The spurned group included the first family member of a detainee to come to the Central American nation in hopes of establishing contact with them.
More than 250 Venezuelans were expelled by the United States to El Salvador in March after being accused of being members of the Tren de Aragua criminal gang.
“I came with great hope,” Jhoanna Sanguino, the aunt of 24-year-old Widmer Agelvis Sanguino, told AFP shortly before leaving El Salvador.
“I promised my sister that her boy would soon be free, and I promised many mothers. I don’t want them to lose faith. We were so close, yet so far away,” she said.
Sanguino was accompanied by Reina Cardenas, a friend of deportee Andry Hernandez Romero, and activists from the Amparo Foundation, a human rights NGO providing legal support to some of the Venezuelans.
They said their request to visit the migrants in the high-security CECOT prison built by President Nayib Bukele to house gang members was unsuccessful.
US President Donald Trump invoked rarely used wartime laws to fly many of the migrants to El Salvador without holding any court hearings.
His administration struck a deal to pay the government of ally Bukele millions of dollars to hold the deportees in prison.
“There are 252 Venezuelans whose families are crying and fighting for them,” said Sanguino.
Relatives are waiting in Venezuela for “some contact, by phone or a letter, some proof of life,” she said.
A law firm hired by Caracas to represent some of the other detained Venezuelans also says that it has been denied access.
Niegan visita en cárcel salvadoreña a defensores de venezolanos deportados
En el grupo, cuya solicitud fue denegada, se encontraba el primer familiar de un detenido que llega a la nación centroamericana con la esperanza de establecer contacto con ellos.
Más de 250 venezolanos fueron expulsados por Estados Unidos a El Salvador en marzo tras ser acusados de pertenecer a la banda criminal Tren de Aragua.
«Vine con mucha esperanza», dijo a la AFP Jhoanna Sanguino, tía de Widmer Agelvis Sanguino, de 24 años, poco antes de abandonar El Salvador.
«Le prometí a mi hermana que su muchacho pronto estaría libre y se lo prometí a muchas madres. No quiero que pierdan la fe. Estuvimos tan cerca y a la vez tan lejos», dijo.
Sanguino estaba acompañada por Reina Cárdenas, amiga del deportado Andry Hernández Romero, y por activistas de la Amparo Foundation, una ONG de derechos humanos que brinda apoyo legal a algunos de los venezolanos.
Dijeron que su solicitud para visitar a los migrantes en la prisión de máxima seguridad CECOT, construida por el presidente Nayib Bukele para albergar a pandilleros, no tuvo éxito.
El presidente estadounidense Donald Trump invocó leyes de guerra raramente utilizadas para trasladar por aire a muchos de los migrantes a El Salvador sin celebrar audiencias judiciales.
Su administración llegó a un acuerdo para pagar al gobierno de su aliado Bukele millones de dólares para mantener a los deportados en prisión.
«Hay 252 venezolanos por los que sus familias lloran y luchan», dijo Sanguino.
Los familiares esperan en Venezuela «algún contacto, por teléfono o una carta, alguna prueba de vida», dijo.
Un bufete de abogados contratado por Caracas para representar a algunos de los otros venezolanos detenidos también afirma que se le ha negado el acceso.