Judges Are Scarce in El Salvador, But Puppets Abound — Los jueces escasean en El Salvador, pero abundan los títeres

Jul 11, 2025

El Salvador no longer has a judiciary, nor legal guarantees, due process, or the rule of law. What persists is an institution still dubbed the "Supreme Court of Justice," but one subservient to Bukele's whims, teeming with puppets primed to wage war on the poor. — En El Salvador ya no existe un poder judicial, tampoco garantías legales o debido proceso ni Estado de derecho. Existe una institución que sigue llamándose “Corte Suprema de Justicia”, pero que está supeditada a los caprichos de Bukele y en la que abundan títeres dispuestos a hacerle la guerra a los pobres.

The six-month pretrial detention imposed by the First Peace Judge of Santa Tecla on environmental lawyer Alejandro Henríquez and evangelical pastor José Ángel Pérez was a politically driven decision aligned with the interests of Nayib Bukele’s dictatorship, not with the rule of law.

This ruling, as Bukele’s government marks its sixth year in power, comes as no surprise. On the contrary, it once again confirms that judges are in short supply in El Salvador, while puppets eager to dictate the fates of the poor—deemed obstacles to the ruling regime—and lock them away for exorbitant stretches under a system devoid of legal safeguards or due process abound.

The case against lawyer Alejandro Henríquez—a regular columnist for GatoEncerrado—and Pastor José Ángel Pérez would crumble in the courts of any nation that still upholds the rule of law and the separation of powers. Any genuine judge would dismiss it outright, but a dictatorship’s puppet is all too willing to take it on and casually decree pretrial detention as if dealing with dangerous transnational criminals plotting an escape. Alejandro and José Ángel are no criminals. They have committed no offenses, and thus the charges against them bear no relation to justice whatsoever.

On the night of May 12, both men were accompanying roughly a hundred residents of the El Bosque Cooperative in a peaceful demonstration to demand aid amid a court order forcing 300 families to vacate their homes and farmlands. In response, members of the Military Police and agents from the Order Maintenance Unit (UMO) cracked down on the crowd, driving them from the area.

Publicly available videos, recorded that very night, make it crystal clear—leaving no room for misinterpretation—that they carried no weapons, were not blocking traffic, and posed no hindrance to pedestrians on the road descending to the Port of La Libertad. Their vigil was shattered by officers who arrived and cornered the protesters, including girls, boys, women, and the elderly.

The footage also reveals that at the moment of Pastor José Ángel Pérez’s arrest, it was the police who resorted to violence. The next morning, on May 13, as lawyer Alejandro Henríquez was about to enter the offices where he works for the Water Forum (Foro del Agua) and Reverdes, a squad of officers was already lying in wait to seize him and charge him alongside the pastor. The offenses they face are public disorder and aggressive resistance. Both charges, as the videos plainly confirm, are baseless. According to the attorneys mounting their defense, Alejandro and José Ángel never incited public disorder nor aggressively resisted their arbitrary arrests.

That being the case, only one explanation remains: the judge has acted in lockstep with the Bukele government’s interests, a regime allergic to criticism that in 2025 has ramped up its repressive crusade against human rights defenders, activists, journalists, and anyone bold enough to challenge its decrees.

Reaching this nadir, where judges are scarce and their roles usurped by dictatorship puppets, stems from a process that began on May 1, 2021, when Bukele first bared his dictatorial ambitions. That day, his servile lawmakers gutted the judiciary and installed an attorney general who functions as just another soldier under the commander-in-chief’s orders, ready to bury any probe that might haul Bukele’s corrupt and shielded cronies before the courts. Then, those same lawmakers pushed through reforms to purge judges from the benches and replace them with faceless puppets who now mete out judgments against the poor who impede the ruling party’s deals and schemes.

El Salvador no longer has a judiciary, nor legal guarantees, due process, or the rule of law. What persists is an institution still dubbed the “Supreme Court of Justice,” but one subservient to Bukele’s whims, teeming with puppets primed to wage war on the poor.

Gato Encerrado: https://gatoencerrado.news/2025/05/31/los-jueces-escasean-en-el-salvador-pero-abundan-los-titeres/

Los jueces escasean en El Salvador, pero abundan los títeres

La detención provisional, por seis meses, que la jueza Primera de Paz de Santa Tecla impuso al abogado ambientalista Alejandro Henríquez y al pastor evangélico José Ángel Pérez fue una decisión política apegada a los intereses de la dictadura de Nayib Bukele y no apegada a derecho.

