El Salvador’s Bukele Is a China Ally — Bukele de El Salvador es un aliado de China

Apr 14, 2025

Despite his visit to the White House on Monday, he is no friend of the U.S. — A pesar de su visita a la Casa Blanca el lunes, no es amigo de EE. UU.

This little country—with its annual per capita gross domestic product of less than $6,000—has been “ripping off” the U.S. for years with duty-free exports of bananas, coffee and T-shirts. So goes President Trump’s trade narrative. He pledges to put an end to it.

From now on Guatemalan growers and sewing factories—which under the Central American Free Trade Agreement must use U.S. cotton and yarn—will pay a 10% tariff to sell their goods in the U.S. Lest suppliers think they can go around Guatemala, the U.S. is putting the same rate on exports from Honduras and El Salvador.

The nuttiness behind the Trump trade war has no limits. Treasury Secretary Scott Bessent said last week, “If we put up a tariff wall, the ultimate goal would be to bring jobs back to the U.S. In the meantime, we will be collecting substantial tariffs.” Will the U.S. plant banana trees and coffee bushes and build sweatshops with high-priced aluminum and steel?

There is a theory that the U.S. should use trade as a foreign policy tool to strengthen alliances and weaken bad actors. China’s intellectual-property theft and military expansionism deserve a response. But the U.S. benefits from bringing frail democracies closer to democratic capitalism by giving them access to its market. Trade, not aid, as the saying goes.

In Central America distinctions are in order. Washington spent much of the 20th century trying to keep the region from falling into the hands of Moscow and Havana. That effort failed in Nicaragua, in a large part because Daniel Ortega used his popularity to consolidate power and destroy his political opponents.

Salvadoran President Nayib Bukele is taking his country down the Nicaraguan path. In 2021 he fired the Supreme Court and replaced it with loyalists in violation of the constitution. Then he began sweeping suspected gang members off the streets. The legislature, which he controls, made it legal to convict alleged gangsters in trials of hundreds at a time. He locked up criminals but also thousands of innocents.

In 2023 the U.S. State Department wrote a report on the lack of due process for the accused and the horrendous conditions in Bukele prisons. That same year he issued 60,000 visitor visas to Ecuadoreans and 32,000 to travelers from India. It was a crucial assist to organized crime, which smuggled most of those “tourists” through Guatemala to the U.S. border. The government’s budget and use of funds is opaque. In 2024 the Turkish company Yilport was given a no-bid contract to run the two largest port concessions in the country for 50 years. Bukele critics have been silenced.

El Salvador broke with Taiwan in 2018 and recognized Beijing. When Mr. Bukele took office in 2019 he reaffirmed the relationship with Beijing and invited China to work in the country. In 2023 China completed the construction of a glitzy new national library in old San Salvador and a modern fishing pier with an amusement park on the Pacific Ocean. Both were given to the Salvadoran people as gifts from China.

Mr. Bukele violated the constitution again in 2024 when he ran for re-election. When he won that race, the China International Development Cooperation Agency wrote Xi Jinping “attaches great importance to the development of China-El Salvador relations and is ready to work with Bukele to strengthen strategic guidance, deepen cooperation in various fields, and continuously lift bilateral relations to higher levels.” China is building a new 50,000-seat national soccer stadium in one of San Salvador’s fanciest neighborhoods, also as a gift.

Despite Mr. Bukele’s antidemocratic practices, migration policies that destabilized the border, and alliances with China and Turkey, the Trump administration is outsourcing prison services to El Salvador and treating Mr. Bukele as a hero. On Monday Mr. Trump will greet the Salvadoran at the White House.

Guatemala has shown itself to be a far better security partner for the U.S. Guatemalan President Bernardo Arévalo is a left-wing populist, and the country’s political class is corrupt. But he has maintained relations with Taiwan and kept the Guatemalan Embassy in Jerusalem. Thus far Guatemala hasn’t withdrawn from the Geneva Consensus Declaration, which “defends the unborn and reiterates the vital importance of the family.” Unlike Mr. Bukele, Guatemala didn’t enable human smuggling during the years of President Biden’s open-border policy. Guatemala has engaged the U.S. Army Corps of Engineers to assess the aging Port of Quetzal. In 2024 the U.S. had a $5.9 billion trade surplus with Guatemala, which is expected to tap U.S. firms to design and construct the new waterfront.

Guatemala has nontariff barriers that cause harm to its people. Getting them lifted is a worthy goal. But it cooperates with the U.S. in a dangerous region. Punishing it with tariffs while collaborating with China’s ally Mr. Bukele is madness on multiple levels.

WSJ: https://www.wsj.com/opinion/el-salvadors-bukele-is-a-china-ally-foreign-policy-trade-latin-america-181ece4b

Bukele de El Salvador es un aliado de China

Este pequeño país —con un producto interno bruto per cápita anual de menos de $6,000— ha estado “estafando” a EE. UU. durante años con exportaciones libres de impuestos de plátanos, café y camisetas. Así reza la narrativa comercial del presidente Trump. Él promete ponerle fin.

