Government increased El Salvador’s external debt by US$1.45 billion in 2024 — Gobierno aumentó en $1,450 millones la deuda externa de El Salvador en 2024

Apr 25, 2025

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This is the largest annual jump since the Central Reserve Bank began keeping records; cash from bond issues not used for buybacks fueled the increase. — Este es el salto anual más importante desde que el BCR tiene registros, Recursos de emisiones de bonos no usados para recompra de deuda contribuyen al incremento.

El Salvador increased its outstanding external debt by US$1.45 billion in 2024 alone, according to Banco Central de Reserva (Central Reserve Bank, BCR) figures. It is the steepest yearly rise since the bank started tracking the indicator in 1991.

The jump even surpasses that of 2020, the pandemic year when the global economy shut down and governments had to come to their citizens’ rescue. Back then the increase was US$1.17 billion—almost US$300 million less than in the year just ended.

An interactive chart below shows the trajectory of the country’s external debt over the past ten years. By December 2024 the balance stood at a record-high US$13.54 billion.

The outsized 2024 increase coincided with two US$1 billion bond issues placed in April and November. The proceeds were meant to finance a buyback of sovereign bonds maturing between 2025 and 2034. Yet only US$729.6 million—or 36 % of the US$2 billion available—was actually used for that purpose.

The remaining US$1.27 billion (64 %) went elsewhere. Of that amount, US$757.1 million from the second placement was channeled to the government’s operating expenses, as confirmed by Nuevas Ideas lawmaker and Legislative Assembly vice-president Suecy Callejas in the committee report that added the money to the 2024 General Budget.

“The Finance Ministry floated these securities; they were purchased on the international market, and this US$1 billion is waiting to be incorporated into the 2024 General Budget so the Finance Ministry can make the corresponding long-term-debt payments (bond buybacks) and also finance recurrent spending. What do we mean by recurrent spending, Salvadoran people? Salaries, severance packages, rent, and the government’s various routine purchases,” Callejas told lawmakers.

Systemic problem

For economist Rafael Lemus, the fact that in 2024—a year without any financial crisis—the external-debt stock grew so sharply is evidence of a systematic practice by President Nayib Bukele’s administration: treating the General Budget not as a ceiling or guide for public spending but as a starting point.

That has been the case since May 2021, when an overwhelming Nuevas Ideas majority took control of the Legislative Assembly. The executive branch has known ever since that it can tweak the budget at will—and at lightning speed.

In 2021, the first year with a Nuevas Ideas-dominated Assembly, 77 budget adjustments were approved, adding more than US$1 billion. The following year, 2022, there were fewer changes (64), but the cash injected was even greater, surpassing US$1.7 billion—22 % more than originally planned.

To grasp the scale of the disparity, consider that the number of adjustments in 2021 and 2022 exceeded those made in the pandemic year of 2020, when every country on the planet had to reorder its priorities. That year, just 28 modifications were adopted, raising the budget by 27 %—in a clear state of emergency, very different from the two years that followed.

What happened in 2024, however, is unprecedented: the budget approved stood at US$9.07 billion, but by December it had swelled to US$13.14 billion—an alarming US$4.07 billion more, or a 45 % jump.

The figures come from the “Preliminary Monitoring and Evaluation Report on Central Government Budget Results as of December 2024,” published by the Finance Ministry.

Bukele’s administration will not be able to do the same in 2025 because it is midway through a 40-month program that requires it to meet strict fiscal targets in order to receive low-interest financing from the Fondo Monetario Internacional (International Monetary Fund, IMF).

“There are quantitative targets already set with the IMF regarding budget execution and spending growth; they can’t just come out and say ‘we went over’ without accounting for every last dollar,” Lemus said.

For economist Alfonso Goitia, the central government’s heavy debt load—which also shows up in the domestic debt—should worry the country because it means debt-service costs (principal plus interest) keep climbing, leaving less room for investment in areas such as infrastructure.

“The government had to reach a deal with the IMF, and that shows how bad things had gotten … It has meant laying off state workers, shutting down agencies, changing the mandates of others … but the IMF is throwing them a lifeline. Without it we would have fallen into a major crisis—worse than now … the price is extremely high,” Goitia warned.

Bleak forecasts

The IMF and the World Bank this week projected that El Salvador’s economy will grow by 2.5 % and 2.2 %, respectively, in 2025.

Yet according to Lemus and Goitia, those forecasts were made using November data, before the uncertainty surrounding U.S. tariffs appeared on the horizon.

Both economists believe the projections are likely to be revised downward in future reports and that actual growth will be even lower.

EDH: https://www.elsalvador.com/noticias/negocios/deuda-externa-el-salvador-publica-emision-de-bonos-nayib-bukele/1214653/2025/

Gobierno aumentó en $1,450 millones la deuda externa de El Salvador en 2024

El Salvador aumentó el saldo de su deuda externa en $1,450 millones solo en 2024, según los datos del Banco Central de Reserva (BCR). Este salto es el más importante desde que esa entidad tiene registros, 1991.

El aumento es incluso mayor que el del 2020, el año de la pandemia, cuando la economía global se cerró y los gobiernos del mundo tuvieron que salir a rescate de sus ciudadanos. Entonces, el alza fue de $1,171.44, casi $300 millones menos que en el ejercicio recién pasado.

