Dozens of journalists from El Salvador have gone into exile over the last month in the face of escalating government harassment, intimidation and arbitrary press restrictions, according to the Journalists Association of El Salvador.
The group, known by its Spanish acronym APES, warned in a press release of “strong indications that the state has specific lists for surveillance, intimidation, and even arrests of human rights defenders and journalists” within El Salvador.
APES estimates that 40 journalists, fearing arrest, have had to leave the Central American country in the last month as President Nayib Bukele has escalated his crackdown on his critics. Several among those exiled are reporters at award-winning investigative outlet and ICIJ media partner El Faro.
Expansive arrests and incarcerations have been a hallmark of Bukele’s regime as moves to rein in the country’s gang violence have spun out into unchecked human rights violations and blatant disregard for due process, according to critics.
On Monday, June 23, the head of a human rights nonprofit posted a video on social media saying she had to flee El Salvador because she received information that there could be an arrest warrant against her. Her organization had reported harassment against its employees earlier this month. In May, two lawyers critical of Bukele’s government were arrested.
El Faro, the investigative outlet, first sounded the alarm over the government’s alleged intention to arrest its staff last month. In a May 3 post on X, formerly Twitter, El Faro’s founder and ICIJ member Carlos Dada warned he had received information from a reliable source that the Attorney General’s Office was preparing arrest warrants against reporters who worked on stories about the president’s alleged ties to a gang. Two days later, the outlet said in a statement that a source had shared evidence that at least seven warrants were being prepared.
If the arrests were to happen, the statement warned, it would be the first time in decades that prosecutors sought to press charges against journalists for their work.
El Faro quickly worked to move some of their reporters out of the country, the outlet’s editor-in-chief, Óscar Martínez, told ICIJ on May 14.
“We are faced with the need to calculate our next steps,” Martínez said over the phone. “That means, to use preventative exits for some team members.”
The tip off came as El Faro reported and published an interview with two former leaders of the Barrio 18 gang, once one of the most powerful criminal organizations in El Salvador. El Faro’s reporting revealed new information about Bukele’s alleged “years-long relationship to — and negotiation with — Salvadoran gangs” dating back to before Bukele’s presidency, when he was running for mayor of the capital city San Salvador in 2014, according to the recent statement.
In the interview, which marked the first time that former gang members had spoken on camera, one of them claimed Bukele had cut a deal with his gang in exchange for votes in the communities they controlled. Both alleged Bukele had been complicit in their escape from the country in the face of arrest warrants. Bukele did not respond to El Faro but appeared to mock the allegations in a social media post.
El Faro editor Nelson Rauda was among those who left the country before the interview’s publication, he said in an interview with U.S. news program Democracy Now.
“A Salvadoran prison is the last place that you want to be in. So I exited the country,” Rauda said. “Right now, we don’t know when we will be able to come back. We don’t know. We have our whole lives in El Salvador. We have families, and our job is there, and houses. But we’re trying to make sure that we are safe first,” he added.
El Salvador’s prison system has become a symbol of Bukele’s power, specifically the Terrorism Confinement Center, or CECOT, a mega facility also currently holding undocumented migrants from the United States under an agreement with the Trump administration.
“The mass departure of these colleagues leaves a climate of increased fear in El Salvador,” APES, the country’s journalism association, wrote in its statement. “No government or institution should use its power to silence voices, persecute journalists and human rights defenders, or limit access to information.”
Al menos 40 periodistas han huido de El Salvador ante el temor de ser encarcelados
Decenas de periodistas salvadoreños se han exiliado en el último mes debido al creciente hostigamiento oficial, la intimidación y las restricciones arbitrarias a la prensa, según la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES).
En un comunicado, la APES —por sus siglas en español— alertó sobre “fuertes indicios de que el Estado cuenta con listas específicas para vigilar, intimidar e incluso detener a defensores de derechos humanos y periodistas” dentro del país.
La gremial calcula que 40 comunicadores, temerosos de ser arrestados, han debido salir de El Salvador en las últimas cuatro semanas, mientras el presidente Nayib Bukele intensifica la represión contra sus críticos. Entre los exiliados figuran varios reporteros de El Faro, medio de investigación galardonado y socio del International Consortium of Investigative Journalists (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, ICIJ).
Los arrestos y encarcelamientos masivos se han convertido en la marca de la administración Bukele: la estrategia oficial para frenar la violencia de las pandillas, sostienen sus detractores, ha derivado en violaciones descontroladas de derechos humanos y un desprecio abierto por el debido proceso.
El lunes 23 de junio, la directora de una organización humanitaria publicó un video en redes sociales para anunciar que había abandonado El Salvador tras enterarse de la posible existencia de una orden de captura en su contra. Su entidad ya había denunciado el acoso a sus empleados a principios de mes. En mayo, la Policía detuvo a dos abogados críticos del Gobierno.
El Faro encendió las alarmas el mes pasado al recibir indicios de que el Ejecutivo planeaba detener a parte de su plantilla. El 3 de mayo, el fundador del medio y miembro del ICIJ, Carlos Dada, publicó en X —antes Twitter— que una fuente confiable le había informado que la Attorney General’s Office (Fiscalía General de la República, FGR) preparaba órdenes de arresto contra reporteros que investigaron los supuestos vínculos del presidente con una pandilla. Dos días después, El Faro afirmó en un comunicado que otra fuente le había mostrado pruebas de que al menos siete órdenes estaban en proceso.
De concretarse, sería la primera vez en décadas que los fiscales salvadoreños intentan imputar a periodistas por su trabajo, advertía el documento.
El medio actuó con rapidez para sacar del país a parte de su equipo, contó su editor en jefe, Óscar Martínez, al ICIJ el 14 de mayo.
“Tenemos que calcular bien los próximos pasos”, dijo por teléfono. “Eso implica sacar preventivamente a algunos compañeros”.
La alerta llegó mientras El Faro publicaba una entrevista con dos exlíderes de la pandilla Barrio 18, en otro tiempo una de las organizaciones criminales más poderosas del país. El reportaje reveló nuevos datos sobre la presunta “relación y negociación de años” de Bukele con las pandillas, que se remontaría a 2014, cuando él era candidato a la alcaldía de San Salvador.
En la conversación —la primera vez que antiguos pandilleros hablaban ante cámara—, uno de ellos aseguró que Bukele pactó con su organización a cambio de votos en los territorios que controlaban. Ambos sostuvieron que el mandatario incluso facilitó su salida de El Salvador pese a tener órdenes de captura. Bukele no respondió a El Faro, pero pareció burlarse de las acusaciones en una publicación en redes sociales.
El editor de El Faro Nelson Rauda fue uno de los que dejó el país antes de la difusión de la entrevista, reveló en el programa estadounidense Democracy Now!
“Una cárcel salvadoreña es lo último donde uno quiere terminar. Por eso salí”, dijo. “No sabemos cuándo podremos regresar. Toda nuestra vida está allá: familia, casa y trabajo. Primero debemos garantizar nuestra seguridad”.
El sistema penitenciario salvadoreño se ha vuelto un símbolo del poder de Bukele, en especial el Terrorism Confinement Center (Centro de Confinamiento del Terrorismo, CECOT), una megacárcel que, en virtud de un acuerdo con la administración Trump, también aloja a migrantes indocumentados provenientes de Estados Unidos.
“La salida masiva de estos colegas deja un clima de mayor miedo en El Salvador”, denunció la APES en su comunicado. “Ningún gobierno ni institución debería usar su poder para silenciar voces, perseguir a periodistas y defensores de derechos humanos, o limitar el acceso a la información”.