country,” Campos explained.
During the emergency, these projections proved crucial for anticipating required hospital capacity.
“For the government, it was essential, because they could anticipate with a high degree of probability the number of infections expected over the next 15 days,” he said.
Once their models aligned with actual cases, the team decided to analyze mortality trends.
“As the pandemic began to subside, the idea emerged to request from the Registro Nacional de las Personas Naturales (National Registry of Natural Persons, RNPN) the death totals from 2015 to 2020,” he recalled.
In the database received, researchers found the cause of death, which proved pivotal for the analysis.
Campos detailed that, from the outset, it was suspected that many COVID-19 deaths had been registered under other causes, such as cardiorespiratory arrest, renal failure, or pulmonary complications.
After securing the data, they could separate those categories and analyze their evolution over time.
“Precisely when we studied deaths from renal failure, in the months from May to September, they skyrocketed,” he affirmed.
The same occurred with cases classified as cardiorespiratory arrests.
“From 2015 to 2019, the pattern held steady, averaging around 450 cases, but during the pandemic months, July peaked at 1,520 deaths. Statistically, that surge defies normal bounds,” he pointed out.
Meanwhile, deaths from cancer followed a normal trajectory, suggesting these were not altered during the pandemic.
Campos designed models that excluded violent deaths and traffic accidents, yet “the uptick persisted relentlessly.”
During the most critical months, unprecedented peaks were reached.
“On a monthly average, deaths not caused by traffic accidents or violence hovered around 3,400. But in July, total deaths jumped to 8,391,” the researcher explained.
Even after subtracting official COVID-19 deaths from the monthly totals, the figures remained abnormally high, confirming that COVID fatalities had been recorded under other causes.
As the crisis unfolded, El Salvador implemented a nationwide lockdown, with border closures and mobility restrictions in effect since March.
Health authorities, for their part, maintained centralized control over data management and official communications about the virus.
Compared with its Central American neighbors, the Salvadoran government reported more controlled figures for infections and deaths.
Today, studies like Campos’s once again cast doubt on the accuracy of official data.
“For May, there could have been a 50% increase over the expected values based on the 2015 trend. In June, the increase was 36.7%, and in July, the highest peak, we saw a 76% rise in deaths,” Campos revealed. All these findings were based on actual data from the RNPN.
The article has earned international recognition and has been accepted by Springer Nature, one of the five most prestigious scientific publishers in the world. “Meeting their rigor is extremely demanding,” Campos remarked. He has also been invited to present at the Public Health and Safety Congress in Chicago in November 2025.
Regarding the stark gap between the data published by authorities and his research, Campos suggested a combination of factors could be at play in the classification of deaths.
“Registering COVID deaths as respiratory arrest, cardiorespiratory arrest, or renal failure may have been intentional—or not. But there is also a medical component,” he indicated.
“When a person with renal failure contracted COVID, the disease would accelerate dramatically.”
The researcher maintains that the virus hastened the degenerative process of other illnesses, according to the statistical data. “Yes, the person died of renal failure, but what accelerated that condition was the COVID-19 virus.”
Academic Positioning
For the Universidad de El Salvador, the publication represents a significant advance in its international academic standing. “Having an article by a local scholar appear in a top-tier journal elevates our profile both regionally and globally,” said the researcher.
The initial predictions were considered by institutions like the Ministry of Health during the pandemic’s critical phase. “We know for a fact they took our work into account in their administrative policies, specifically in having clarity on hospital capacity.”
Investigación de la UES revela subregistro de muertes por Covid en 2020
El Salvador fue clasificado como uno de los países con menor mortalidad por Covid-19, durante la pandemia de 2020, según los datos publicados oficialmente por el Ministerio de Salud (Minsal); sin embargo, durante este mismo periodo las muertes por otras enfermedades se triplicaron por lo que investigadores sostienen que existe un importante subregistro de casos.
Una investigación dirigida por Walter Otoniel Campos, docente de estadística en la Universidad de El Salvador (UES), evidenció un exceso de muertes relacionadas con el Covid-19, que no habrían sido registradas oficialmente.
El estudio fue elaborado junto al Centro de Modelamiento Matemático de la UES y se apoyó en análisis estadísticos para examinar el comportamiento de las muertes desde 2015 hasta septiembre de 2020.
“Mi investigación se origina en el año de la pandemia, en 2020. Estuvimos trabajando predicciones sobre la evolución del Covid. Personalmente, estuve abordando el caso de hacer predicciones diarias sobre el número de contagios en el país”, explicó Campos.
Durante la emergencia estas predicciones resultaron fundamentales para anticipar la capacidad hospitalaria necesaria.
