Between the One Percent and “Alcatraz Caimán” — Entre el 1 % y el “Alcatraz Caimán”

Jul 8, 2025

In a further twist, the plan funds a Justice Department office to assist families of people killed by undocumented offenders, even as the White House orders prosecutors to drop criminal charges against MS-13 leaders so they can be handed over to Nayib Bukele, who has struck deals with the gangs. — Contradictoriamente, se destinan recursos a una oficina en el Departamento de Justicia que atiende a familiares de asesinados por delincuentes indocumentados, mientras la Casa Blanca ordena a sus fiscales que retiren los cargos criminales contra líderes de la MS-13 para entregárselos a Nayib Bukele quien ha pactado con las pandillas.

My joy at seeing the Senate’s budget bill trim the levy on remittances to one percent evaporated almost instantly, for the United States is doubling down on an anti-immigrant agenda more draconian than any in its history. Its spearhead is the infamous, inhumane “Alcatraz Caimán,” a detention complex President Donald Trump inaugurated in the Florida Everglades.

While still Vice President-elect, J. D. Vance had floated a ten-percent surcharge—punitive and fully in line with the campaign’s rhetoric. The House’s first budget draft moderated that to five percent and then to 3.5 percent before passing the baton to the Senate. Intense lobbying by financial corporations finally knocked the figure down to one percent, meaning the levy will seize just one dollar of every hundred a migrant worker wires to relatives. Given that the average Salvadoran household receives about US$300 a month, the bite—three dollars—seems bearable for an undocumented compatriot.

The uproar, however, is not merely over the at least US$150 billion—some experts say as much as US$350 billion—earmarked for migration policy centered on the Department of Homeland Security (DHS) and Immigration and Customs Enforcement (ICE): agencies that build the border wall, stage mass arrests, run detention centers, and orchestrate deportations. The real shock lies in the policy’s nature: the criminalization of migration in a society built by migrants from every corner of the globe, a nation where no native—including Donald Trump—can deny immigrant forebears.

In January 1989, after eight years in office—and as Francis Fukuyama predicted the Soviet Union’s collapse and the Cold War’s end—outgoing President Ronald Reagan declared, “Anyone, from any corner of the Earth, can come to live in the United States and become an American citizen… That, I believe, is one of the most important sources of America’s greatness.” Indeed, Reagan’s 1986 immigration reform legalized more than three million people, among them thousands of Salvadorans who arrived after the 1969 war with Honduras and in the early years of the 1980s civil war.

The Trump budget likewise folds several military branches into ICE operations, fueling well-founded alarm about the militarization of domestic security and disregard for federal court rulings. The blueprint also calls for hiring large numbers of civilian staff for prosecutors’ offices and creating 800 new immigration courts, while boosting financial transfers to state and local governments that cooperate with the crackdown.

In a further twist, the plan funds a Justice Department office to assist families of people killed by undocumented offenders, even as the White House orders prosecutors to drop criminal charges against MS-13 leaders so they can be handed over to Nayib Bukele, who has struck deals with the gangs. Lawmakers and media outlets argue that the administration is betraying victims’ families and undercutting its own executive order labeling MS-13 and Mexican cartels as terrorist organizations threatening U.S. security.

No less paradoxical is the simultaneous hike in the universal processing fee for beneficiaries of humanitarian programs—from today’s US$50 to US$500—while closures are under way for the Parole and TPS programs covering Cuba, Venezuela, and Haiti, and the wind-down of the TPS granted to Honduras and Nicaragua after Hurricane Mitch (1998) has just been announced.

A Fox News poll found that 40 percent of respondents understood little or nothing about the budget; other surveys put its approval below 30 percent. Meanwhile, darker initiatives advance, such as stripping citizenship from several hundred or even thousands among the 25 million naturalized to date. Although the Supreme Court ruled six decades ago that denaturalization is unconstitutional, it left civil-law loopholes through which the Trump administration plans to push its anti-immigrant agenda—and even target new adversaries born abroad, such as South African-born Elon Musk.

Will “Alcatraz Caimán” be replicated across the United States? Yes.

Are we headed toward the end of TPS for El Salvador—granted after the 2001 earthquakes and generously renewed by President Joe Biden on 10 January, shortly before he left the White House? Almost certainly.

Napoleón Campos / Political analyst and expert in international relations

EDH: https://www.elsalvador.com/opinion/editoriales/remesas-alcatraz-caiman-trump-migrantes-tps/1229507/2025/

Entre el 1 % y el “Alcatraz Caimán”

Mi alegría porque el proyecto de presupuesto en el Senado reducía al 1 % el gravamen sobre remesas se desvaneció rápidamente pues la monstruosa política contra migrantes era fortalecida como nunca en la historia estadounidense. El infame e inhumano “Alcatraz Caimán” en los pantanos Everglades de la Florida -inaugurado por el presidente Donald Trump- es la avanzada.

