About to begin his seventh year in power—the second beyond the limits established in El Salvador’s Constitution—Nayib Bukele remains an enormously popular president, despite having consolidated an international image as a “dictator.” It is a label that doesn’t bother him in the least, he said in his address to the nation on Sunday. On Monday, one of the most reliable opinion polls in the Central American country gave him an approval rating of 8.5 out of 10.
According to the poll released by LPG Datos, the polling firm of La Prensa Gráfica, Bukele ended his sixth year in power with the approval of 85.2% of the population, his main achievement being the dismantling of criminal gangs and the historic reduction of the homicide rate.
Since coming to power in 2019, Bukele has maintained an approval rating above 80%. This is unique in Latin American politics, which is accustomed to leaders’ popularity declining over time. The same study shows, however, that, compared to 2023, his approval rating has slightly decreased by six points, dropping from 91% to 85%. The study does not show data for 2024.
Another poll published in late May by CID Gallup, a firm that conducts polls in Central America, the Caribbean and South America, also gave him an 85% approval rating. This survey also showed that Salvadorans’ perception of whether the country is headed in the right direction fell 14 points, from 87% to 73%.
The LPG Datos survey published this Monday also shows a slight increase in the population that disapproves of the president. In 2023, that percentage was 6.9%, while for 2025 it is 10.8%. Respondents cited the economy, the rising cost of living, and deficiencies in public health as the main problems. Only 1.4% of the population considered the concentration of power in a single individual to be a problem.
Since coming to power in 2019, Bukele has embarked on a race to concentrate all power in a single figure: himself. Over the course of six years, he has crushed the traditional party system, secured an absolute majority in the Legislative Assembly thanks to his enormous popularity, and used it from day one to irregularly replace all the Supreme Court justices and replace the Attorney General. He later carried out a judicial purge to appoint judges to his liking, and more recently, he took over the electoral tribunal.
Of his six years as president, three have been spent under his most powerful weapon to date: the state of emergency, a measure contemplated in the constitution for temporary and extraordinary emergencies, the application of which has been justified as a means of combating gangs. This measure, which was supposed to last for just one month, has now been renewed 39 times.
Over the past year, Bukele has used the tool designed to combat gangs for political gain to pursue, capture, and prosecute activists and human rights defenders. The latest attack occurred last May, after the Military Police repressed a peasant demonstration in front of the president’s house and detained two of its leaders, José Ángel Pérez and Alejandro Henríquez. Both were charged with disturbing the peace and resisting arrest. Although both are low-level offenses, the Prosecutor’s Office has applied the same time limits on the charges as established under the state of emergency.
In his speech broadcast this Sunday on the occasion of his sixth year in power, Bukele criticized human rights organizations and journalists. “To the international media, you know what? I don’t care if they call me a dictator. It’s better than having Salvadorans killed in the streets,” he said.
He also took the opportunity to attack human rights organizations and justify his most recent “Foreign Agents Law,” which will allow the president to decide which human rights organizations get to work in the country and which do not, in addition to imposing a 30% tax on those he deems to have political influence. This measure is similar to the one imposed in Daniel Ortega’s Nicaragua in 2021.
A Sunday publication in the online newspaper El Faro has reported on the existence of political prisoners in El Salvador for the first time since the civil war. The report states that by March 2025, there were 28 political prisoners in El Salvador while 92 more were being persecuted for their political beliefs.
Currently, political options in El Salvador are almost nonexistent given Bukele’s predominance. The few individuals who have dared to challenge him are either in prison or have left the country. It remains to be seen whether a figure will emerge in the coming years who can compete with him. For now, there isn’t one.
El País English: https://english.elpais.com/international/2025-06-03/bukele-maintains-his-enormous-popularity-despite-his-image-as-a-dictator.html
Bukele mantiene su enorme popularidad a pesar de su imagen de “dictador”
A punto de iniciar su séptimo año en el poder —el segundo más allá de lo establecido en la Constitución de El Salvador—, Nayib Bukele sigue siendo un presidente enormemente popular, pese a haber consolidado a escala internacional su imagen de “dictador”. Un calificativo que, según dijo el domingo en su discurso a la nación, no le preocupa en lo más mínimo. Este lunes, una de las encuestas de opinión más confiables del país centroamericano le atribuyó una aprobación de 8,5 sobre 10.
