With the recent arrest of constitutional lawyer Enrique Anaya, accused of illicit enrichment, civil society organizations have documented 33 cases of political prisoners and 120 persecuted and exiled individuals under the Nayib Bukele administration.
Lourdes Palacios, coordinator of the Committee of Relatives of Political Prisoners and Persecuted Persons of El Salvador (Cofappes), explains that political judicialization is occurring, meaning that institutions like the Attorney General’s Office (FGR), the National Civil Police (PNC), and the Judiciary are pursuing legal action against human rights defenders or those with a dissenting voice.
She also notes that the criteria for classifying someone as a political prisoner include violations of their rights and a lack of due process, such as in cases where defendants are denied access to their lawyers to prepare a defense and have no communication with their families; if they are discriminated against for ideological reasons; or if there is a disproportionality between the alleged crimes and the sentences. As an example, she cited that Alejandro Henríquez and José Ángel Pérez of the El Bosque Cooperative will be held in detention for at least six months, accused of public disorder and resisting arrest.
“There is a political decision to imprison people. The lack of due process means the right to a defense is not guaranteed, in addition to cases being placed under seal and the occurrence of enforced disappearances when families are not informed of the detainees’ whereabouts. All of these arbitrary actions, carried out by state institutions, are what lead to people being considered political prisoners,” Palacios indicated.
Cases such as that of human rights defender Ruth López; former signatory of the Peace Accords, Atilio Montalvo; and the recent cases of El Bosque Cooperative members Fidel Zavala, Rudy Joya, and Ivania Cruz, among others, are classified as political persecution. So too is the fact that other people, including journalists recently, have had to leave the country. Because of this, Cofappes states that actions against people critical of the government have intensified.
For her part, Silvia Montalvo, daughter of Atilio Montalvo, shared her family’s experience with the effects of political persecution. She also noted that they have not been notified of a scheduled hearing, even though the investigative phase ends on June 16 of this year.
“We are distraught. A year has already passed and we are waiting for them to set a date for the evidence presentation hearing, as well as the hearing for the request for alternative measures, which we submitted seven months ago, and we have not received a response to date,” she mentioned.
These statements were given during the forum “The Situation of Political Prisoners in El Salvador,” organized by students from the Information and Modern Societies course of the Journalism degree program at the University of El Salvador.
The organizations point out that international bodies such as Amnesty International, Human Rights Watch (HRW), and various rapporteurs and Working Groups of the United Nations (UN) have asked the Salvadoran state to guarantee due process in prosecuted cases, but the sealing of cases makes it difficult to obtain information about the accusations against human rights defenders.
Meanwhile, content creator Bethy Arana indicated that human rights defenders and others with “critical voices” are “afraid” that proceedings could be initiated against them.
“We are seeing a series of irregularities that have not occurred in other times. Although there is a kind of threat to those of us who are critical voices, I believe we must continue calling it out. Today it’s them, but tomorrow it could even be me. I won’t deny that at any moment, something could be launched against me,” she said.
Comité contabiliza 153 casos de presos y perseguidos políticos
Con la reciente captura del abogado constitucionalista, Enrique Anaya, acusado de enriquecimiento ilícito, organizaciones civiles han documentado 33 casos de presos políticos y 120 perseguidos y exiliados bajo la administración de Nayib Bukele.
Lourdes Palacios, coordinadora del Comité de Familiares de Presos y Perseguidos Políticos de El Salvador (Cofappes), expone que hay judicialización política, en el sentido que instituciones como la Fiscalía General de la República (FGR), Policía Nacional Civil (PNC) y el Órgano Judicial realizan procesos judiciales contra personas que son defensores de derechos humanos o que tienen una voz disidente.
Además, indica que dentro de los lineamientos para tipificar que una persona es presa política están las vulneraciones a sus derechos, la falta de un debido proceso, como los casos en los que los imputados no tienen acceso a sus abogados para preparar la defensa y no hay comunicación con sus familiares; si es discriminado por razones ideológicas; si hay desproporción entre los delitos y las penas, poniendo como ejemplo que Alejandro Henríquez y José Ángel Pérez, de la Cooperativa El Bosque estarán al menos seis meses en detención acusados de desórdenes públicos y resistencia.
Hay una decisión política para meter a la cárcel a personas. Con la falta al debido proceso no se garantiza el derecho a la defensa, además de poner en reserva los casos y que se dan las desapariciones forzadas al no informar a las familias sobre dónde están los detenidos. Todas estas arbitrariedades, puestas desde la institucionalidad, hacen que las personas sean consideradas como presas políticas”, indicó Palacios.
Casos como el de la defensora de derechos humanos, Ruth López; el exfirmante de los Acuerdos de Paz, Atilio Montalvo y los recientes casos de la Cooperativa El Bosque, Fidel Zavala, Rudy Joya e Ivania Cruz, entre otros, son catalogados como persecución política, así como el que otras personas tengan que dejar el país, como recientes casos de periodistas, por lo que Cofappes expone que se ha intensificado acciones en contra personas que tienen una voz crítica al Gobierno.
Por su parte, Silvia Montalvo, hija de Atilio Montalvo, compartió la experiencia en cuanto a las afectaciones como familia en casos de persecución política, pero también que no han tenido notificación que se haya programado audiencia a pesar que el 16 de junio de este año termina el periodo de instrucción.
“Estamos angustiados, ya pasó un año y estamos esperando que dicten la fecha de la audiencia en la presentación de pruebas, así como la audiencia de solicitud de medidas sustitutivas que han pasado ya siete meses desde que los presentamos y no hemos tenido respuesta hasta la fecha”, mencionó.
Estas declaraciones fueron brindadas en el marco del foro “Situación de los Presos Políticos en El Salvador”, organizado por estudiantes de la materia Información y Sociedades Actuales de la carrera de Licenciatura en Periodismo de la Universidad de El Salvador.
Las organizaciones señalan que organismos internacionales como Amnistía Internacional, Human Rights Watch (HRW), así como diferentes relatores y Grupos de Trabajos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), han pedido al Estado salvadoreño garantías para un debido proceso en los casos judicializados, pero la reserva en los casos dificulta que se pueda tener información sobre las acusaciones a defensores de derechos humanos.
Por su parte, Bethy Arana, creadora de contenido, indicó que personas defensoras de derechos humanos y otras con “voces críticas” tienen “temor” de que pueda realizarse algún proceso en su contra.
“Estamos viendo una serie de irregularidades que no se habían dado en otros tiempos. Pese a que existe una especie de amenaza para los que somos voces críticas, creo que debemos seguir denunciando. Ahora son ellos, pero mañana incluso puedo ser yo, no voy a negar que en un momento se vaya a desatar algo en contra”, indicó.