Caballero told El Diario de Hoy that the human-rights situation in El Salvador “requires particular attention,” especially in light of the arrest and hotly contested indictment of constitutional lawyer Enrique Anaya and his anti-corruption colleague, Ruth López.
“We are deeply concerned about the measures being taken to corner human-rights organizations, whether through legislative initiatives or overt persecution,” the IACHR chair said, previewing a special report scheduled for release this Friday.
On Tuesday a Justice of the Peace ordered that Anaya—an El Diario de Hoy columnist who has denounced the regime’s abuses and protested vehemently over his colleague’s arrest—remain in pre-trial detention while formal proceedings move forward.
Like others detained under similar circumstances, including Ruth López, he stands accused of alleged money laundering. At the same time, the court has placed the case details under seal, a move that legal specialists say is designed to hobble the defendants at all costs, even denying them bail or house arrest. Anaya’s attorney described the situation as “come hell or high water,” the same path the authorities have taken against another attorney, an evangelical pastor, three transport workers—one of whom died in prison—and several other individuals targeted by the regime.
“Despite every argument we presented and all the effort we poured into this stage of the proceedings, unfortunately we could not prevail, and Enrique will therefore remain behind bars,” defense lawyer Jaime Quintanilla explained after the preliminary hearing—held before a judge two weeks after the 7 June arrest—which lasted three hours.
The Supreme Court agreed to open a habeas corpus proceeding on Anaya’s behalf to determine the legality of the arrest and the prosecution, having preliminarily acknowledged “violations of the rights to health and to legal defense.”
The Court also ordered a separate habeas corpus proceeding—an “exhibition of the person and of the case”—but “fails to address the violation of due process, refuses to recognize the arbitrary nature of the detention, and endorses the application of the timelines created under the state of exception to ordinary crimes, thereby infringing rights that the Constitution guarantees to everyone without distinction,” denounced the human-rights organization Cristosal, for which López investigates governmental corruption.
The message is clear: the regime does not want criticism or scrutiny
Several humanitarian organizations contend that these arrests are intended to silence voices critical of Bukelismo and to warn the public that the same fate can befall anyone who dares to question it.
Last week, a survey by the Universidad Centroamericana found that six out of ten Salvadorans are afraid to criticize the regime because doing so could bring them “negative consequences,” such as detention.
The government itself has admitted that, in its declared pursuit of gang members, it sent eight thousand innocent people to prison. More than 400 of them died in custody, according to Socorro Jurídico Humanitario (Legal Humanitarian Aid).
On 6 June the IACHR—an autonomous body of the Organization of American States (OAS)—expressed its concern over the “recent detentions (in El Salvador) of human-rights defenders.”
El Salvador is living through a difficult moment under a regime that no longer cares if it is branded a “dictatorship” or if it reaches the same extremes of censorship and repression seen in Nicaragua and Venezuela. Jailing more than 250 Venezuelans and offering the country as a “gulag” has stripped away the façade of a “security and democracy model” it once tried to present to the world.
“Contra viento y marea” procesan al abogado Enrique Anaya
El jurista expresó a El Diario de Hoy que la situación de El Salvador en materia de garantías fundamentales “requiere una atención particular”, sobre todo ante la captura y cuestionado encausamiento del abogado constitucionalista Enrique Anaya y de su colega en lucha anticorrupción, Ruth López.
“Estamos viendo con mucha preocupación la incidencia para acotar a las organizaciones de defensa de los derechos humanos con medidas legislativas y con abierta persecución”, dijo el titular del organismo en la antesala de un informe especial que está previsto se presente este viernes.
Un juzgado de Paz ordenó este martes que Anaya, columnista de El Diario de Hoy y quien ha denunciado abiertamente los abusos del régimen y reclamó duramente por la captura de su colega, siga en prisión provisional mientras se le procesa formalmente.
Como a otros detenidos en similares circunstancias, entre ellos Ruth López, se le acusa de un presunto lavado de dinero, pero al mismo tiempo se ha ordenado que se oculten los detalles del proceso que, para especialistas del Derecho, parece buscar afectarlos a toda costa, incluso para no permitirles salir bajo fianza o arresto domiciliario. El abogado de Anaya lo definió así: “contra viento y marea”, porque no se atendieron los argumentos de la defensa y es el mismo rumbo seguido contra otro abogado, un pastor evangélico, tres transportistas —uno más murió bajo custodia penitenciaria— y otras personas marcadas por el régimen.
“No obstante todas las justificaciones que como defensa y el esfuerzo que hicimos para esta etapa… lamentablemente no pudimos lograrlo, entonces Enrique va a mantenerse detenido», explicó el defensor Jaime Quintanilla tras la audiencia inicial con un juez —dos semanas después de la captura, el 7 de junio— que duró tres horas.
La Corte Suprema accedió a abrir un procedimiento de “habeas corpus” para Anaya para determinar si es legal o no la detención y el proceso, tras reconocer preliminarmente «la vulneración de los derechos a la salud y la defensa».
La Corte también ordenó un proceso de “habeas corpus” o “exhibición de la persona y su caso”, pero “omite pronunciarse sobre la violación al debido proceso, no reconoce la detención arbitraria y avala la aplicación de los plazos del régimen de excepción a delitos comunes, vulnerando con ello derechos que la Constitución garantiza a todas las personas sin distinción”, denunció la organización humanitaria Cristosal, para la que trabaja López en la investigación de la corrupción gubernamental.
El mensaje es que el régimen no quiere críticas ni cuestionamientos
Varias organizaciones humanitarias han denunciado que estas capturas realmente buscan acallar las voces críticas contra bukelismo y enviar un mensaje a la población de que lo mismo le puede suceder al que lo cuestione.
La semana anterior, una encuesta de la Universidad Centroamericana estableció que seis de cada diez salvadoreños temen criticar al régimen, pues puede acarrearles «consecuencias negativas», como ser detenido.
El mismo gobierno ha reconocido que, con el son de perseguir a las pandillas, mandó a la cárcel a ocho mil personas que nada tenían que ver. Más de 400 de ellas murieron bajo custodia penitenciaria, según la organización Socorro Jurídico Humanitario.
El 6 de junio, la CIDH, un organismo autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), manifestó su preocupación por las «detenciones recientes (en El Salvador) contra personas defensoras de derechos humanos».
El Salvador vive un momento difícil con un régimen al que ya no le importa que lo cataloguen como una “dictadura” ni caer en los extremos de censura y represión de Nicaragua y Venezuela, pues encarcelar y negar derechos básicos a más de 250 venezolanos y ofrecer al país como un “gulag” le quitó la máscara de “modelo de seguridad y democracia” que pretendía mostrar al mundo.