On the occasion of the International Day of Peasant Struggles, La Cloc – Vía Campesina El Salvador, which brings together peasants, farmers, landless individuals, rural youth and women, Indigenous communities, and other rural populations, issues a grave warning to the public: the systematic abandonment of agriculture by the Salvadoran government is setting the stage for an impending food crisis.
According to data from the Ministry of Agriculture and Livestock (MAG), agricultural production in El Salvador has experienced a sharp decline between the 2019–2020 and 2022–2023 agricultural cycles. Both planted area and crop output have dropped significantly. The country lost more than a thousand manzanas of corn, resulting in over 150,000 quintals of lost yield. Losses were even more severe for other staple crops: nearly 12,000 manzanas of beans were lost, equating to over 200,000 quintals of produce; sorghum, rice, vegetables, fruits, and coffee also suffered substantial reductions. In total, tens of thousands of manzanas have gone out of production, representing millions of quintals of lost food, which directly threatens national food security.
Alongside reduced crop yields, the agricultural sector has also seen a worrying rise in unemployment. Household survey data shows that from 2019 to 2023, over 60,000 jobs were lost in agriculture, livestock, forestry, and fishing—sectors that form the backbone of rural livelihoods. Within agriculture alone, nearly 50,000 jobs disappeared, further exacerbating poverty and rural insecurity.
The crisis is further compounded by a drastic reduction in credit availability. From 2019 to 2023, agricultural and livestock input costs surged while credit access plummeted by 79%, dropping from $60.3 million to just $12.7 million. While 98% of national bank credit is directed to consumption, commerce, industry, and construction, agriculture receives only a meager 2%, leaving farmers with little support to maintain or grow their production.
Meanwhile, agricultural imports have surged, undermining national producers and making the country increasingly dependent on foreign food. Between 2019 and 2023, the quantity of imports rose by 13%, while the monetary value climbed by 37%, rising from $591 million to $811 million.
As expected, these trends have deteriorated rural living conditions. The percentage of poor households in the countryside grew from 24.8% in 2019 to 28.3% in 2023. Most alarming is the rise in extreme poverty: households unable to meet basic food needs jumped from 5.2% to 11.1% in just four years.
Looking ahead to the 2025–2026 agricultural season, the outlook is bleak. Due to continued government neglect, worsening climate change, and a lack of coherent public policies, peasant organizations estimate that up to 40% of corn and bean-producing areas could be affected. The country may lose up to 6 million quintals of corn and 800,000 quintals of beans. This could affect as many as 100,000 farmers and damage over 160,000 manzanas of staple crops. The government’s only mitigation strategy so far has been increased imports—an approach that not only fails to address the root causes but also further harms small-scale family farming.
In response, La Cloc – Vía Campesina El Salvador issues a series of urgent demands.
First, the creation of a $100 million land fund is needed to allocate land to 200,000 subsistence farmers who currently rent small plots. There must also be a legal obligation for private banks to allocate at least 15% of total credit to agriculture, with provisions for training, insurance, and simplified access—especially for women producers. The current agricultural bonus program must be reimagined as a sustainable and climate-resilient strategy shaped with full participation from the farming community.
To address immediate threats, the government should launch an emergency phytosanitary program to control the screwworm outbreak, as well as a massive initiative to build reservoirs and improve water harvesting for agriculture. The controversial “Technical Regulation on Biosafety of Living Modified Organisms for Agricultural Use” must be overturned, as it facilitates the introduction of genetically modified seeds that threaten native biodiversity.
Farmers must be better integrated into local markets through the creation of a law promoting access to and development of farmers’ markets. This law should establish strategic food reserves to stabilize guaranteed prices for farming families and ensure food availability, while also mandating that at least 30% of public food procurement be sourced from smallholder farmers. The approval of a Food Sovereignty and Security Law and the creation of a national bank of native seeds are also essential measures. Finally, the government must act to halt land harassment and displacement of cooperatives and small farmers by large capital interests.
Without peasants, there is no food!
La Vía Campesina: https://viacampesina.org/en/2025/05/el-salvador-governmental-neglect-of-agriculture-is-driving-the-country-toward-a-food-crisis/
El Salvador: El abandono gubernamental de la agricultura está llevando al país hacia una crisis alimentaria
Con motivo del Día Internacional de las Luchas Campesinas, La Cloc – Vía Campesina El Salvador, que agrupa a campesinos, agricultores, personas sin tierra, jóvenes y mujeres rurales, comunidades indígenas y otras poblaciones rurales, lanza una grave advertencia a la opinión pública: el abandono sistemático de la agricultura por parte del gobierno salvadoreño está sentando las bases para una crisis alimentaria inminente.
