El Paisnal is one of the districts announced by the Salvadoran government as having gold reserves in the country. However, its communities have expressed their opposition, viewing metal mining as a contamination risk for their water sources.
One of these is the Rutilio Grande community, located in El Jicarón, along the highway to Tacachico in El Paisnal, department of San Salvador. It consists of about 300 inhabitants, most of whom consume water from local wells.
About six kilometers away lies El Chino hill, which houses some old mines. Community members comment that this is where the gold will be extracted, although the exact site is not officially confirmed.
The news of potentially being one of the districts subject to intervention is not foreign to its inhabitants, who are organized and prepared to protect their resources.
Gladys grew up in El Jicarón and is a member of the Rutilio Grande Community Association, composed of 150 members living in the area. She states they have been in total disagreement since learning the news, although most people are afraid to speak out.
“We are going to be one of the most affected places because most people here consume drinking water; we have drinking water wells. This water isn’t supposed to be drinkable, but it’s used for daily needs, and some people even consume it because they don’t have the resources to buy it,” she argues.
The area has two local wells managed by the mayor’s office, which provide access to water. Gladys explains that during the dry season, it becomes more difficult, as they only get water three times a week.
Ricardo Navarro, an environmentalist and president of the Salvadoran Center for Applied Technology (CESTA), explains the risk of contamination that mining can pose to aquifers.
“A lot of cyanide is used as a chemical to leach gold, but more serious is the large amount of rock left behind because for every gram of gold, there can be up to a ton of rock. When it rains, water leaches contaminants from this rock, and it seeps through the earth’s layers into the aquifers,” Navarro argues.
He warns that in cases where people still consume water from wells, they are ingesting contaminated water. “People’s well water will be contaminated for a long time, for years,” he states.
CESTA does not have specific data on how many people consume water from local wells in El Paisnal but mentions San Isidro, a district in Cabañas known as one of the places most affected by metal mining in the country, as an example. He suggests the proportion of affected people might not be very different there.
“In San Isidro, with approximately 10,000 inhabitants, about 4,000 rely on water from local wells; these would be the people most affected. In El Paisnal, perhaps the proportion might not be so different,” he adds.
To date, residents confirm that the government has not yet intervened in El Paisnal. However, banners showing opposition to metal excavation are common at the entrances to communities.
“El Paisnal says no to mining, yes to life,” reads one of the banners that organizations have placed along the main highway leading to the district.
Las Colinas is another community in El Paisnal located closer to El Chino hill. Houses are sparse and built among large plots of land, mostly occupied by several head of cattle.
Marta lives in one of these houses. She comments that although few people live in the area, they do not agree with the government intervening with excavations. “We live near the hill; we could be exposed if they excavate here. Although the existing mines are old, we don’t want them reopened.”
Church Support
Gladys mentions that the Catholic Church works with the community to conduct awareness campaigns. “We work with the support of the priest from the El Paisnal church and with local organizations that help us with the banners. As a board of directors, we aren’t campaigning for or against it; we just want people to be aware of what mining represents.”
The Catholic Church has also joined efforts to reject mining in other districts, such as Potonico in Chalatenango. Likewise, the Archbishop of San Salvador, José Luis Escobar Alas, delivered a petition to the Legislative Assembly on March 18 to repeal the new General Law on Metal Mining.
“What we have done is accompany the people and act for the good of the people. We are not motivated by any other interest, neither political nor economic, but only the good of the people, which is the good of everyone,” the monsignor assured on that occasion.
Organizations and civil society have also joined the petitions to repeal the new law, demonstrating on various occasions. However, neither the Legislative Assembly nor the government has responded.
La minería amenaza fuentes de agua en El Paisnal
El Paisnal es uno de los distritos anunciados por el Gobierno salvadoreño como uno de los que cuenta con reservas de oro en el país, sin embargo las comunidades que lo conforman han mostrado su rechazo al considerar la minería metálica como un riesgo de contaminación para sus fuentes de agua.
Una de estas es la comunidad Rutilio Grande, ubicada en el Jicarón, sobre la carretera a Tacachico, en El Paisnal, departamento de San Salvador. Está conformada por unos 300 habitantes que, en su mayoría, consumen agua de pozos locales.
A unos seis kilómetros de esta se encuentra el cerro El Chino, que alberga unas antiguas minas y donde la gente de la comunidad comenta que extraerán el oro, aunque se desconoce de forma oficial si es el sitio exacto.
