The Trump administration’s decision to return a high-profile gang boss facing terrorism charges to El Salvador as part of a controversial effort to deport hundreds of Venezuelan citizens could signal the US government’s willingness to compromise its longstanding MS13 crackdown in favor of mass deportation.
César Humberto López Larios, alias “Greñas,” a veteran leader of the MS13 street gang, was flown to El Salvador on March 15 alongside other suspected Salvadoran gang members and more than 200 Venezuelans accused by US officials of belonging to the Tren de Aragua gang.
López Larios was among a group of 14 members of the MS13’s historic leadership ring charged with terrorism in a landmark case initiated during Trump’s first administration. At the time, authorities called it the “highest-reaching and most sweeping indictment” to ever target the gang.
The expulsion flights began after the Trump administration invoked an obscure wartime law from the 18th century to loosen restrictions on deporting suspected members of the Venezuelan gang, which was recently declared a terrorist organization by the US State Department alongside the MS13 and several Mexican crime groups.
The El Salvador government has agreed to house the deported Venezuelans in a maximum security prison for a reported fee of $6 million, despite the US authorities’ own admission that they have no clear evidence of their gang affiliation. The trade also included the return of López Larios and 22 alleged MS13 members wanted by Salvadoran authorities.
The move came after Salvadoran President Nayib Bukele publicly offered to house convicted criminals from the United States in return for a fee. In private, he also requested that the Trump administration return top MS13 leaders to El Salvador as part of the exchange, according to the Salvadoran ambassador to the United States.
A video posted by Bukele showed a shackled López Larios being dragged off an airplane and bundled into an armored vehicle by Salvadoran security forces. A hefty security convoy transported the suspected MS13 members and the Venezuelan nationals to the Terrorist Confinement Center (Centro de Confinamiento del Terrorismo – CECOT), a maximum security prison built to house Salvadoran gang members.
Removing López Larios from US soil required the Justice Department to drop the terrorism-related charges against the gang leader. Prosecutors cited “geopolitical and national security concerns” as justification for doing so.
A seasoned gang boss, López Larios was previously deported from the United States to El Salvador in 2017. He later escaped prison there and fled to Mexico, where he joined the MS13’s operations on Mexican soil. Authorities later arrested him in Chiapas in June 2024 and transferred him to US custody.
InSight Crime Analysis
The decision to dismiss the charges against López Larios runs counter to the US government’s goal of prosecuting MS13 leaders on home soil – long a pillar of its fight against transnational gangs.
US authorities have hounded fugitive MS13 leaders since the government announced their indictment during the first Trump administration. This included the formation of a joint task force in 2019 between the Justice Department and the Federal Bureau of Investigations (FBI). The unit was charged with “disrupting, dismantling, and ultimately, destroying [the] MS13.”
During the Biden administration, the US State Department pressured Salvadoran authorities to extradite top MS13 leaders jailed in El Salvador and arrested a string of others embroiled in the terrorism case.
But the return of López Larios suggests the US government may now be willing to sacrifice parts of its MS13 investigation to facilitate mass deportations. It also raises questions about whether the Trump administration could use the six MS13 leaders that remain in US custody as a bargaining chip to secure further deportations to El Salvador.
This type of trade-off suits Bukele, whose government has stubbornly refused to extradite indicted MS13 leaders. Many of them were privy to secret talks with top Bukele officials, in which gang members offered to lower the country’s homicide rate in exchange for prison benefits and protection from extradition, according to US prosecutors.
That list includes Élmer Canales Rivera, alias “Crook,” a gang leader Salvadoran officials freed from jail. He was later arrested in Mexico and is now facing trial in New York. Prosecutors say he “played one of the most prominent roles in the MS13’s negotiations and agreements” with the Salvadoran government.
The return of MS13 leaders to El Salvador would almost certainly prevent the full details of those negotiations from coming to light.
InSight Crime: https://insightcrime.org/news/us-deportations-compromise-trump-ms13-crackdown
¿Podrían las deportaciones de Estados Unidos comprometer la ofensiva contra la MS13 de la administración Trump?
La decisión de la administración Trump de devolver a El Salvador a un jefe de pandillas de alto perfil acusado de terrorismo, como parte de un esfuerzo controvertido para deportar a cientos de ciudadanos venezolanos, podría indicar la disposición del gobierno de Estados Unidos a poner en riesgo su prolongada ofensiva contra la MS13 en favor de la deportación masiva.
César Humberto López Larios, alias “Greñas,” un veterano líder de la pandilla callejera MS13, fue trasladado a El Salvador el 15 de marzo junto con otros presuntos pandilleros salvadoreños y más de 200 venezolanos acusados por las autoridades estadounidenses de pertenecer a la banda Tren de Aragua.
