El Salvador President Nayib Bukele said in the Oval Office Monday he would not return Kilmar Abrego Garcia — a Maryland man illegally deported to El Salvador — to the United States, as Trump administration officials vehemently argued they were in no position to force the decision.
“How can I return him to the United States? Am I going to smuggle him? Of course I’m not going to do it,” Bukele said while sitting beside President Donald Trump. “The question is preposterous.”
The Supreme Court last week said the Trump administration must “facilitate” Abrego Garcia’s return to the United States, while leaving in place much of U.S. District Judge Paula Xinis’ order that specifically required his “return” to the country.
The president deferred to his top administration officials Monday, including Attorney General Pam Bondi, senior adviser Stephen Miller and Secretary of State Marco Rubio, to field questions about the administration’s intentions, in what appeared to be an orchestrated effort to deliver a forceful, consistent response. Bondi, sitting near Trump, said it is up to El Salvador to decide if they want to return him.
“That’s not up to us,” she said, pointing to the Supreme Court ruling. “If they wanted to return him, we would facilitate it, meaning provide a plane.”
Rubio also chimed in, suggesting that the ruling affirmed the power of the executive: “The foreign policy of the United States is conducted by the president of the United States, not by a court,” he said. “And no court in the United States has a right to conduct the foreign policy of the United States.”
The administration’s interpretation of the court’s ruling is unlikely to defuse the ongoing legal battle over Abrego Garcia. Xinis is scheduled to hold another hearing Tuesday to evaluate whether the administration is complying with her order to facilitate Abrego Garcia’s return. And the Supreme Court may soon have to weigh in again to clarify precisely what steps — if any — the United States must take to try to bring him back in the face of Bukele’s insistence that he will not release him.
But critics and legal experts have argued that the case sets a dangerous precedent of allowing the executive branch the expansive and chilling power to imprison individuals in different countries without due process — especially as Trump continues to float sending U.S. citizens to El Salvador’s Terrorism Confinement Center.
“Home-growns are next. The home-growns,” Trump told Bukele. “You gotta build about five more places. It’s not big enough.”
The Abrego Garcia case has captured national attention after the Trump administration said last month that it had deported him to El Salvador in error, a move that violated a 2019 court order that prevented him from being deported to his home country due to potential persecution by a local gang. He was denied asylum at the time, but until his deportation last month, he had remained in Maryland, where he resided with his wife and children, all U.S. citizens.
The Trump administration confirmed on Saturday that Abrego Garcia is alive but confined in El Salvador’s notorious mega-prison.
During the back and forth in the Oval Office, Trump criticized the reporter who pressed him on this matter, CNN’s Kaitlan Collins, insulting her for “low ratings” and stating that he’d prefer her to simply praise him for deporting “criminals.”
While Trump deflected and bristled at reporters’ questioning on Monday, he over the weekend appeared to indicate that he U.S. has the authority to insist on Abrego Garcia’s return — comments that Abrego Garcia’s lawyers have since used in court filings.
Miller, a top Trump adviser on immigration and other issues, told reporters the U.S. shouldn’t interfere with how El Salvador handles its citizens.
“He’s a citizen of El Salvador, so it’s very arrogant, even for the American media, to suggest that we would even tell El Salvador how to handle their own citizens,” Miller said.
El Salvador no devolverá al hombre de Maryland deportado por error
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, dijo el lunes en la Oficina Oval que no devolvería a Kilmar Abrego García —un hombre de Maryland deportado ilegalmente a El Salvador— a Estados Unidos, mientras funcionarios de la administración Trump argumentaban vehementemente que no estaban en posición de forzar la decisión.
“¿Cómo puedo devolverlo a Estados Unidos? ¿Voy a pasarlo de contrabando? Por supuesto que no lo voy a hacer”, dijo Bukele sentado junto al presidente Donald Trump. “La pregunta es absurda”.
La Corte Suprema dijo la semana pasada que la administración Trump debe “facilitar” el regreso de Abrego García a Estados Unidos, aunque mantuvo gran parte de la orden de la jueza de distrito estadounidense Paula Xinis que requería específicamente su “retorno” al país.
El presidente delegó el lunes en sus altos funcionarios, incluyendo a la Fiscal General Pam Bondi, al asesor principal Stephen Miller y al Secretario de Estado Marco Rubio, para responder preguntas sobre las intenciones de la administración, en lo que pareció ser un esfuerzo orquestado para dar una respuesta contundente y coherente. Bondi, sentada cerca de Trump, dijo que corresponde a El Salvador decidir si quieren devolverlo.
“Eso no depende de nosotros”, dijo ella, señalando el fallo de la Corte Suprema. “Si quisieran devolverlo, lo facilitaríamos, es decir, proporcionar un avión”.
Rubio también intervino, sugiriendo que el fallo afirmaba el poder del ejecutivo: “La política exterior de Estados Unidos la dirige el presidente de Estados Unidos, no un tribunal”, dijo. “Y ningún tribunal en Estados Unidos tiene derecho a dirigir la política exterior de Estados Unidos”.
La interpretación de la administración sobre el fallo del tribunal probablemente no calmará la batalla legal en curso sobre Abrego García. Está previsto que Xinis celebre otra audiencia el martes para evaluar si la administración está cumpliendo con su orden de facilitar el regreso de Abrego García. Y la Corte Suprema podría tener que intervenir pronto de nuevo para aclarar precisamente qué pasos —si alguno— debe tomar Estados Unidos para intentar traerlo de vuelta ante la insistencia de Bukele de que no lo liberará.
Pero críticos y expertos legales han argumentado que el caso sienta un precedente peligroso al permitir al poder ejecutivo el poder expansivo y escalofriante de encarcelar a individuos en diferentes países sin el debido proceso — especialmente mientras Trump sigue sugiriendo la idea de enviar ciudadanos estadounidenses al Centro de Confinamiento del Terrorismo de El Salvador.
“Los locales son los siguientes. Los locales”, le dijo Trump a Bukele. “Tienes que construir unos cinco lugares más. No es lo suficientemente grande”.
El caso de Abrego García ha captado la atención nacional después de que la administración Trump dijera el mes pasado que lo había deportado a El Salvador por error, una acción que violó una orden judicial de 2019 que impedía su deportación a su país de origen debido a la posible persecución por parte de una pandilla local. Se le negó el asilo en ese momento, pero hasta su deportación el mes pasado, había permanecido en Maryland, donde residía con su esposa e hijos, todos ciudadanos estadounidenses.
La administración Trump confirmó el sábado que Abrego García está vivo pero confinado en la notoria megaprisión de El Salvador.
Durante el intercambio en la Oficina Oval, Trump criticó a la reportera que lo presionó sobre este asunto, Kaitlan Collins de CNN, insultándola por sus “bajos índices de audiencia” y afirmando que preferiría que ella simplemente lo elogiara por deportar “criminales”.
Aunque Trump desvió el tema y se mostró irritado ante las preguntas de los reporteros el lunes, durante el fin de semana pareció indicar que Estados Unidos tiene la autoridad para insistir en el regreso de Abrego García — comentarios que los abogados de Abrego García han utilizado desde entonces en documentos judiciales.
Miller, uno de los principales asesores de Trump en inmigración y otros temas, dijo a los reporteros que EE. UU. no debería interferir en cómo El Salvador maneja a sus propios ciudadanos.
“Es ciudadano de El Salvador, así que es muy arrogante, incluso para los medios estadounidenses, sugerir que siquiera le digamos a El Salvador cómo manejar a sus propios ciudadanos”, dijo Miller.