For three years, the state of exception has been in force across Salvadoran territory, serving as the government’s main tool to pursue gangs, although it has involved human rights violations according to various organizations. In addition, it appears to be accompanied by a special framework enabling opacity in state purchases.
With the first extension of the measure, the Legislative Assembly approved the “Régimen especial transitorio para la adquisición de bienes y servicios y para la ejecución de obras y todo tipo de inversión por parte del Estado, en el marco de la declaratoria de régimen de excepción” (Transitional Special Framework for the Acquisition of Goods and Services and for the Execution of Works and All Types of Investment by the State, within the Context of the Declaration of the State of Exception), whose validity “will remain in force as long as the State of Exception lasts,” as stated in the decree itself.
The Executive Branch was authorized to issue and adjust the instruments allowing contracts and acquisitions “in such a way as to simplify and facilitate” obtaining goods and services, carrying out works, and making “all types of investment” necessary to fulfill the provisions of the state of exception.
“Consequently, the provisions of the Ley de Adquisiciones y Contrataciones de la Administración Pública (today the Ley de Compras Públicas) (Law on Acquisitions and Contracting of Public Administration, today the Public Purchases Law) will not apply,” says the framework. This special framework is also applicable to purchases made by the Attorney General’s Office (Fiscalía General de la República) during the state of exception.
Furthermore, it states that “during the extension of the state of exception,” acquisitions and contracts will be exempt from paying all types of taxes.
For 2025, the budget of the Ministry of Justice and Public Security (Ministerio de Justicia y Seguridad Pública) allocates US$10 million to the Special Program for Combating Terrorists. In 2024, US$26 million were allocated, although only US$6.3 million were recorded as committed. This budget line was created in 2022, and that year US$51.5 million were executed.
Its purpose is to “provide weapons, vehicles, uniforms, equipment, and other tools to Public Security institutions and the National Civil Police, in order to combat terrorists head-on, thereby restoring order, citizen security, and territorial control throughout the country.”
A review of the Ministry’s transparency portal does not show any information related to such purchases.
It is not the only law that allows the government to bypass processes under the Public Purchases Law. The same latitude was established in the Ley Especial para la Construcción de Centros Penitenciarios (Special Law for the Construction of Penitentiaries), approved in April 2022.
Emergency Mechanisms
Economist José Luis Magaña recalled that, since the Covid-19 pandemic emergency, the government found ways to “operate with opacity in managing public funds,” in that case through the emergency declaration. Under the state of exception, it has been able to remain in a state of “permanent emergency,” maintaining the opaque handling of public procurement.
“We do not even know what is purchased; not just from whom, we do not even know what is purchased, at what price, under what conditions. All these elements remain in the dark, at the discretion and arbitrariness of the ministry executing this budget line,” he said. He also commented that there is no accountability for the Fondo de Protección Civil, Prevención y Mitigación de Desastres (FOPROMID) (Civil Protection, Prevention and Disaster Mitigation Fund).
“The diversification of regulations for public procurement that promotes direct contracting is a characteristic of the abuse of emergency powers,” said attorney Ruth López.
The public does not know about the processes or the contract awards for penitentiary centers. “Therefore, one way of continuing to evade transparency and fair competition is through special frameworks that remain in place as long as the reason that gave rise to them continues,” she added.
According to Héctor Carrillo, executive director of FESPAD (Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho), the easing of rules for public purchases is taking place within security measures “that do not reflect the creation of a public policy” to address the country’s violence crisis.
“Sacrificing strict control over the use of public funds is not healthy in the medium or long term, as it fosters scenarios ripe for corruption—something extremely harmful to Salvadorans’ tax revenues,” Carrillo remarked.
This ease of contracting is intended to provide suitable conditions for people deprived of liberty; however, the penitentiary system remains overwhelmed. “According to testimonies from families, data gathered by civil society organizations, and the Inter-American Commission on Human Rights itself, prisons are places where cruel, inhuman, and degrading treatment—including torture—occurs daily,” he said.
Analyst Ramiro Navas believes this opacity regime benefits the government. “I would venture to say that one of the main reasons the government has kept the state of exception in place for so long is because it allows them such leeway to circumvent conventional regulations,” he said.
This, he added, favors specific groups. “If there has existed legislation and a set of regulations to govern public-fund procurement and acquisitions, it is precisely because the public’s money must be guaranteed to be used properly,” Navas concluded.
Opacidad en compras acompaña los tres años del régimen de excepción
Por tres años ha estado vigente en el territorio salvadoreño el régimen de excepción, principal herramienta del gobierno para perseguir a las pandillas, aunque ha significado vulneraciones a derechos humanos según organizaciones; pero, además, estaría acompañado de una régimen especial que permitiría la opacidad en las compras estatales.