La noticia de ser uno de los distritos posiblemente intervenidos no es ejena a sus habitantes, quienes están organizados y dispuestos a cuidar sus recursos.
Gladys, creció en el Jicarón y es miembro de la Asociación Comunal Rutilio Grande, conformada por 150 integrantes que viven en la zona. Expresa que están en total desacuerdo desde que conocieron la noticia, aunque la mayoría de gente tiene miedo de expresarse.
“Nosotros vamos a ser uno de los de los lugares más afectados porque aquí la mayoría de personas consumen agua potable, tenemos pozos de agua potable. Se supone que esta agua no es consumible, pero sirve para el gasto diario y hay gente que incluso la consume porque no tiene los recursos para comprarla”, sostiene.
En el lugar cuentan con dos pozos locales que son administrados por la alcaldía y los que les permiten tener acceso al agua. Gladys explica que en la época seca les cuesta un poco más, pues solo obtienen el agua tres veces por semana.
Ricardo Navarro, ambientalista y presidente del Centro Salvadoreño de Tecnología Aplicada (CESTA), explica que el riesgo de contaminación que la minería puede tener en los mantos acuíferos.
“Se utiliza bastante cianuro como químico para poder lixiviar el oro, pero más grave es que queda una gran cantidad de roca porque por cada gramo de oro puede tener hasta una tonelada de roca, y esa roca contaminada cuando llueve el agua lixivia y sale contaminada, y se va infiltrando en las capas de la tierra hasta los mantos acuíferos”, argumenta Navarro.
Advierte que en los casos donde la gente todavía consume agua de los pozos, está ingiriendo agua contaminada. “A la gente se le va a estar contaminando el agua de los pozos por mucho tiempo, por años”, sentencia.
CESTA no posee los datos específicos de cuánta es la población que consume agua de pozos locales en El Paisnal, pero menciona como ejemplo a San Isidro, un distrito de Cabañas, conocido como uno de los lugares más afectados por la minería metálica en el país, y menciona que la relación de los afectados podría no ser tan diferente con ese lugar.
“En San Isidro de aproximadamente 10,000 habitantes unos 4,000 se abastecen de agua de pozos locales, que sería la gente que estaría mas afectada. En el Paisnal quizá la proporción pueda no ser tan diferente”, añade.
Hasta la fecha, la gente confirma que el gobierno todavía no ha intervenido en El Paísnal. Sin embargo, las pancartas que evidencian el rechazo a las excavaciones en busca de metales son recurrentes en las entradas de las comunidades.
“El Paisnal dice no a la minería, sí a la vida”, se lee en una de las pancartas que organizaciones han colocado sobre la carretera principal para llegar al distrito.
Las Colinas es otra de las comunidades de El Paisnal ubicada más cerca del cerro El Chino. Las casas son escasas y están construidas entre largas parcelas que, en su mayoría, están ocupadas por varias cabezas de ganado.
En una de esas casas vive Marta. Comenta que, aunque es poca la gente que vive en la zona, no están de acuerdo con que el gobierno intervenga con las excavaciones. “Vivimos cerca del cerro, podríamos estar expuestos si hacen excavaciones aquí. Aunque las minas que hay son antiguas, no queremos que sean retomadas”.
Apoyo de la iglesia
Gladys comenta que la Iglesia católica trabaja con la comunidad para realizar campañas de concientización. “Trabajamos con el apoyo del padre de la iglesia de El Paisnal y con organizaciones locales que son las que nos ayudan con las pancartas. Como junta directiva no andamos haciendo propaganda ni para bien ni para mal solo queremos que la gente sea consciente de lo que representa la minería”.
La Iglesia católica también se ha sumado a los esfuerzos de rechazo a la minería en otros distritos como Potonico, en Chalatenango. Asimismo, el arzobispo de San Salvador José Luis Escobar Alas entregó a la Asamblea Legislativa una petición de derogación a la nueva Ley General de Minería Metálica, el 18 de marzo pasado.
“Nosotros lo que hemos hecho es acompañar al pueblo y por el bien del pueblo. No nos mueve ningún otro interés ni de carácter político ni de carácter económico, sino solamente el bien del pueblo, que es el bien de todos”, aseguró monseñor en esa ocasión.
Al las peticiones para derogar la nueva ley también se han sumado organizaciones y la sociedad civil, quienes se han manifestado en diferentes ocasiones. No obstante, ni la Asamblea Legislativa ni el gobierno han dado respuesta al respecto.