“My legs are dead and the police didn’t believe me, they jailed me in Izalco” — “Tengo las piernas muertas y la Policía no me creyó, me encarcelaron en Izalco”

May 17, 2025

This is the story of how the state of exception mistreated a disabled man. This is the paradoxical story of how someone who suffered forced displacement by gangs is now accused of being part of the gangs. This is the story of a man who entered Izalco prison with difficulty walking, but left having accumulated other illnesses he did not suffer from before his arrest: diabetes, heart and gastric problems, scabies, and a Staphylococcus aureus infection, for which his left foot was nearly amputated. — Esta es la historia de cómo el régimen de excepción maltrató a un discapacitado. Esta es la historia paradójica de cómo alguien que sufrió el desplazamiento forzado de las pandillas hoy es acusado de formar parte de las pandillas. Esta es la historia de un hombre que entró al penal de Izalco con problemas para caminar, pero que al salir acumulaba otras enfermedades que no padecía antes de su arresto: diabetes, problemas cardíacos y gástricos, escabiosis y una infección con la bacteria Estafilococo Dorado, por la cual casi le amputan el pie izquierdo.

It was 2006. Juan Carlos Cornejo Martínez was 22 years old and worked on a pig farm. One of the tasks for the long-haired rocker, a resident of the Santa Rita neighborhood in El Congo, Santa Ana, was to check the water levels in the cisterns, located about ten meters high. On that September 7, 2006, it had rained. Juan Carlos climbed up to the cistern around one in the afternoon, but when he tried to stand on the plastic, he slipped and fell backward onto the ground. The work accident left him disabled for life due to a spinal cord injury.

His Social Security file states that he “has HASH bars in his spine” and “trauma at the T12 level, and on multiple occasions, he has consulted for various pains in the lumbar region.” Despite the terrible pain and daily need for medication (codeine, ampicillin, and gabapentin), Juan Carlos continued working as a veterinary assistant until 2013, when the company closed. He then set up a dog shelter in his home, which allowed him to gain visibility and clients to care for animals in the area where he lives with his wife and their two young daughters.

On January 10, 2024, police officers Joel Alfonso Rivera Hernández and Guillermo Alfonso Linares Osorio told him they needed to verify some information about his wife’s vehicle and put him in a police patrol car. Once at the station, evidence of his gang ties appeared as if by magic: first, they told him that the 123 system had registered an anonymous call in November 2023 accusing him of extorting and threatening business owners in the neighborhood. The next day, a police file appeared labeling him as an active member of the Barrio 18 gang, in the “homeboy” category.

“He has open cases for extortion; at least four victims reported him (…) From today, families will be calm, and this homeboy will pay for his crimes,” states a tweet from the official PNC account on the social network X. The PNC lied. Juan Carlos had no pending extortion cases, nor was he prosecuted for that crime after his arrest. The authorities used false information to justify the arrest, as in other cases documented by this newspaper. Bricklayer José Alfredo Grande Martínez was falsely accused by Security Minister Gustavo Villatoro of collaborating with a gang; for rapper Nelson Vladimir Hernández Tobar, a police file turned him into a gang member overnight. The foundation of the state of exception is arrests without investigation, based on ambiguous PNC criteria.

Juan Carlos begged the PNC and Judge One of the Second Court Against Organized Crime of Santa Ana not to send him to prison due to his delicate health condition, but no one listened to him. The court requested a report from the Social Security Institute, but sent it to the wrong email address. Because of this error, Juan Carlos was incarcerated in the Izalco prison from February to June 2024.

This is the story of how the state of exception mistreated a disabled man. This is the paradoxical story of how someone who suffered forced displacement by gangs is now accused of being part of the gangs. This is the story of a man who entered Izalco prison with difficulty walking, but left having accumulated other illnesses he did not suffer from before his arrest: diabetes, heart and gastric problems, scabies, and a Staphylococcus aureus infection, for which his left foot was nearly amputated.

