Families of Venezuelan migrants face distressing uncertainty following the detention and transfer of their loved ones to the mega-prison in El Salvador, NBC News reported.
Since March 15, nearly 240 men, including asylum seekers and migrants with deportation orders, were sent to this penitentiary center accused of belonging to the Venezuelan gang Tren de Aragua.
A criminal organization designated as terrorist by the United States government.
The anguish of families who say they know nothing about their deported relatives
However, family members and lawyers assert that many of them have no ties to the gang and denounce the lack of evidence and failure to follow due process.
According to NBC News, the detainees will remain for at least a year in this prison, known for its harsh conditions and multiple reports of human rights violations.
The mother of one of the detainees, Carmen Bonilla, expressed her desperation at not having heard from her son, Andry Blanco Bonilla, since his transfer.
Blanco Bonilla, 40, lived in Texas and was seeking asylum when he was arrested in February after being questioned about his tattoos. His family asserts he has no criminal record and was unjustly detained. “I don’t know anything about what’s happening to him. I don’t sleep. I’ve lost weight,” Bonilla stated from Venezuela.
The government’s strategy for carrying out deportations
The government carried out mass deportations by invoking the Alien Enemies Act, a 1798 law that allows for extraordinary measures against external threats.
According to the March 15 proclamation, Tren de Aragua was designated as an invading force that posed a danger to U.S. security. However, lawyers and experts have questioned this measure, arguing that insufficient evidence was presented to link the detainees to the gang.
A New York Times investigation revealed that most of the men have no criminal records either in the United States or in their home countries.
Among the notable cases is that of Kilmar Ábrego García, a Salvadoran who was deported despite a court order prohibiting his transfer to El Salvador. His lawyer and family deny accusations that he belongs to the MS-13 gang, and his case has reached the Supreme Court, which ordered the government to facilitate his return to the United States. However, President Trump stated in an interview that he could make Ábrego García return “with a single phone call,” but questioned his character.
Relatives of the detainees have reported that many were arrested for having tattoos that, although common in Venezuela, are not related to Tren de Aragua. Natalie Cadwalader Schultheis, a lawyer for three of the deported men, stated that they entered the United States legally through an immigration appointment program and have no criminal records. She explained that their deportation orders were for return to Venezuela, not to be sent to another country. “We are seeing people disappeared by the government and sent to a torture prison in another country,” she warned.
Testimonies from families left in uncertainty
Angy Blanco Bonilla, sister of one of the detainees, expressed her distress over the lack of information about her brother. “We don’t know if he’s eating, how he feels, what’s happening to him,” she said.
Austria Pulgar, mother of another detainee, recounted how she discovered her son was in El Salvador when she recognized his face in images released by Salvadoran President Nayib Bukele. “That photo broke my soul,” she confessed.
A federal judge recently rejected the use of the Alien Enemies Act to justify these deportations, and the Supreme Court suspended them in April as buses carrying Venezuelans were en route to an airport.
Despite these decisions, the families of the detainees fear their loved ones continue to face inhumane conditions in the Salvadoran prison.
Lawyer Cadwalader-Schultheis stressed that this case sets a dangerous precedent, as it involves deporting people without immigration hearings or the chance to defend themselves.
Meanwhile, the families continue to pray for the safe return of their loved ones. “I just want my son to come back safe and sound,” said Frizgeralth de Jesús Cornejo Pulgar, mother of another detainee.
Familias de migrantes deportados pierden esperanza de contactarlos: fueron enviados a la megacárcel de El Salvador
Familias de migrantes venezolanos enfrentan una angustiosa incertidumbre tras la detención y traslado de sus seres queridos a la megacárcel en El Salvador, según informó NBC News.
Desde el 15 de marzo, cerca de 240 hombres, incluidos solicitantes de asilo y migrantes con órdenes de deportación, fueron enviados a este centro penitenciario bajo acusaciones de pertenecer a la pandilla venezolana Tren de Aragua.
Una organización criminal designada como terrorista por el gobierno de los Estados Unidos.
