Eve of a Grim Anniversary — Vísperas de un aniversario sombrío

May 30, 2025

Bukele's most damaging enemy is not NGOs, but himself. — El enemigo más dañino de Bukele no son las ONG, sino él mismo.

The misappropriation of public funds and assets must be relentlessly pursued by the competent authority. If this pursuit is not universal, it loses effectiveness and is devalued, because it is perceived as an action motivated by illegitimate interests. The most recent victim of this selectivity is a renowned lawyer from Cristosal. Arrested at her residence around midnight, following the state of exception’s usual playbook, she was temporarily disappeared. Her crime is not plundering the public coffers, but systematically denouncing, at the international level—where it most hurts a regime like Bukele’s, so protective of its image—human rights violations and rampant corruption.

He leveled the same accusation against public transport operators. He has already released them, but he detains the lawyer and treats her like a gang member. Legal rigor is not its strong suit. The arrests of the business owners, as well as that of the pastor and president of the El Bosque cooperative and his lawyer, smack of revenge from a power wounded in its pride. Unlike these, the lawyer’s arrest made international headlines and was widely condemned abroad. Disarray must run high in the Presidential House to so recklessly attack the Bukele brand. This blunder shows that the reason for the state of exception is not citizen security, but the power it grants to subdue the opposition.

In another unfortunate step, the Presidential House intelligentsia legislated against what it calls “foreign agents,” taxing their income at 30 percent. The lawmaker defines “foreign agents” as not only NGOs (Non-Governmental Organizations), which it perceives as unbearable antagonists, but also transnational corporations, foreign investors, cooperation agencies from other countries, and any other source of external financing, regardless of the amount or modality. Such imprecision in a matter as delicate as international cooperation and foreign investment casts a poor light on an authoritarian regime that boasts of modernity. Perhaps it is deliberate. More likely, it is improvisation and incompetence.

The law invokes transparency. This is redundant, because NGOs are already monitored by various state bodies. The private sector is more independent. It is grotesque that a lawmaker who operates in darkness sets himself up as a champion of transparency. He then adds that he legislates to safeguard “security, national sovereignty, and social and political stability,” which means shielding Bukele from criticism, demands, and protests. In reality, only his brand, already navigating turbulent waters, is at risk.

This explains why the lawmaker grants it discretionary power to decide which “foreign agents” will operate in the country and which will be exempt from the tax. Although multinationals and investors can apply for this benefit annually, their future, in fact, depends on Bukele. The lawmaker argues in his defense that his target is NGOs, but the text goes much further. Consequently, foreign capital and its domestic partner are at the mercy of Bukele, the great lawmaker.

The disoriented presidential intelligentsia has steered its brand into such turbulent waters that shipwreck is a real possibility. The digital front is showing signs of exhaustion. Its effectiveness is now diminished. Bukele’s agents no longer convince as they once did, nor do they succeed in discrediting the victims of their attacks. Rather, they discredit the product they promote. The lavish reception for lawmakers, complete with photos, sparked sarcasm. The carefully orchestrated public appearances, gathered by the ruling party for the handover of two renovated schools, do not seem to have boosted the brand’s image. The fourth iteration of renovating school infrastructure has become fodder for witty ridicule.

Bukele’s most damaging enemy is not NGOs, but himself. He possesses the curious ability to increasingly shrink his circle of acceptance, fuel discredit, and foster isolation. Surviving in solitude, as he seems to intend—him against the world, save for Trump’s United States—is illusory. A dose of realism and another of modesty would not go amiss.

The charm of the early years is fading quickly and irremediably. Instead of correcting course, it insists on navigating through the storm. The strain of six years, offering no achievement beyond citizen security, is taking its toll. Even that achievement is tarnished when used to suppress the opposition. The balance sheet of six years in power reveals a growing decay.

Rodolfo Cardenal, director of the Monsignor Romero Center.