De ahora en adelante, los productores y las fábricas de costura guatemaltecas —que bajo el Tratado de Libre Comercio de Centroamérica deben usar algodón e hilo estadounidenses— pagarán un arancel del 10% para vender sus productos en EE. UU. Para que los proveedores no piensen que pueden evitar Guatemala, EE. UU. está imponiendo la misma tasa a las exportaciones de Honduras y El Salvador.

La locura detrás de la guerra comercial de Trump no tiene límites. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, dijo la semana pasada: “Si levantamos un muro arancelario, el objetivo final sería traer empleos de vuelta a EE. UU. Mientras tanto, recaudaremos aranceles sustanciales”. ¿Acaso EE. UU. plantará bananeros y cafetos y construirá maquilas con aluminio y acero de alto precio?

Existe la teoría de que EE. UU. debería usar el comercio como herramienta de política exterior para fortalecer alianzas y debilitar a los malos actores. El robo de propiedad intelectual y el expansionismo militar de China merecen una respuesta. Pero EE. UU. se beneficia al acercar las democracias frágiles al capitalismo democrático dándoles acceso a su mercado. Comercio, no ayuda, como dice el refrán.

En Centroamérica, es necesario hacer distinciones. Washington pasó gran parte del siglo XX tratando de evitar que la región cayera en manos de Moscú y La Habana. Ese esfuerzo fracasó en Nicaragua, en gran parte porque Daniel Ortega usó su popularidad para consolidar el poder y destruir a sus oponentes políticos.

El presidente salvadoreño Nayib Bukele está llevando a su país por el camino de Nicaragua. En 2021 destituyó a la Corte Suprema y la reemplazó con leales en violación de la constitución. Luego comenzó a barrer de las calles a presuntos pandilleros. La legislatura, que él controla, legalizó la condena de presuntos pandilleros en juicios de cientos a la vez. Encarceló a criminales pero también a miles de inocentes.

En 2023, el Departamento de Estado de EE. UU. escribió un informe sobre la falta de debido proceso para los acusados y las horrendas condiciones en las prisiones de Bukele. Ese mismo año, emitió 60,000 visas de visitante a ecuatorianos y 32,000 a viajeros de India. Fue una ayuda crucial para el crimen organizado, que traficó a la mayoría de esos “turistas” a través de Guatemala hasta la frontera de EE. UU. El presupuesto del gobierno y el uso de los fondos son opacos. En 2024, la empresa turca Yilport recibió un contrato sin licitación para administrar las dos concesiones portuarias más grandes del país durante 50 años. Los críticos de Bukele han sido silenciados.

El Salvador rompió con Taiwán en 2018 y reconoció a Pekín. Cuando Bukele asumió el cargo en 2019, reafirmó la relación con Pekín e invitó a China a trabajar en el país. En 2023, China completó la construcción de una ostentosa nueva biblioteca nacional en el viejo San Salvador y un moderno muelle pesquero con un parque de diversiones en el Océano Pacífico. Ambos fueron entregados al pueblo salvadoreño como regalos de China.

Bukele violó nuevamente la constitución en 2024 cuando se postuló para la reelección. Cuando ganó esa contienda, la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo de China (China International Development Cooperation Agency) escribió que Xi Jinping “concede gran importancia al desarrollo de las relaciones China-El Salvador y está listo para trabajar con Bukele para fortalecer la orientación estratégica, profundizar la cooperación en diversos campos y elevar continuamente las relaciones bilaterales a niveles superiores”. China está construyendo un nuevo estadio nacional de fútbol con capacidad para 50,000 asientos en uno de los barrios más elegantes de San Salvador, también como regalo.

A pesar de las prácticas antidemocráticas de Bukele, las políticas migratorias que desestabilizaron la frontera y las alianzas con China y Turquía, la administración Trump está externalizando servicios penitenciarios a El Salvador y tratando a Bukele como un héroe. El lunes, Trump recibirá al salvadoreño en la Casa Blanca.

Guatemala ha demostrado ser un socio de seguridad mucho mejor para EE. UU. El presidente guatemalteco Bernardo Arévalo es un populista de izquierda y la clase política del país es corrupta. Pero ha mantenido relaciones con Taiwán y mantuvo la Embajada de Guatemala en Jerusalén. Hasta ahora, Guatemala no se ha retirado de la Declaración del Consenso de Ginebra, que “defiende al no nacido y reitera la importancia vital de la familia”. A diferencia de Bukele, Guatemala no facilitó el tráfico de personas durante los años de la política de fronteras abiertas del presidente Biden. Guatemala ha contratado al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE. UU. (U.S. Army Corps of Engineers) para evaluar el envejecido Puerto Quetzal. En 2024, EE. UU. tuvo un superávit comercial de $5.9 mil millones con Guatemala, que se espera recurra a empresas estadounidenses para diseñar y construir la nueva zona portuaria.

Guatemala tiene barreras no arancelarias que perjudican a su pueblo. Lograr que se eliminen es un objetivo loable. Pero coopera con EE. UU. en una región peligrosa. Castigarla con aranceles mientras se colabora con el aliado de China, Bukele, es una locura en múltiples niveles.

WSJ: https://www.wsj.com/opinion/el-salvadors-bukele-is-a-china-ally-foreign-policy-trade-latin-america-181ece4b