Esa decisión, cuando ya se cumplen seis años del Gobierno de Bukele, no sorprende. Al contrario, confirma una vez más que en El Salvador escasean los jueces, pero abundan los títeres dispuestos a juzgar las vidas de los pobres que son considerados un estorbo para el oficialismo y encerrarlos en la cárcel por períodos exagerados de tiempo bajo un régimen en el que no existen las garantías legales ni el debido proceso.

El caso en contra del abogado Alejandro Henríquez —habitual columnista de GatoEncerrado— y del pastor José Ángel Pérez es insostenible en los tribunales de cualquier país que conserve un Estado de derecho y en el que aún exista la división de poderes. Cualquier juez desestimaría el caso enseguida, pero un títere de dictadura es capaz de aceptar el caso y decretar la detención provisional a la ligera como si estuviera procesando a peligrosos criminales transnacionales que están buscando fugarse. Alejandro y José Ángel no son delincuentes. No han cometido delitos y, por lo tanto, la acusación en su contra no tiene ninguna explicación relacionada con la justicia. 

La noche del pasado 12 de mayo, ambos estaban acompañando a un centenar de habitantes de la Cooperativa El Bosque en una manifestación pacífica para pedir ayuda ante una orden judicial que los obligaba a desalojar las viviendas y tierras de cultivo de 300 familias. En respuesta, miembros de la Policía Militar y agentes de la Unidad del Mantenimiento del Orden (UMO) reprimieron a la multitud alejándola de la zona en la que estaban. 

Hay videos, que son de dominio público y que fueron grabados esa misma noche, en los que se observa claramente y sin margen a ningún tipo de interpretación que no portaban armas, que no estaban obstruyendo el tráfico ni limitando la circulación de los peatones en la carretera que baja al Puerto de La Libertad. Su vigilia fue interrumpida por los agentes que llegaron y acorralaron a los manifestantes, entre quienes se cuenta a niñas, niños, mujeres y personas de la tercera edad. 

Los videos también muestran que en el momento de la captura del pastor José Ángel Pérez, fueron los policías quienes utilizaron la violencia. A la mañana siguiente, el 13 de mayo, cuando el abogado Alejandro Henríquez estaba por entrar a las oficinas en las que trabaja para el Foro del Agua y Reverdes, un grupo de policías ya lo estaba esperando para capturarlo y acusarlo junto al pastor. Los delitos que enfrentan son desórdenes públicos y resistencia agresiva. Ambos delitos, como se puede corroborar en los videos, no existen. Esto se puede corroborar en los videos. Según la opinión de los abogados que ejercen su defensa, Alejandro y José Ángel nunca protagonizaron desórdenes públicos ni se resistieron de forma agresiva a sus capturas arbitrarias.

Siendo así, solo queda una explicación: la jueza ha actuado según los intereses del Gobierno de Bukele, que es alérgico a la crítica y que en 2025 ha acelerado su cruzada represiva en contra de defensores de derechos humanos, activistas, periodistas y cualquiera que se atreva a cuestionar sus decisiones. 

Llegar hasta este momento, en el que escasean los jueces y sus lugares son usurpados por títeres de dictadura, ha sido un proceso que inició el 1 de mayo de 2021, cuando Bukele comenzó a mostrar sus aspiraciones dictatoriales. Ese día, sus genuflexos diputados decapitaron al poder judicial e impusieron a un fiscal general que actúa como otro soldado más a las órdenes del comandante general y que estuvo dispuesto a enterrar toda investigación que llevara ante la justicia a los corruptos y protegidos de la administración Bukele. Luego, sus diputados hicieron una serie de reformas para expulsar de los tribunales a los jueces e instalar en su lugar a títeres sin rostro que ahora juzgan a los pobres que estorban los negocios y planes del oficialismo. 

En El Salvador ya no existe un poder judicial, tampoco garantías legales o debido proceso ni Estado de derecho. Existe una institución que sigue llamándose “Corte Suprema de Justicia”, pero que está supeditada a los caprichos de Bukele y en la que abundan títeres dispuestos a hacerle la guerra a los pobres.

Gato Encerrado: https://gatoencerrado.news/2025/05/31/los-jueces-escasean-en-el-salvador-pero-abundan-los-titeres/