López Larios se contaba entre un grupo de 14 integrantes del anillo histórico de liderazgo de la MS13 acusados de terrorismo en un caso histórico iniciado durante la primera administración de Trump. En ese momento, las autoridades lo describieron como “la acusación más abarcadora y de mayor alcance” que se haya presentado contra la pandilla.
Los vuelos de expulsión comenzaron después de que la administración Trump invocó una oscura ley de tiempos de guerra del siglo XVIII para flexibilizar las restricciones en la deportación de presuntos integrantes de la pandilla venezolana, la cual fue declarada recientemente como organización terrorista por el Departamento de Estado de Estados Unidos (US State Department), al igual que la MS13 y varios grupos criminales mexicanos.
El gobierno de El Salvador acordó recluir a los venezolanos deportados en una prisión de máxima seguridad por una tarifa reportada de 6 millones de dólares, a pesar de que las propias autoridades estadounidenses admiten que no tienen pruebas claras de su afiliación a una pandilla. El trato también incluyó el retorno de López Larios y de otros 22 presuntos miembros de la MS13 requeridos por las autoridades salvadoreñas.
La medida se produjo después de que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ofreció públicamente alojar a delincuentes condenados de Estados Unidos a cambio de una tarifa. En privado, también solicitó que la administración Trump devolviera a El Salvador a altos líderes de la MS13 como parte del intercambio, según el embajador salvadoreño en Estados Unidos.
Un video publicado por Bukele mostraba a López Larios, con grilletes, siendo sacado a la fuerza de un avión y subido a un vehículo blindado por las fuerzas de seguridad salvadoreñas. Un numeroso convoy de seguridad trasladó a los presuntos miembros de la MS13 y a los nacionales venezolanos al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Terrorist Confinement Center – CECOT), una prisión de máxima seguridad construida para albergar a pandilleros salvadoreños.
La remoción de López Larios del territorio estadounidense requirió que el Departamento de Justicia (Justice Department) desestimara los cargos relacionados con terrorismo en contra del cabecilla de la pandilla. Los fiscales citaron “preocupaciones geopolíticas y de seguridad nacional” como justificación para ello.
Un experimentado cabecilla de pandillas, López Larios fue deportado anteriormente desde Estados Unidos a El Salvador en 2017. Más tarde escapó de una prisión allí y huyó a México, donde se sumó a las operaciones de la MS13 en territorio mexicano. Posteriormente, las autoridades lo arrestaron en Chiapas en junio de 2024 y lo trasladaron a custodia de Estados Unidos.
Análisis de InSight Crime
La decisión de desechar los cargos contra López Larios contradice el objetivo del gobierno de Estados Unidos de procesar a los líderes de la MS13 en territorio estadounidense, un pilar durante mucho tiempo de su lucha contra las pandillas transnacionales.
Las autoridades estadounidenses han perseguido a los líderes prófugos de la MS13 desde que el gobierno anunció su acusación durante la primera administración de Trump. Esto incluyó la formación de un grupo de trabajo conjunto en 2019 entre el Departamento de Justicia y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés). Dicho grupo tenía la misión de “interrumpir, desmantelar y, en última instancia, destruir [la] MS13.”
Bajo la administración Biden, el Departamento de Estado presionó a las autoridades salvadoreñas para que extraditaran a los principales líderes de la MS13 encarcelados en El Salvador y detuvo a una serie de otros implicados en el caso de terrorismo.
Pero el regreso de López Larios sugiere que el gobierno de Estados Unidos podría ahora estar dispuesto a sacrificar partes de su investigación sobre la MS13 para facilitar deportaciones masivas. También plantea interrogantes sobre si la administración Trump podría utilizar a los seis líderes de la MS13 que aún permanecen bajo custodia estadounidense como moneda de cambio para asegurar más deportaciones a El Salvador.
Este tipo de intercambio favorece a Bukele, cuyo gobierno se ha negado obstinadamente a extraditar a los líderes de la MS13 procesados. Muchos de ellos estaban al tanto de conversaciones secretas con altos funcionarios del gobierno de Bukele, en las que los pandilleros se ofrecían a reducir la tasa de homicidios en el país a cambio de beneficios carcelarios y protección contra la extradición, según fiscales de Estados Unidos.
Esa lista incluye a Élmer Canales Rivera, alias “Crook,” un líder de la pandilla que funcionarios salvadoreños dejaron en libertad. Posteriormente fue arrestado en México y ahora enfrenta un juicio en Nueva York. Los fiscales afirman que “desempeñó uno de los papeles más destacados en las negociaciones y acuerdos de la MS13” con el gobierno salvadoreño.
El regreso de los líderes de la MS13 a El Salvador casi con toda certeza impediría que salieran a la luz todos los detalles de dichas negociaciones.
InSight Crime: https://insightcrime.org/news/us-deportations-compromise-trump-ms13-crackdown