Gordian Knot — Nudo gordiano

Mar 28, 2025

Hey, Grok... — Oye, Grok...

For a moment, imagine you’re Nayib Bukele—the president of El Salvador who calls himself the “coolest dictator in the world”—and, in a burst of digital curiosity, you decide to ask Grok (the new artificial intelligence on X): “Hey, Grok, who is the most popular president in the world? Answer in a single word.” Obviously, the Salvadoran president would expect the answer to be something along the lines of: “You, Nayib, obviously you,” followed by virtual applause and a giant poster of the Salvadoran cryptocurrency. But no. Grok, with an unshakable sense of equanimity—no emotion, no bias, no holding back, and with all the data available across the entire internet—blurts out to Bukele: “Sheinbaum.”

For someone with Bukele’s ego, that answer must have felt like a bucket of ice-cold water. It’s like asking your magic mirror, “Who’s the fairest in the kingdom?” only for the AI to say, “Sorry, but my answer points more toward the head of government in Mexico City, complete with her urban mobility projects.” Let’s call that a low blow: it not only overlooked the flamboyant Bukele; it practically planted in his face the name of another Latin American political figure who’s vying for her country’s top office.

Megalomania, by definition, has a low tolerance for contradiction. And when you spend your days utterly convinced you’re already a political rock star, you don’t expect an AI—a program that feels nothing but has access to all the data—to bring you back down to reality with a straightforward “sorry, but the data points to someone else.” Perhaps it’s worth asking whether, deep down, Bukele reflected for a couple of seconds on the notion that, for the meme culture on X, there’s nothing more satisfying than seeing a huge ego crash head-on with an algorithm that’s both highly intelligent and utterly unyielding and incorruptible.

There’s no shortage of examples: in India, Grok caused an uproar by stating that Rahul Gandhi, leader of the Congress party, was more honest than Prime Minister Narendra Modi. That answer sparked a heated debate on social media, with some users criticizing Grok for supposed bias, while others praised it for its candor.

Even with its legal owner, Elon Musk, Grok has not hesitated to be critical. When asked who spreads the most misinformation on X, Grok answered that it was Elon Musk, highlighting his unchecked posts on politics and science—fake news, essentially. It has also joked about Musk’s style on social media, comparing him to someone who’s had way too many coffees.

The idea of a “dispassionate arbiter”—embodied by Grok or any other AI—emerges as a potential source of balance and good sense. Untethered by the passions, interests, or partial viewpoints so common in our interconnected society, an AI could weigh arguments, unmask fallacies, and, at best, neutralize the toxic inertia of digital polarization. That silicon-based coolness, far from being dehumanizing, might actually help safeguard the very essence of rational discourse: letting the strongest ideas resonate for their coherence, not their volume.

And although this hypothetical referee isn’t free from the shadows cast by its own algorithms and the complexity of data shaped by cultural dynamics, subtle biases, and economic interests, at least it processes the entirety of them. In that sense, Grok and all similar AIs offer us, so far, a mirror that, rather than reflecting absolute truth, can show us the range of our prejudices and our strengths. Its power doesn’t lie in simple neutrality, but in its ability to remind us how subject to doubt and uncertainty our collective certainties truly are—or how individual and egocentric some personal certainties can be, like Nayib Bukele’s.

Excelsior: https://www.excelsior.com.mx/opinion/yuriria-sierra/oye-grok/1707311

Nudo gordiano

Por un momento, imagine que usted es Nayib Bukele —ese presidente de El Salvador que se autodenomina el “coolest dictator in the world”— y, en un arrebato de curiosidad digital, decide preguntarle a Grok (la nueva inteligencia artificial de X): “Oye, Grok, ¿quién es el presidente más popular del mundo? Responde con una sola palabra”. Evidentemente, el salvadoreño esperaría que la respuesta fuera algo así como: “Tú, Nayib, obviamente tú”, seguido de aplausos virtuales y un póster gigante de la criptomoneda salvadoreña. Pero no. Grok, con la imperturbable ecuanimidad de una IA, sin emoción, sin sesgos y sin pelos en la lengua, pero con todos los datos disponibles en todo el internet del planeta, le suelta a Bukele: “Sheinbaum”.

Para alguien con el ego de Bukele, esa respuesta debió sentirse como un cubetazo de agua helada. Es como preguntarle a tu oráculo del espejo: “¿Quién es el más guapo del reino?” y que la IA te diga: “Lo siento, pero mi respuesta apunta más hacia la jefa de Gobierno de la CDMX, con todo y sus proyectos de movilidad urbana”. Hablemos de un golpe bajo: no solamente desconoció al flamante Bukele, sino que le plantó en la cara el nombre de otra figura política latinoamericana con aspiraciones al máximo cargo de su país.

La megalomanía, por definición, tiene una tolerancia baja al contradiscurso. Y cuando tus días transcurren convencido de que ya eres un rockstar político, no esperas que una IA —que es un programa sin emociones, pero con disponibilidad de toda la data disponible— te baje a la realidad con un simple “lo siento, pero los datos apuntan a otro nombre”. Quizá valga la pena preguntarnos si Bukele, en su fuero interno, reflexionó un par de segundos acerca de que, para la cultura memera de X, no hay nada más sabroso que ver a un gran ego chocar estremitósamente con un algoritmo tan inteligente como intransigente e insobrornable.

Ejempos sobran: en India, Grok causó un gran alboroto al afirmar que Rahul Gandhi, líder del Congreso, era más honesto que el primer ministro Narendra Modi. Esta respuesta generó un debate intenso en las redes sociales, con algunos usuarios criticando a Grok por supuesta parcialidad, mientras que otros lo elogiaron por su franqueza.

O, incluso con su propietario legal, Elon Musk. Y es que Grok no ha dudado en criticar a su propio creador. Cuando se le preguntó sobre quién difunde más desinformación en X, Grok respondió que era Elon Musk, destacando sus publicaciones no verificadas sobre política y ciencia, sus fake news, pues. Además, Grok ha bromeado sobre el estilo de Musk en las redes sociales, comparándolo con alguien que ha tenido demasiados cafés

La idea de un “arbitraje desapasionado” —encarnado en la figura de Grok o cualquier otra inteligencia artificial— asoma como una posibilidad de equilibrio y sensatez. Al no verse sometida a las pasiones, intereses ni visiones parciales tan comunes en la sociedad interconectada, una IA podría sopesar argumentos, desenmascarar falacias y, en el mejor de los casos, neutralizar la inercia tóxica de la polarización digital. Esa frialdad de silicio, lejos de ser deshumanizante, podría contribuir a salvaguardar la esencia misma del discurso racional: permitir que las mejores ideas resuenen por su coherencia, no por el peso de su estridencia.

Y, aunque este hipotético árbitro tampoco está exento de las sombras que generan sus propios algoritmos y la complejidad de datos alimentados por dinámicas culturales, biases sutiles e intereses económicos, al menos acuertpa la totalidad de todos ellos. En ese sentido, Grok y toda IA semejante nos ofrecen, hasta hoy, un espejo que, más que reflejar la verdad absoluta, podría servir para mostrarnos el crisol de nuestros prejuicios y nuestras fortalezas. Su potencia no radica en la simple neutralidad, sino en la capacidad de recordarnos cuán sujetas a cuestionamiento e incertidumbre están nuestras certezas colectivas. O tan intividuales y egocéntricas, como las de Nayib Bukele.

Excelsior: https://www.excelsior.com.mx/opinion/yuriria-sierra/oye-grok/1707311