Con la primera prórroga se aprobó el “Régimen especial transitorio para la adquisición de bienes y servicios y para la ejecución de obras y todo tipo de inversión por parte del Estado, en el marco de la declaratoria de régimen de excepción”, cuya vigencia “se mantendrá mientras dure el Régimen de Excepción”, según consta en el mismo decreto.
Se autorizó al Órgano Ejecutivo para emitir y ajustar los instrumentos que permitieran realizar contrataciones y adquisiciones “de manera que se simplifique y facilite” la obtención de los bienes y servicios, la ejecución de obras y “todo tipo de inversión” necesarios para cumplir las disposiciones del régimen.
“En consecuencia, no serán aplicables las disposiciones de la Ley de Adquisiciones y Contrataciones de la Administración Pública (hoy Ley de Compras Públicas)”, dice la norma. Dicho régimen también será aplicable a compras de la Fiscalía General de la República con el estado de excepción.
Además, dice que “durante la prolongación del régimen de excepción”, las adquisiciones y contrataciones estarán exentas del pago de todo tipo de impuesto.
Para 2025, el presupuesto del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública tiene $10 millones en la línea de Programa Especial de Combate a Terroristas. En 2024 tuvo asignación de $26 millones; pero se registraron como comprometidos solo $6.3 millones. La línea presupuestaria se creó en 2022 y ese año se ejecutaron $51.5 millones.
Su propósito es: “dotar de armamento, vehículos, uniformes, equipamiento y demás herramientas a las instituciones de Seguridad Pública y Policía Nacional Civil, a efecto de combatir de manera frontal a terroristas, y de esa forma restablecer el orden, la seguridad ciudadana y el control territorial, en todo el país”.
Al revisar en el portal de transparencia del Ministerio no consta información de ese tipo de compras.
Pero no es la única ley que permite saltar los proceso de la Ley de Compras Públicas, también se estableció en la Ley Especial para la Construcción de Centros Penitenciarios, aprobada en abril de 2022.
Mecanismos de emergencia
El economista José Luis Magaña recordó que desde la emergencia por la pandemia del Covid-19 el gobierno encontró mecanismos de “opacidad en el manejo de los fondos públicos”, en ese caso la declaración de emergencia. Y con el régimen de excepción le ha permitido tener en “emergencia permanente” y mantener el esquema de opacidad en la manejo de las compras públicas.
“No se sabe ni siquiera qué se compra, no solo a quién, ni siquiera sabemos qué se compra, a qué precio se compra, bajo qué condiciones se compra. Todos estos elementos quedan bajo la opacidad y a criterio y la arbitrariedad del ministerio que está ejecutando esta línea presupuestaria”, dijo.
También comentó que del Fondo de Protección Civil, Prevención y Mitigación de Desastres (FOPROMID) tampoco se rinde cuentas.
“La diversificación de regulación en materia de compras públicas que promueven la contratación de directa es una característica del abuso de poderes de emergencia”, opinó la abogada Ruth López.
La población no conoce los procesos, ni las adjudicaciones para Centros Penales. “Por lo tanto, una forma de continuar evadiendo la transparencia, la competencia es mediante regímenes especiales que se mantienen mientras el motivo que les da origen continúe”, agregó.
Héctor Carrillo, director ejecutivo de FESPAD, considera que la flexibilización para compras públicas se da en el marco de medidas en materia de seguridad “que no responden a la construcción de una política pública” para abordar la crisis de violencia en el país.
“Sacrificar el estricto control sobre el uso de los fondos públicos no es sano a mediano y largo plazo, pues fomenta escenarios propicios para la corrupción, algo muy malo para los impuestos de los salvadoreños”, comentó Carrillo.
Esta facilidad persigue dar condiciones adecuadas para las personas privadas de libertad; sin embargo, el sistema penitenciario sigue colapsado. “Según testimonios de familias, datos recabados por organizaciones de la sociedad civil y la misma Comisión Interamericana de Derechos Humanos, las cárceles son un lugar donde a diario hay tratos crueles, inhumanos y degradantes, inclusive, torturas”, dijo.
El analista Ramiro Navas considera que es conveniente al gobierno este régimen de opacidad. “Me atrevería a decir que una de las principales razones por las cuales el gobierno mantiene durante tanto tiempo el régimen de excepción es porque le permite estas facilidades para saltarse las normas convencionales”, dijo.
Esto favorecería a grupos. “Si ha existido una legislación y un conjunto de normativas para regular las contrataciones y adquisiciones que se hacen con fondos públicos es, precisamente, porque se tiene que garantizar que los fondos de la gente sean utilizados adecuadamente”, agregó.