Como vicepresidente electo, J. D. Vance propuso un gravamen del 10%. Medida punitiva coherente con las promesas de campaña. Luego, el primer borrador de presupuesto de la Cámara de Representantes -con perspectiva a la baja- estableció 5 % para desembocar en 3.5 %, cifra que se fue al Senado. Las presiones de las corporaciones financieras dieron resultado para disminuir al 1%: el gravamen arrebatará sólo un dólar por cada 100 que un trabajador migratorio envíe a su familia. Por ejemplo, ante el promedio mensual por hogar en El Salvador de recepción de 300 dólares, el 1% equivale a 3 dólares, razonablemente asimilable para nuestro paisano sin papeles.

La conmoción entonces no es únicamente porque se destinan al menos US$ 150 mil millones (algunos expertos hablan de que serán US$ 350 mil millones) a la política migratoria que gira en torno a la Secretaría de Seguridad Interior y la agencia federal ICE que ejecutan el muro en la frontera con México y los masivos arrestos; organizan las instalaciones de confinamiento y establecen las vías de expulsión. El shock es por el perfil que esa política adquiere: la criminalización de la migración en una sociedad construida con migrantes desde todo el planeta a lo largo de los siglos, una nación en la que ningún nacido -ni Donald Trump- puede negar que desciende de migrantes.

En enero de 1989, tras ocho años de presidencia -cuando Francis Fukuyama veía inminente la caída de la URSS y el fin de la Guerra Fría- el saliente Ronald Reagan afirmó: “Cualquiera, desde cualquier esquina de la Tierra, puede venir a vivir a EE. UU. y convertirse en ciudadano estadounidense…Esto, yo creo, es una de las causas más importantes de la grandeza de EE. UU.”. Efectivamente, Reagan sancionó en 1986 la reforma migratoria que benefició a más de tres millones de migrantes, entre ellos miles de salvadoreños que arribaron tras la Guerra con Honduras de 1969 y en los primeros años de la guerra civil en los 80.

El presupuesto Trump igualmente articula varias ramas de las Fuerzas Armadas a las actividades del ICE por lo que es racional la alarma sobre la militarización de la seguridad interior en una involución autoritaria y de irrespeto a resoluciones de jueces federales. En este entronque, la estrategia se complementa con la contratación sustancial de personal civil para fiscalías y 800 nuevos juzgados sobre migración. Igualmente, incrementa las transferencias financieras a aquellos gobiernos estatales y locales que colaboren con esta política migratoria. 

Contradictoriamente, se destinan recursos a una oficina en el Departamento de Justicia que atiende a familiares de asesinados por delincuentes indocumentados, mientras la Casa Blanca ordena a sus fiscales que retiren los cargos criminales contra líderes de la MS-13 para entregárselos a Nayib Bukele quien ha pactado con las pandillas. Congresistas y medios señalan que así el gobierno Trump traiciona a las familias agraviadas y a su propia ordenanza ejecutiva que designó terroristas a la MS-13 y a los cárteles mexicanos, por constituir una amenaza a la seguridad de EE. UU.

No menos paradójico es que además del 1 % de impuesto sobre las remesas también los ingresos previstos al presupuesto observan un aumento de la tarifa universal para el trámite de quienes han estado cubiertos bajo las figuras humanitarias la cual sube de los 50 dólares actuales a 500, cuando está en curso el cierre de los Parole y TPS para Cuba, Venezuela, Haití, y recién se anuncia la conclusión del TPS/Honduras-Nicaragua otorgado por la destrucción del huracán Mitch (1998).  

Un sondeo de Fox News reveló que el 40 % no entendía mayor cosa o nada del presupuesto. Otras encuestas le otorgan una aprobación debajo del 30%. En el ínterin, otras graves iniciativas avanzan como despojar de la nacionalidad a algunos cientos o miles entre los 25 millones que la han recibido a la fecha. Si bien la Corte Suprema sentenció hace seis décadas que la desnaturalización es inconstitucional, dejó ranuras -en la vía civil- por donde el gobierno Trump se meterá para expandir radicalmente su agenda contra la migración, e incluso para atacar a nuevos adversarios no nacidos en EE. UU. como el sudafricano Elon Musk.

¿Viene entonces la reproducción del “Alcatraz Caimán” en todo EE. UU.? Sí.

¿Vamos hacia el fin del TPS/El Salvador, por los terremotos del 2001, que el presidente Joe Biden generosamente nos refrendó el 10 de enero pasado antes de dejar la Casa Blanca? Seguramente.

Napoleón Campos / Analista político y experto en relaciones internacionales

EDH: https://www.elsalvador.com/opinion/editoriales/remesas-alcatraz-caiman-trump-migrantes-tps/1229507/2025/