“Better to laugh before you cry.
And if you still have a voice, mock them…”
Peasant wisdom from Morazán
When the state-of-exception shredder runs out of gang members to imprison, it simply fabricates a new gang—or floats wild claims about forty thousand hidden gang members still at large. Hence the need to keep the state of exception alive.
Police intelligence concocted that forty-thousand figure and, as a farewell gift, leaked it to the Colombian Andrés Guzmán, who spent several years posing as the Presidential Commissioner for Human Rights before slipping away, unnoticed, to chase consultancy work in Washington, the other human-rights capital. The arithmetic was straightforward: police intelligence counted 120,000 gang members. They arrested—without evidence—100,000 alleged mareros. Of those, at least 20,000 proved to be “collateral damage,” poor kids caught in the wrong place at the wrong time, usually in a marginal neighborhood. Therefore, the story goes, forty thousand terrorists remain to be hunted down, captured, and locked away. From Washington, Guzmán now hawks this math, convinced it will secure his next human-rights contract.
The Prosecutor’s Office is taking its brand-new gang far more seriously. It swept up forty kids from several public high schools—supposed breeding grounds for delinquents—and paraded them as recruiters for an up-and-coming mara eager to seize the territory and business once dominated by MS-13 and Barrio 18.
The evidence the Prosecutor’s Office unveiled is nothing short of extraordinary. One photograph, shot in a student’s home, shows three bills—one-, ten-, and an undetermined-dollar note—plus a few coins. Another image depicts a wallet bulging with cash, although prosecutors did not bother to reveal the amount. A third picture captures an altar to San Simón, a popular saint unrecognized by the Catholic Church, to whom the poor pray for protection. Many remember the statue of San Simón that guarded the La Luna bar. Perhaps that alone suffices for prosecutors to brand it proof of malice. Who knows…
Five of the detainees carry the added stigma of being volunteer paramedics with the Cruz Verde (Green Cross). To conceal their criminal lives, they allegedly spend weekends on the streets aiding victims of traffic accidents and natural disasters.
Prosecutors displayed photos of the arrested youths to the press yet curiously omitted their ages. We therefore do not know whether prosecutors and police violated the law that forbids publishing images of minors. If they did, we must assume it was for “national security.” Doubt arises, however, when one sees a picture of eleven detainees standing in a row. They look more like an under-eighteen football squad than gangsters—save for the white clothing meant to brand them as criminals.
The poor-grinding machinery needs raw material, and it continues to find it among marginalized youth. If the apparatus proceeds at the pace of the San Bartolo cordon—two hundred troops for a single alleged gang member—our state of exception will never end.
In all seriousness: Anyone who still believes that, thirty-eight months into the state of exception, we enjoy public safety that allows everyone to live without fear should visit the poor neighborhoods. The “new gang” is not being formed in public high schools; it is being forged in barracks and police stations.
Regards,
Paolo Lüers
EDH: https://www.elsalvador.com/opinion/cartas-de-paolo/carta-sobre-la-nueva-pandilla/1227791/2025/
Carta sobre la nueva pandilla
“Antes de llorar, mejor reír.
Y si te queda voz, burlate…”
Sabiduría campesina de Morazán
Cuando la máquina trituradora del régimen de excepción se queda sin pandilleros a encarcelar, se inventan una nueva pandilla – o números locos sobre 40 mil pandilleros escondidos que hacen falta buscar. Por tanto, se necesita mantener vigente el estado de excepción.
La cifra de los 40 mil se la inventó la inteligencia policial, y la filtró, como regalo de despedida, al colombiano Andrés Guzmán, quien figuró varios años como Comisionado de Derechos Humanos de la Presidencia de la República, hasta que se fue sin pena ni gloria para buscar consultorías en Washington, la otra capital de los Derechos Humanos. La matemática fue simple: la inteligencia policial contó 120 mil pandilleros. Capturaron, aunque sin pruebas, a 100 mil supuestos mareros. Pero, de estos un mínimo de 20 mil resultaron ser “daños colaterales”, o sea bichos pobres que estaban en el momento y lugar equivocado, normalmente en una barrio marginal. Entonces, según ellos, faltan 40 mil terroristas por buscar, capturar y encerrar. Hoy, Andrés Guzmán, difunde esta matemática desde Washington, pensando que le ayudará a conseguir su nueva consultoría en Derechos Humanos.
Más en serio va la fiscalía con su nueva pandilla. Agarraron a 40 bichos de varios institutos nacionales, donde según ellos, estudian los maleantes, y los presentaron como reclutadores de una nueva mara, que tratará de ocupar el espacio y los negocios de las clásicas pandillas MS13 y Barrio 18.
Las pruebas que publicó la fiscalía son extraordinarias: en una foto, tomada en la casa de uno de los estudiantes, se ven 3 billetes, uno de $1, otro de 10$ y otro que no se sabe de cuanto, más unas monedas. En otra foto sale una billetera, en la cual se ve un fajo de billetes, pero no se han tomado la molestia de exhibir el contenido. También hay una foto de un altar de San Simón, un santo popular no reconocido por la Iglesia Católica, a quien los pobres rezan por su protección. Muchos recordamos la figura de San Simón que vigilaba el bar La Luna. ¿Será que por esto que la fiscalía la toma como prueba de malicia? Quien sabe…
5 de los bichos detenidos tienen el agravante de ser brigadistas voluntarios de la Cruz Verde. Para esconder su vida delictiva pasan los fines de semana en las calles para socorrer a víctimas de accidentes o desastres naturales.
La fiscalía ha presentado ante las cámaras de la prensa fotos de jóvenes detenidos, pero curiosamente sin detallar sus edades. Así que no sabemos si los fiscales y policías violaron la ley que les prohíbe publicar las caras de menores de edad. Si lo hicieron, debemos asumir que es por “seguridad nacional”. Aunque a uno le pueden asaltar dudas, viendo una foto en la cual aparecen, formados en fila, 11 de los bichos detenidos. Parecen más a un equipo de fútbol de la Sub18 que a mareros. Sólo que los vistieron en blanco para dejar claro que son delincuentes.
La trituradora de pobres necesita materia prima. Sigue encontrándola entre los jóvenes marginados. Si esta maquinaria va al ritmo del cerco militar de San Bartolo, con 200 efectivos, deteniendo a un solo presunto pandillero- tendremos régimen de excepción para siempre.
Ahora hablando en serio: Quien sigue creyendo que ahora, a 38 meses de estado de excepción, tenemos una seguridad ciudadana que garantiza a toda la gente poder vivir sin miedo, vaya a ver los barrios de los pobres. La “nueva pandilla” no se está formando en los institutos nacionales, sino en los cuarteles y delegaciones policiales.
Saludos, Paolo Lüers
EDH: https://www.elsalvador.com/opinion/cartas-de-paolo/carta-sobre-la-nueva-pandilla/1227791/2025/