UCA: https://noticias.uca.edu.sv/articulos/visperas-de-un-aniversario-sombrio

Vísperas de un aniversario sombrío

La malversación de fondos y bienes públicos debe ser perseguida sin cuartel por la autoridad competente. Si la persecución no es universal, pierde eficacia y se devalúa, porque es percibida como una acción motivada por un interés ilegítimo. La víctima más reciente de esa selectividad es una reconocida abogada de Cristosal. Arrestada en su residencia al filo de la medianoche, según el manual al uso del régimen de excepción, fue desaparecida temporalmente. Su crimen no es saquear las arcas públicas, sino denunciar sistemáticamente en el ámbito internacional —donde más duele a un régimen como el de Bukele, celoso de su imagen— las violaciones a los derechos humanos y la corrupción rampante.

La misma acusación endilgó a los empresarios del transporte público. A estos ya los puso en libertad, a la abogada la retiene y la trata como pandillera. El rigor jurídico no es su fuerte. Las capturas de los empresarios, así como la del pastor y presidente de la cooperativa El Bosque, y su abogado, tienen mucho de venganza de un poder herido en el amor propio. A diferencia de estas, la de la abogada hizo titulares en la prensa internacional y fue ampliamente condenada en el exterior. Mucho desconcierto debe reinar en Casa Presidencial para atentar de forma tan temeraria contra la marca Bukele. La torpeza muestra que la razón del régimen de excepción no es la seguridad ciudadana, sino el poder que otorga para someter a la oposición.

En otro paso desafortunado, la intelligentsia de Casa Presidencial legisló contra lo que llama “agentes extranjeros”, cuyos ingresos gravó con un impuesto del 30 por ciento. El legislador entiende por “agentes extranjeros” no solo a las ONG, que percibe como antagonistas insoportables, sino también a las empresas transnacionales, los inversionistas extranjeros, las agencias de cooperación de otros países y cualquier otra fuente de financiamiento externo, sin importar la cantidad y la modalidad. Semejante imprecisión en un asunto tan delicado como la cooperación internacional y la inversión extranjera deja mal parado a un autoritarismo que presume de modernidad. Quizás sea deliberado. Más probable es que sea improvisación e incompetencia.

La ley invoca la transparencia. Una redundancia, porque las ONG ya son vigiladas por varias instancias estatales. El sector privado es más independiente. Es grotesco que un legislador que se mueve en la oscuridad se erija en adalid de la transparencia. Luego agrega que legisla para resguardar “la seguridad, la soberanía nacional y la estabilidad social y política”, lo cual quiere decir blindar a Bukele de la crítica, del reclamo y de la protesta. En realidad, solo peligra su marca, que navega en aguas turbulentas.

Así se explica que el legislador le otorgue poder discrecional para decidir qué “agentes extranjeros” operarán en el país y cuáles serán exonerados del impuesto. Aunque las multinacionales y los inversionistas pueden solicitar ese beneficio anualmente, su futuro, de hecho, depende de Bukele. El legislador alega en su defensa que su objetivo son las ONG, pero el texto va bastante más allá. En consecuencia, el capital extranjero y su socio nacional están a merced de Bukele, el gran legislador.

La intelligentsia presidencial desnortada ha introducido su marca en aguas tan revueltas que el naufragio es real. El frente digital da señales de agotamiento. Su eficacia es ahora menor. Los agentes de Bukele ya no convencen como antes ni consiguen desprestigiar a la víctima de sus ataques. Más bien desacreditan el producto que promocionan. El agasajo a los legisladores, con foto incluida, dio pie al sarcasmo. El baño de masas, reunidas por el oficialismo con motivo de la entrega de dos escuelas renovadas, no parece haber levantado la imagen de la marca. La cuarta repetición de renovar la infraestructura escolar es material de burlas ingeniosas.

El enemigo más dañino de Bukele no son las ONG, sino él mismo. Posee la curiosa habilidad de cerrar cada vez más el círculo de aceptación, de alimentar el desprestigio y de fomentar el aislamiento. Sobrevivir en soledad, como pareciera pretender, él contra el mundo, excepto los Estados Unidos de Trump, es ilusorio. No vendría mal una dosis de realismo y otra de modestia.

El encanto de los primeros años se extingue rápida e irremediablemente. En lugar de corregir el rumbo, se empecina en navegar en medio de la tormenta. El desgaste de seis años sin otro logro que mostrar que la seguridad ciudadana hace estragos. Incluso esa conquista se deteriora al usarla para suprimir a la oposición. El balance de seis años en el poder arroja decadencia creciente.

 * Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero.

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