Según datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la producción agrícola en El Salvador ha experimentado un fuerte descenso entre los ciclos agrícolas 2019–2020 y 2022–2023. Tanto el área sembrada como la producción de cultivos han disminuido significativamente. El país perdió más de mil manzanas de maíz, lo que resultó en más de 150,000 quintales de rendimiento perdido. Las pérdidas fueron aún más severas para otros cultivos básicos: se perdieron casi 12,000 manzanas de frijol, lo que equivale a más de 200,000 quintales de producto; el sorgo, el arroz, las hortalizas, las frutas y el café también sufrieron reducciones sustanciales. En total, decenas de miles de manzanas han dejado de producirse, lo que representa millones de quintales de alimentos perdidos, amenazando directamente la seguridad alimentaria nacional.
Junto con la reducción del rendimiento de los cultivos, el sector agrícola también ha visto un preocupante aumento del desempleo. Los datos de la encuesta de hogares muestran que, de 2019 a 2023, se perdieron más de 60,000 empleos en la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca, sectores que forman la columna vertebral de los medios de vida rurales. Solo en la agricultura, desaparecieron casi 50,000 empleos, exacerbando aún más la pobreza y la inseguridad rural.
La crisis se agrava aún más por una drástica reducción de la disponibilidad de crédito. De 2019 a 2023, los costos de los insumos agrícolas y ganaderos se dispararon mientras que el acceso al crédito se desplomó en un 79 %, cayendo de 60.3 millones de dólares a solo 12.7 millones. Mientras que el 98 % del crédito bancario nacional se dirige al consumo, comercio, industria y construcción, la agricultura recibe solo un exiguo 2 %, dejando a los agricultores con poco apoyo para mantener o aumentar su producción.
Mientras tanto, las importaciones agrícolas han aumentado, socavando a los productores nacionales y haciendo que el país sea cada vez más dependiente de los alimentos extranjeros. Entre 2019 y 2023, la cantidad de importaciones aumentó en un 13 %, mientras que el valor monetario subió un 37 %, pasando de 591 millones de dólares a 811 millones.
Como era de esperar, estas tendencias han deteriorado las condiciones de vida en el campo. El porcentaje de hogares pobres en el campo creció del 24.8 % en 2019 al 28.3 % en 2023. Lo más alarmante es el aumento de la pobreza extrema: los hogares incapaces de satisfacer las necesidades alimentarias básicas pasaron del 5.2 % al 11.1 % en solo cuatro años.
De cara a la temporada agrícola 2025–2026, el panorama es sombrío. Debido a la continua negligencia gubernamental, el empeoramiento del cambio climático y la falta de políticas públicas coherentes, las organizaciones campesinas estiman que hasta el 40 % de las áreas productoras de maíz y frijol podrían verse afectadas. El país podría perder hasta 6 millones de quintales de maíz y 800,000 quintales de frijol. Esto podría afectar hasta a 100,000 agricultores y dañar más de 160,000 manzanas de cultivos básicos. La única estrategia de mitigación del gobierno hasta ahora ha sido el aumento de las importaciones, un enfoque que no solo no aborda las causas fundamentales, sino que también perjudica aún más la agricultura familiar a pequeña escala.
En respuesta, La Cloc – Vía Campesina El Salvador emite una serie de demandas urgentes.
Primero, se necesita la creación de un fondo de tierras de 100 millones de dólares para asignar tierras a 200,000 agricultores de subsistencia que actualmente alquilan pequeñas parcelas. También debe existir una obligación legal para que los bancos privados destinen al menos el 15 % del crédito total a la agricultura, con disposiciones para capacitación, seguros y acceso simplificado, especialmente para las productoras. El actual programa de bonos agrícolas debe replantearse como una estrategia sostenible y resiliente al clima, diseñada con la plena participación de la comunidad agrícola.
Para hacer frente a las amenazas inmediatas, el gobierno debería lanzar un programa fitosanitario de emergencia para controlar el brote del gusano barrenador, así como una iniciativa masiva para construir reservorios y mejorar la captación de agua para la agricultura. El controvertido «Reglamento Técnico sobre Bioseguridad de Organismos Vivos Modificados para Uso Agrícola» debe ser derogado, ya que facilita la introducción de semillas genéticamente modificadas que amenazan la biodiversidad nativa.
Los agricultores deben estar mejor integrados en los mercados locales mediante la creación de una ley que promueva el acceso y desarrollo de los mercados campesinos. Esta ley debe establecer reservas estratégicas de alimentos para estabilizar precios garantizados para las familias agricultoras y garantizar la disponibilidad de alimentos, al tiempo que exige que al menos el 30 % de las compras públicas de alimentos provengan de pequeños agricultores. La aprobación de una Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria y la creación de un banco nacional de semillas nativas también son medidas esenciales. Finalmente, el gobierno debe actuar para detener el acoso y desplazamiento de tierras de cooperativas y pequeños agricultores por parte de grandes intereses de capital.
¡Sin campesinos, no hay comida!
La Vía Campesina: https://viacampesina.org/en/2025/05/el-salvador-governmental-neglect-of-agriculture-is-driving-the-country-toward-a-food-crisis/