“Para el gobierno era trascendental, porque podían tener con una probabilidad bastante alta el número de contagios que podían esperar los próximos 15 días”, explicó.
Al observar que sus modelos coincidían con los casos reales, decidieron dar un paso más y analizar el comportamiento de las muertes.
“Cuando la pandemia fue terminando, surgió la idea de solicitar al Registro Nacional de las Personas Naturales (RNPN), la cantidad de muertos desde 2015 hasta el 2020”, explicó.
En la base de datos recibida, los investigadores encontraron la causa de defunción, que resultó clave para el análisis.
Campos detalló que, desde el inicio, se presumía que muchas muertes por Covid habían sido registradas bajo otras causas, como paro cardiorrespiratorio, insuficiencia renal o problemas pulmonares.
Tras obtener los datos se pudo hacer una separación y analizar su evolución en el tiempo.
“Justamente cuando hicimos el estudio de las muertes por insuficiencia renal, en los meses de mayo a septiembre, se dispararon”, afirmó.
Lo mismo ocurrió con los casos clasificados como paros cardiorrespiratorios.
“En los años desde el 2015 hasta el 2019 tiene una evolución estable, el promedio en esos años ronda los 450 casos, pero en los meses de la pandemia se llegó a tener para el mes de julio 1,520 muertes. Eso estadísticamente no se puede mantener”, señaló.
Mientras otras causas de muerte con cáncer tienen una evolución normal, sugiriendo que estas no se vieron alteradas durante la pandemia.
Campos diseñó modelos que excluyen las muertes violentas y los accidentes de tráfico, pero “siempre se mantuvo ese incremento”.
Durante los meses más críticos se alcanzaron picos sin precedentes.
“En promedio (mensual), las muertes que no fueran por accidentes de tráfico, ni por violencia, andaban alrededor de 3,400. Pero en julio se tuvieron muertes totales de 8,391”, explicó el investigador.
Incluso se hizo una separación de las muertes oficiales por Covid del total mensual, las cifras seguían siendo elevadas, lo que confirmaba la existencia de muertes por Covid registradas bajo otras causas.
Mientras se desarrollaba la crisis, El Salvador implementó el confinamiento nacional, el cierre de fronteras y restricciones a la movilidad estuvieron vigentes desde marzo.
Por su parte las autoridades sanitarias mantuvieron un enfoque centralizado del manejo de datos y comunicaciones oficiales sobre el virus.
En comparación con otros países centroamericanos, el gobierno salvadoreño reportó cifras más controladas de contagios y muertes.
En la actualidad, estudios como el de Campos nuevamente se plantea sobre la precisión de los datos oficiales.
“Para el mes de mayo se pudo haber tenido un incremento del 50% respecto a los valores reales de cómo había venido evolucionando desde 2015. En junio, el incremento fue de 36.7% y en julio, el máximo pico, se tuvo un incremento del 76% de muertes”, reveló Campos. Todos estos hallazgos se basaron en datos reales provenientes del RNPN.
El artículo ha recibido reconocimiento a nivel internacional y fue aceptado por la revista Springer Nature, una de las cinco más prestigiosas del mundo en el ámbito científico. “Satisfacer los criterios de rigurosidad de ellos es muy fuerte”, comentó Campos, quien también fue invitado a participar en el “Public Health and Safety Congress” que se celebrará en Chicago en noviembre de 2025.
Sobre la marcada diferencia entre los datos publicados por las autoridades y la investigación, Campos señaló que puede haber una combinación de factores en la clasificación de muertes.
“Pudo haber sido intencionado o no registrar las muertes por Covid como paros respiratorios, cardio respiratorios o insuficiencia renal. Pero también está la componente médica”, indicó.
“Cuando una persona tenía insuficiencia renal y se contagia por Covid, entonces la enfermedad se disparaba”.
El investigador sostiene que el virus aceleró el proceso degenerativo de otras enfermedades, según los datos de las estadísticas. “Sí murió por insuficiencia renal, pero lo que le causó la aceleración de esa enfermedad fue el virus del COVID”.
Posicionamiento académico
Desde la Universidad de El Salvador, la publicación representa un avance en el posicionamiento académico a nivel internacional. “El nivel de impacto de que un artículo de un profesional de aquí se haya publicado en una de las revistas Top incrementa el posicionamiento a nivel regional y mundial”, dijo el investigador.
Las predicciones iniciales fueron consideradas por instituciones como el Ministerio de Salud en la etapa crítica de la pandemia. “Nos consta que nos tomaron en cuenta para llevar a cabo sus políticas de administración, específicamente en el tema de poder tener claridad de la capacidad hospitalaria”.