Puede consultar la evolución de la deuda externa en los últimos 10 años en la gráfica de abajo. Para diciembre de 2024, el saldo llegó a los $13,539.01 millones, su récord histórico.

El desproporcionado aumento de 2024 coincide con dos emisiones de bonos por $1,000 millones cada una, realizadas en abril y noviembre. Las mismas tenían como objetivo brindar recursos al Gobierno para recomprar bonos con vencimientos entre 2025 y 2034. Sin embargo, solo destinó $729.6 millones para ese fin, un 36% de los $2,000 millones que tenía disponibles.

El resto, $1,270 millones (el 64%) fueron para otros destinos. En el caso del remanente de la segunda emisión ($757.1 millones) fueron destinados para gasto corriente del Gobierno, según lo confirmó la diputada de Nuevas Ideas y vicepresidenta de la Asamblea Legislativa, Suecy Callejas, en el dictamen con el que se incorporaron esos fondos al Presupuesto General de la Nación de 2024.

“El Ministerio de Hacienda colocó estos títulos valores, fueron comprados a nivel internacional y estos $1,000 millones están esperando que se incorporen al Presupuesto General de la Nación del año 2024, para que el Ministerio de Hacienda pueda proceder a hacer los pagos correspondientes de la deuda de largo plazo (recompra de bonos) y también el financiamiento de gasto corriente. ¿A qué nos referimos con gasto corriente, pueblo salvadoreño? Salarios, indemnizaciones, pago de alquileres, compras diversas del gobierno en general”, explicó Callejas durante su intervención.

Problema sistémico

Para el economista Rafael Lemus, que en 2024, un año sin ninguna crisis financiera, se haya dado un salto tan grande en el saldo de la deuda externa es un síntoma de una práctica sistemática de la administración de Nayib Bukele: aprobar presupuestos generales de la Nación no como límite o guía del gasto público, sino como punto de partida.

Al menos eso es lo que ha ocurrido después de que la Asamblea Legislativa pasara a ser controlada por una abrumadora mayoría de diputados de Nuevas ideas, en mayo de 2021. Desde entonces, desde el Ejecutivo son conscientes que pueden hacer cualquier cambio en el presupuesto, y de forma exprés.

En el primer año con una Asamblea con mayoría de Nuevas Ideas, el 2021, se realizaron 77 modificaciones, que se tradujeron en un alza de más de $1,000 millones. Al siguiente año, el 2022, hubo menos alteraciones (64), pero los fondos inyectados fueron más, al superar la adición de $1,700 millones. Es decir que en 2022, el gobierno terminó solicitando un 22 % más que lo que había planeado, casi una cuarta parte.

Para hacerse una idea de la desproporción, solo hay que pensar que el número de modificaciones en 2021 y 2022 fue superior al año de la pandemia de Covid-19, donde todos los países del mundo tuvieron que cambiar sus prioridades. Ese año, el 2020, solo hubo 28 modificaciones, con un aumento del 27 % del presupuesto. Sin embargo, se trató de un estado de emergencia, muy diferente al de los dos años posteriores.

Pero lo ocurrido en 2024 no tiene precedente: El presupuesto votado fue de $9,068.7 millones y, para diciembre de ese año, se había aumentado a $13,141.20 millones, $4,072.50 millones más, un alarmante 45%.

Esto según “Informe de Seguimiento y Evaluación de los Resultados Presupuestarios Preliminares del Gobierno Central al mes de Diciembre 2024”, del Ministerio de Hacienda.

Sin embargo, en 2025, la administración de Nayib Bukele no podrá hacer lo mismo, pues está en medio de un programa de 40 meses, en los que tendrá que cumplir con rigurosas metas fiscales para recibir financiamiento con baja tasa de interés por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI).

“Hay metas cuantitativas ya establecidas con el FMI en la ejecución del presupuesto, en la expansión del gasto, no puede salir diciendo ‘nos pasamos en esto’ sin justificar hasta el último dólar”, explica Lemus.

Para el economista Alfonso Goitia, el alto endeudamiento del Gobierno central, que también se expresa en la deuda interna, es un asunto que debe preocupar a la situación porque se traduce en que, cada vez, el servicio de la deuda (los fondos que se usan para pagar capital e intereses) con cada vez mayores. Esto resta espacio para la inversión, por ejemplo, en infraestructura.

“El gobierno tuvo que llegar a un acuerdo con el FMI y eso demuestra lo mal que iban las cosas… Ha significado despedir trabajadores del Estado, eliminar instituciones, modificar los propósitos de otras… pero el FMI le está salvando la plana. Si no llega el FMI hubiéramos a entrado en una gran crisis, peor… es un costo altísimo”, dice Goitia.

Las malas previsiones

El FMI y el Banco Mundial publicaron esta semana sus proyecciones de crecimiento para El Salvador en 2025, con el 2.5% y el 2.2%, respectivamente.

Sin embargo, según Lemus y Goitia, estas previsiones se hicieron en base a datos del noviembre, cuando todavía no se asomaba en el horizonte la incertidumbre de los aranceles de Estados Unidos.

Para ambos economistas, es muy probable que la previsión se ajuste a la baja en siguientes publicaciones y que el crecimiento real sea aún menor.

EDH: https://www.elsalvador.com/noticias/negocios/deuda-externa-el-salvador-publica-emision-de-bonos-nayib-bukele/1214653/2025/