De acuerdo con la encuesta publicada por LPG Datos, la casa encuestadora de La Prensa Gráfica, Bukele cerró su sexto año en el poder con la aprobación del 85,2% de la población, siendo su principal logro la desarticulación de las pandillas y la reducción histórica de homicidios a escala nacional.
Desde su llegada al poder, en 2019, Bukele ha mantenido una aprobación por encima del 80%. Todo un fenómeno en la política latinoamericana acostumbrada a que los mandatarios vayan decayendo con el tiempo. El mismo estudio muestra, sin embargo, que, en comparación con 2023, la población que lo aprueba ha tenido una leve reducción de seis puntos, bajando de 91 al 85. El estudio no muestra datos del 2024.
Otra encuesta publicada a finales de mayo por CID Gallup, una firma que realiza mediciones en América Central, el Caribe y Sudamérica, le asignó también el 85% de aprobación. Este sondeo también reflejó el aumento de las dudas entre los salvadoreños, ya que la percepción sobre si el país va en el rumbo correcto bajó 14 puntos, pasando del 87% al 73%.
La encuesta de LPG Datos publicada este lunes muestra también un leve aumento en la población que desaprueba al presidente. En 2023, ese porcentaje fue del 6,9% mientras que para 2025 es del 10,8%. Como principal problema, la población salvadoreña señala la economía, el aumento del costo de la vida y deficiencias en la salud pública. Apenas el 1,4% de la población consideró que la concentración de poder en un solo hombre es un problema.
Desde su llegada al Gobierno, en 2019, Bukele emprendió una carrera por concentrar todo el poder en una sola figura: él mismo. A lo largo de seis años, aplastó el sistema de partidos tradicionales, se hizo con la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa gracias a su enorme popularidad y la usó desde el día uno para sustituir a todos los magistrados de la Corte Suprema de Justicia de manera irregular y sustituir al fiscal general. Más tarde hizo una purga judicial para poner jueces a su medida y más recientemente se tomó el tribunal electoral.
De sus seis años como presidente, tres de ellos los ha gobernado abrigado con su arma más poderosa hasta hoy: el régimen de excepción, una medida contemplada en la constitución en casos de emergencia con carácter temporal y extraordinario y cuya aplicación ha sido justificada con el argumento de combatir a las pandillas. Esta medida que debía durar un mes se ha renovado ya 39 veces.
En el último año, Bukele ha usado la herramienta concebida para combatir a las pandillas con fines políticos para perseguir, capturar y procesar a activistas y defensores de derechos humanos.
Su última embestida ocurrió en mayo pasado, luego de que la Policía Militar reprimiera una manifestación campesina frente a la casa del mandatario y capturara a dos de sus líderes, José Ángel Pérez y Alejandro Henríquez. Ambos fueron acusados de desórdenes públicos y resistencia agresiva. Aunque ambos delitos son comunes, en la acusación, la Fiscalía aplicó los mismos plazos establecidos en el régimen de excepción.
En su discurso transmitido este domingo con motivo de su sexto año en el poder, Bukele reaccionó atacando a los organismos defensores de derechos humanos y a los periodistas. Sobre los señalamientos dijo “A los medios internacionales, ¿saben qué? Me tiene sin cuidado que me llamen dictador. Prefiero eso a que maten salvadoreños en la calle”.
También aprovechó para atacar a las organizaciones de derechos humanos y para justificar su más reciente “Ley de Agentes Extranjeros” con la que el mandatarios decidirá qué organización de derechos humanos trabaja en el país y cuál no, además de gravar con un 30% de impuestos a las que él considere que tienen incidencia política. Esta medida es similar a la impuesta en la Nicargua de Daniel Ortega en el año 2021.
Una publicación del domingo en el periódico digital El Faro ha señalado por primera vez la existencia de presos políticos en El Salvador desde la guerra civil. El informe asegura que para marzo de 2025 había uno 28 presos políticos en El Salvador y 92 perseguidos políticos. “El 95 % de los casos son personas “progresistas, de movimientos sociales, sindicales o ambientalistas”, dice el comité. Seis casos son del partido Arena, de derecha”, cita el reporte.
Actualmente las opciones políticas partidarias en El Salvador son casi inexistentes ante la imperante imagen del Bukele. Los pocos que se han atrevido a retarlo están en prisión o han salido del país. Hace falta ver si en los próximos años surge alguna figura que logre significar una competencia, pero de momento, no lo hay.
El País English: https://english.elpais.com/international/2025-06-03/bukele-maintains-his-enormous-popularity-despite-his-image-as-a-dictator.html