In a world with an excess of information, differentiating reality from propaganda is becoming increasingly complicated. There are rulers who have taken advantage of the situation to flood networks and media with their own version of “reality.”
Rulers have learned that propaganda requires resources and zero scruples, and through trolls and fake accounts, they have imposed their realities and perspectives throughout Latin America. These are rulers who will exploit any situation for media gain, even if it means trampling on fundamental human rights, like freedom of expression. They have even been capable of transmitting their hatred from social media to the streets and have, through fear and threats, managed to get their police, soldiers, judges, and prosecutors to persecute, convict, harass, and even murder those who have the courage to unmask their corruption.
Some of these rulers, like Bukele, have used their immense media “popularity” to justify torture, arbitrary detentions, and mass incarcerations. Bukele has even agreed to imprison immigrants—whose only sin was fleeing dictatorship and the clutches of poverty—in the name of the now-emerging American Empire.
In El Salvador, that small Latin American country with a smaller population than some municipalities in Mexico, there is a ruler who—shielded by his inflated and manipulated reality—has led some people to believe that he and only he is capable of fixing crime and corruption throughout Latin America. He has even dared to mention that he would only need two years in Mexico to fix crime.
What Bukele doesn’t mention is that his only security strategy consists of giving gifts, incentives, and even protection to the same gang members who terrorized the Salvadoran population for years—gang members who, in some cases, are even part of his government. Carlos Marroquín, a Bukele official, is directly accused by the U.S. State Department of being the mediator in Bukele’s negotiations with the gangs. He was responsible for getting one of the most bloodthirsty and dangerous gang members, nicknamed “El Crock,” out of prison—who, curiously, was later captured in Mexico. Bukele expected Mexico to return him, not wanting to reveal that he himself had ordered his release from one of El Salvador’s highest-security prisons. Moreover, he not only released him but also asked Carlos Marroquín to provide El Crock and his girlfriend with a luxury apartment in El Salvador’s most prestigious neighborhood. The story doesn’t end there, because Bukele needed El Crock to enter the United States illegally to negotiate the continuation of the truce. So, he had Marroquín transport him in a government vehicle to the Guatemalan border, and, once on the other side, Marroquín instructed him that his mission was to reach the United States and negotiate a truce with the MS based there.
The adventure continues (as much as it sounds like a movie, remember that reality always surpasses fiction). To Bukele’s misfortune, El Crock broke off all communication with Carlos Marroquín, reaching a point where the president ordered the entire National Civil Police (PNC) of El Salvador to secretly recapture El Crock.
Bukele punishes with prison, torture, and death the few people who have the courage to denounce his government’s corruption. A little over a year ago, Bukele ordered the death of Alejandro Muyshondt in one of his clandestine prisons and torture houses.
Alejandro Muyshondt—like me—had worked closely advising the Bukeles, had celebrated and even exchanged Christmas gifts with the Bukeles; but his closeness to the presidential family did little to save him from torture and murder at the hands of the regime.
So, the next time you see Bukele talking about his security achievements, remember that the only thing Bukele has achieved is giving an escape route to the most wanted and bloodthirsty gang members, turning them into a professional organization that has learned from the history of other mafias to evolve.
Bukele has persecuted, harassed, and even murdered a long list of people whose only sin was defending the little democracy that had been achieved in El Salvador. For Bukele, power is built by infecting a populace with hatred, using all state institutions to intimidate any free thinker who defends democracy.
On another occasion, we will talk about Alejandro, and also about how Carlos Marroquín and Bukele’s gangs managed to threaten the Legislative Assembly to achieve total control over the people of El Salvador.
This testimony is written as proof for history because I, like Alejandro, may be disappeared, tortured, and even murdered, but they will never be able to erase these words engraved in historical memory.
@wilafh
Currently persecuted and harassed by Bukele’s dictatorial regime. I am in exile.
El Soberano: https://elsoberano.mx/plumas-patrioticas/lo-que-a-bukele-le-asusta-que-sepas/
Lo que a Bukele le asusta que sepas…
En un mundo con exceso de información, diferenciar la realidad de la propaganda se vuelve cada vez más complicado, existen aquellos gobernantes que han aprovechado la situación para inundar las redes y medios de comunicación con su propia versión de la “realidad”.