La angustia de las familias quienes aseguran no saben nada de sus deportados
Sin embargo, familiares y abogados aseguran que muchos de ellos no tienen vínculos con dicha pandilla y denuncian la falta de pruebas y el incumplimiento del debido proceso.
De acuerdo con el medio NBC News, los detenidos permanecerán al menos un año en esta prisión, conocida por sus duras condiciones y múltiples denuncias de violaciones a los derechos humanos.
La madre de uno de los detenidos, Carmen Bonilla, expresó su desesperación al no tener noticias de su hijo, Andry Blanco Bonilla, desde su traslado.
Blanco Bonilla, de 40 años, vivía en Texas y estaba solicitando asilo cuando fue arrestado en febrero tras ser interrogado por sus tatuajes. Su familia asegura que no tiene antecedentes penales y que fue detenido injustamente. “No sé nada de lo que le pasa. No duermo. He bajado de peso”, declaró Bonilla desde Venezuela.
La estrategia del gobierno para hacer las deportaciones
El gobierno realizó las deportaciones masivas invocando la Ley de Enemigos Extranjeros, una legislación de 1798 que permite medidas extraordinarias contra amenazas externas.
Según la proclamación del 15 de marzo, el Tren de Aragua fue señalado como una fuerza invasora que representaba un peligro para la seguridad de Estados Unidos. Sin embargo, abogados y expertos han cuestionado esta medida, argumentando que no se presentaron pruebas suficientes para vincular a los detenidos con la pandilla.
Una investigación del New York Times reveló que la mayoría de los hombres no tienen antecedentes penales ni en Estados Unidos ni en sus países de origen.
Entre los casos destacados se encuentra el de Kilmar Ábrego García, un salvadoreño que fue deportado a pesar de una orden judicial que prohibía su traslado a El Salvador.
Su abogado y su familia niegan las acusaciones de que pertenezca a la pandilla MS-13, y su caso ha llegado hasta la Corte Suprema, que ordenó al gobierno facilitar su regreso a Estados Unidos. Sin embargo, el presidente Trump declaró en una entrevista que podría hacer que Ábrego García regrese “con una sola llamada telefónica”, pero cuestionó su carácter.
Familiares de los detenidos han denunciado que muchos fueron arrestados por tener tatuajes que, aunque comunes en Venezuela, no están relacionados con el Tren de Aragua. Natalie Cadwalader Schultheis, abogada de tres de los hombres deportados, afirmó que estos ingresaron legalmente a Estados Unidos mediante un programa de citas migratorias y que no tienen antecedentes penales.
Según explicó, las órdenes de deportación que tenían eran para regresar a Venezuela, no para ser enviados a otro país. “Estamos viendo a personas desaparecidas por el gobierno y enviadas a una prisión de tortura en otro país”, advirtió.
Los testimonios de las familias que han quedado en incertidumbre
Angy Blanco Bonilla, hermana de uno de los detenidos, expresó su angustia por la falta de información sobre su hermano. “No sabemos si come, cómo se siente, qué le está pasando”, dijo.
Por su parte, Austria Pulgar, madre de otro detenido, relató cómo descubrió que su hijo estaba en El Salvador al reconocer su rostro en imágenes difundidas por el presidente salvadoreño Nayib Bukele. “Esa foto me rompió el alma”, confesó.
Un juez federal rechazó recientemente el uso de la Ley de Enemigos Extranjeros para justificar estas deportaciones, y la Corte Suprema suspendió las mismas en abril, cuando autobuses con venezolanos se dirigían a un aeropuerto.
A pesar de estas decisiones, las familias de los detenidos temen que sus seres queridos sigan enfrentando condiciones inhumanas en la prisión salvadoreña.
La abogada Cadwalader-Schultheis subrayó que este caso sienta un precedente peligroso, ya que implica la deportación de personas sin audiencias migratorias ni posibilidad de defenderse.
Mientras tanto, las familias continúan rezando por el regreso de sus seres queridos. “Solo quiero que mi hijo regrese sano y salvo”, expresó Frizgeralth de Jesús Cornejo Pulgar, madre de otro detenido.