On March 15, Carlos Uzcategui Vielma made a phone call from an immigration detention center in Texas to his partner, Gabriela Mora Méndez, at their home in Venezuela. He told her that he thought he would be deported home to Venezuela that day. This was good news—Carlos had been in immigration detention for more than three months.
But Uzcategui never arrived. It wasn’t until Mora recognized Uzcategui in images circulating on social media, showing men with shaved heads surrounded by armed guards, that she realized he was being held in El Salvador’s maximum-security prison.
Uzcategui is one of more than 250 Venezuelan men the U.S. has sent to El Salvador to be imprisoned in the Terrorism Confinement Center, or Cecot. The U.S. contends that the men are members of the Venezuelan gang Tren de Aragua. In this video, The Wall Street Journal investigated Uzcategui’s story, and found no criminal record or ties to any gang. Our review found no evidence to suggest he should be held in a foreign prison with no indication that he will ever be released.
Uzcategui traveled to the U.S. via Colombia, crossing the Darién jungle in Panama as he made his way through Central America. In Mexico City, he applied for an appointment with the U.S. Border Patrol via the CBP One app for processing to cross the border. He waited in Mexico for nearly nine months until he entered the U.S. legally on the date of his appointment—at which point, friends and family say, he was immediately detained because of his tattoos.
To examine his back story, we conducted interviews with family, friends and work supervisors in Venezuela and Mexico; verified his journey to the U.S. through emails, social-media posts and text messages; and searched databases in the U.S. and abroad for any criminal records. We verified records provided by his family that show he has no criminal record in Venezuela, and obtained documents from his immigration case, which show that he was deemed removable from the U.S. but made no mention of any gang or criminal allegations.
The deportations of hundreds of men without formal criminal convictions, or even charges, to a foreign prison is “unprecedented,” according to former Assistant Director for Homeland Security Investigations John Tobon, who helped lead the investigative strategy against Tren de Aragua and other gangs before he retired in January.
What brought these particular men to the prison, Tobon says, could amount to an extraordinary case of “wrong place, wrong time,” that traces back over months of a shifting political climate. This video maps the timing of Uzcategui’s journey alongside the growing perception of Tren de Aragua as a significant threat in the U.S. and the resurrection of an 18th-century law to target the gang’s members. Though Uzcategui couldn’t know it at the time, from the day he set out from Venezuela, he was on a collision course with a sweeping deportation plan that would land him in prison as an accused terrorist and criminal.
Recluido en la megaprisión de El Salvador y sin cargos penales
El 15 de marzo, Carlos Uzcategui Vielma hizo una llamada telefónica desde un centro de detención de inmigrantes en Texas a su pareja, Gabriela Mora Méndez, en su casa en Venezuela. Le dijo que creía que ese día lo deportarían a Venezuela. Era una buena noticia: Carlos llevaba más de tres meses en detención migratoria.
Pero Uzcategui nunca llegó. No fue hasta que Mora reconoció a Uzcategui en imágenes que circulaban en redes sociales, que mostraban a hombres con la cabeza rapada rodeados de guardias armados, que se dio cuenta de que estaba recluido en la prisión de máxima seguridad de El Salvador.
Uzcategui es uno de los más de 250 hombres venezolanos que EE. UU. ha enviado a El Salvador para ser encarcelados en el Centro de Confinamiento del Terrorismo, o Cecot. Estados Unidos sostiene que los hombres son miembros de la banda venezolana Tren de Aragua. En este video, The Wall Street Journal investigó la historia de Uzcategui y no encontró antecedentes penales ni vínculos con ninguna banda. Nuestra revisión no encontró pruebas que sugieran que deba estar recluido en una prisión extranjera sin indicios de que vaya a ser liberado.
Uzcategui viajó a EE. UU. pasando por Colombia, cruzando la selva del Darién en Panamá mientras atravesaba Centroamérica. En Ciudad de México, solicitó una cita con la Patrulla Fronteriza de EE. UU. (U.S. Border Patrol) a través de la aplicación CBP One para tramitar su cruce de frontera. Esperó en México casi nueve meses hasta que entró legalmente a EE. UU. en la fecha de su cita, momento en el que, según amigos y familiares, fue detenido inmediatamente debido a sus tatuajes.
Para examinar sus antecedentes, realizamos entrevistas con familiares, amigos y supervisores de trabajo en Venezuela y México; verificamos su viaje a EE. UU. a través de correos electrónicos, publicaciones en redes sociales y mensajes de texto; y buscamos en bases de datos en EE. UU. y en el extranjero cualquier antecedente penal. Verificamos los registros proporcionados por su familia que demuestran que no tiene antecedentes penales en Venezuela, y obtuvimos documentos de su caso de inmigración, que muestran que se le consideró expulsable de EE. UU. pero no mencionan ninguna banda ni acusaciones penales.
La deportación de cientos de hombres sin condenas penales formales, ni siquiera cargos, a una prisión extranjera es ‘sin precedentes’, según el ex Subdirector de Investigaciones de Seguridad Nacional (Homeland Security Investigations) John Tobon, quien ayudó a dirigir la estrategia de investigación contra el Tren de Aragua y otras bandas antes de jubilarse en enero.
Lo que llevó a estos hombres en particular a la prisión, dice Tobon, podría reducirse a un caso extraordinario de estar en “el lugar equivocado en el momento equivocado”, que se remonta a meses de un clima político cambiante. Este video traza la cronología del viaje de Uzcategui en paralelo a la creciente percepción del Tren de Aragua como una amenaza significativa en EE. UU. y la resurrección de una ley del siglo XVIII para perseguir a los miembros de la banda. Aunque Uzcategui no podía saberlo en ese momento, desde el día en que partió de Venezuela, estaba en curso de colisión con un plan de deportación radical que lo llevaría a prisión acusado de terrorista y criminal.