Los gobernantes han aprendido que la propaganda requiere recursos y cero escrúpulos, y han impuesto a fuerza de troles y cuentas falsas sus realidades y perspectivas en toda Latinoamérica, gobernantes que aprovecharan cualquier situación para sacar partido mediático de ella, aunque esto implique pasarse llevando derechos humanos fundamentales, como la libertad de expresión. Incluso han sido capaces de transmitir su odio desde las redes hasta las calles y han logrado a base de temor y amenazas que sus policías, soldados, jueces y fiscales, persigan, condenen, acosen y hasta asesinen a aquellos que tienen el valor de desenmascarar su corrupción.
Algunos de estos gobernantes como Bukele han utilizado su “Gran popularidad” mediática para justificar torturas, capturas arbitrarias y encarcelamientos masivos de personas, Bukele incluso ha aceptado encarcelar en nombre del ahora emergente Imperio Americano a inmigrantes que su único pecado ha sido huir de una dictadura y de las garras de la pobreza.
En El Salvador, ese pequeño país de Latinoamérica con menos población que la de algunos municipios de México, existe un gobernante que —cubierto por su inflada y manipulada realidad— ha hecho creer a algunas personas que él y solo él es capaz de arreglar la delincuencia y corrupción en toda Latinoamérica, incluso ha osado mencionar que él solo necesitaría dos años en México para arreglar la delincuencia.
Lo que Bukele no menciona es que su única estrategia de seguridad consiste en darle regalos, incentivos e incluso protección a los mismos pandilleros que por años aterrorizaron a la población salvadoreña —pandilleros que, en algunos casos, incluso forman parte de su gobierno—. Carlos Marroquín, funcionario de Bukele, es directamente señalado por el departamento de Estado de Estados Unidos de ser el mediador de las negociaciones de Bukele con las pandillas. Él fue el encargado de sacar de la prisión a uno de los pandilleros más sanguinarios y peligrosos, apopado “El Crock”, quien curiosamente fue capturado en México. Bukele esperaba que México se lo devolviera a él, porque no quería contar que él mismo ordenó su liberación de una de las cárceles de más alta seguridad de El Salvador. Es más, no solo lo liberó, sino que pidió a Carlos Marroquín facilitarle a El Crock y su novia un apartamento de lujo en la colonia más prestigiosa de El Salvador. Ahí no se acaba la historia, porque Bukele necesitaba que El Crock llegara ilegalmente a Estados Unidos para negociar la continuación de la tregua, por lo que hizo que Marroquín lo transportara en un vehículo del gobierno hasta la frontera con Guatemala, y, ya al otro lado, Marroquín le indicó que su misión era llegar a Estados Unidos y negociar una tregua con la MS ahí radicada.
La aventura sigue (por muy de película que parezca, pues recuerde que siempre la realidad supera la ficción). Para tragedia de Bukele, El Crock rompió toda comunicación con Carlos Marroquín, llegando a tal punto que el presidente pidió a toda la Policía Nacional de El Salvador la recaptura en secreto de El Crock.
Bukele castiga con cárcel, tortura y muerte a las pocas personas que tienen el valor de denunciar la corrupción de su gobierno, hace poco más de un año Bukele ordenaba la muerte de Alejandro Muyshondt, en algunas de sus cárceles y casas de tortura clandestinas.
Alejandro Mushondt —como yo— había trabajado de cerca asesorando a los Bukele, había celebrado y hasta intercambiado regalos navideños con los Bukele; pero poco le valio su cercanía con la familia presidencial para librarse de la tortura y asesinato a manos del régimen.
Así que, la próxima vez que vea a Bukele hablando sobre sus logros de seguridad, recuerde que lo único que Bukele ha logrado ha sido darles una salida a los pandilleros más buscados y sanguinarios, volverlos una organización profesional que ha ido aprendiendo de la historia de otras mafias para evolucionar.
Bukele ha perseguido, acosado y hasta asesinado a una grande lista de personas, cuyo único pecado ha sido defender la poca democracia que se había logrado en El Salvador. Para Bukele, el poder se construye contagiando de odio a un pueblo, aplicando todas las instituciones del Estado para atemorizar a cualquier pensador libre que defienda la democracia.
En otra ocasión hablaremos sobre Alejandro, también sobre como Carlos Marroquín y las pandillas de Bukele lograron amenazar a la Asamblea Legislativa para lograr el control total del pueblo de El Salvador.
Este testimonio queda escrito como prueba ante la historia porque mi persona, así como Alejandro, puede ser desaparecida, torturada y hasta asesinada pero nunca podrán borrar estas letras grabadas en la memoria histórica.
@wilafh
Actualmente perseguido y acosado por el régimen dictatorial de Bukele. Me encuentro en el exilio.
El Soberano: https://elsoberano.mx/plumas-patrioticas/lo-que-a-bukele-le-asusta-que-sepas/