El Faro: https://beta.elfaro.net/testimonios/tengo-las-piernas-muertas-y-la-policia-no-me-creyo-me-encarcelaron-en-izalco

“Tengo las piernas muertas y la Policía no me creyó, me encarcelaron en Izalco”

Era el año 2006. Juan Carlos Cornejo Martínez tenía 22 años y trabajaba en una granja de cerdos. Una de las labores de aquel rockero de pelo largo, residente en la colonia Santa Rita de El Congo, en Santa Ana, era revisar los niveles de agua de las cisternas, colocadas a unos diez metros de altura. Aquel 7 de septiembre de 2006 había llovido. Juan Carlos subió hasta la cisterna como a la una de la tarde, pero cuando intentó pararse sobre el plástico resbaló y cayó de espalda contra el suelo. El accidente laboral lo dejó discapacitado de por vida debido a una lesión en la columna vertebral.

El expediente del Seguro Social dice que “tiene barras HASH en la columna” y “un traumatismo a nivel de T12 y en múltiples ocasiones ha consultado por diversos dolores en la zona lumbar”. Pese a los terribles dolores y la necesidad diaria de medicinas (codeína, ampicilina y gabapentina), Juan Carlos siguió trabajando como auxiliar veterinario hasta 2013, cuando la empresa cerró. Entonces, montó un refugio de perros en su casa, algo que le permitió proyectarse y ganar clientes para atender animales en la zona donde vive con su esposa y sus dos hijas menores de edad.

El 10 de enero de 2024, los policías Joel Alfonso Rivera Hernández y Guillermo Alfonso Linares Osorio le dijeron que necesitaban verificar unos datos del vehículo de su esposa y lo subieron a una patrulla policial. Ya en la delegación aparecieron pruebas de sus nexos con las pandillas como por arte de magia: primero, le dijeron que el sistema 123 registró en noviembre de 2023 una llamada anónima que lo acusaba de extorsionar y amenazar a negociantes de la colonia. Al siguiente día, apareció una ficha policial que lo etiquetaba como miembro activo de la pandilla Barrio 18, en la categoría de “homeboy”.

“Tiene procesos abiertos por extorsionar, al menos cuatro víctimas lo denunciaron (…) Desde hoy, las familias estarán tranquilas y este homeboy pagará por sus delitos”, consigna un tuit de la cuenta oficial de la Policía en la red social X. La Policía mintió. Juan Carlos no tenía casos pendientes por extorsión y, luego de su captura, tampoco fue procesado por ese delito. Las autoridades usaron información falsa para justificar el arresto, como en otros casos documentados por este periódico. El albañil José Alfredo Grande Martínez fue acusado falsamente por el Ministro de Seguridad Gustavo Villatoro de colaborar con una pandilla; al rapero Nelson Vladimir Hernández Tobar, una ficha policial lo convirtió en pandillero de la noche a la mañana. La base del régimen de excepción son capturas sin investigación, basadas en criterios ambiguos de la Policía.

Juan Carlos suplicó a la Policía y al Juez Uno del Tribunal Segundo Contra el Crimen Organizado de Santa Ana que no lo enviaran a un penal por su delicada condición de salud, pero nadie le escuchó. El juzgado pidió un informe al Seguro Social, pero se equivocó de correo electrónico. Por este error, Juan Carlos estuvo encarcelado en el penal de Izalco desde febrero hasta junio de 2024.

Esta es la historia de cómo el régimen de excepción maltrató a un discapacitado. Esta es la historia paradójica de cómo alguien que sufrió el desplazamiento forzado de las pandillas hoy es acusado de formar parte de las pandillas. Esta es la historia de un hombre que entró al penal de Izalco con problemas para caminar, pero que al salir acumulaba otras enfermedades que no padecía antes de su arresto: diabetes, problemas cardíacos y gástricos, escabiosis y una infección con la bacteria Estafilococo Dorado, por la cual casi le amputan el pie izquierdo.

El Faro: https://beta.elfaro.net/testimonios/tengo-las-piernas-muertas-y-la-policia-no-me-creyo-me-encarcelaron-en-izalco