Constitutional lawyer Enrique Anaya emphasized that El Salvador has no law authorizing the detention of foreign nationals in Salvadoran prisons without their having been processed through the country’s judicial system for crimes committed there. This raises debate over the legal vacuum inherent to El Salvador’s agreement with the United States.
The issue arose after the government of El Salvador placed 238 foreign nationals, expelled from the United States, in the Centro de Confinamiento contra el Terrorismo (CECOT) on Sunday. Among these individuals were 137 alleged members of the criminal gang Tren de Aragua, and 101 irregular Venezuelan migrants. This action came after the Trump administration invoked the Alien Enemies Act, dating back to the Second World War, to remove them from U.S. territory.
“In El Salvador, there is no law allowing us to keep prisoners detained who have not been convicted here. As far as we know, these persons have neither been prosecuted nor convicted in El Salvador,” Anaya said this Monday on the TV interview show Frente a Frente.
It was during a visit by U.S. Secretary of State Marco Rubio in early February that Salvadoran President Nayib Bukele proposed outsourcing prison services for receiving irregular migrants and criminals from the United States.
“So, on what legal basis are these people, independent of their nationality, being held here if, as alleged, they have not committed crimes in El Salvador and we have no law authorizing their detention?” the lawyer reiterated.
Uncertain jurisdiction
Anaya argues the real issue isn’t the outsourcing or commercialization of the country’s prison services—reportedly $6 million annually for 300 prisoners, according to information published by U.S. media—but rather the jurisdictional ambiguity.
“There are numerous issues here: for instance, under whose judicial jurisdiction are these persons? Are they under U.S. jurisdiction or the Salvadoran penitentiary supervision courts? Who is going to monitor compliance with their sentences? What control mechanisms are being put in place?” he asked.
Anaya also raised doubts as to the constitutionality of any potential legislative bill that the government might send to the Legislative Assembly to provide legal footing for this arrangement.
“Frankly, I seriously doubt that it’s beneficial for us to enter into such a risky business arrangement possibly incurring international legal liabilities,” he explained.
He pointed out that an existing international convention already allows individuals convicted abroad to serve their sentences in their home countries. Namely, a Salvadoran national convicted of a crime in the United States or another country can petition to complete their sentence in El Salvador.
“But the convention states clear rules for implementing that option. For example, it specifies that the prisoner must hold citizenship of the receiving country, a condition that hasn’t been met here. Additionally, the request must be voluntarily made by the prisoner, who must have committed acts that constitute crimes in the receiving country, yet we do not even know if these transferred individuals have been sentenced,” Anaya clarified.
Lawyer Roxana Cardona also drew attention on social media to the possible legal consequences of placing foreigners into the Salvadoran penitentiary system.
“To bring foreigners who have not committed crimes in this country to imprison them amounts to commercializing our prison system,” she said.
Cardona pointed out that Salvadoran penitentiary law includes a penitentiary framework with distinct stages of punishment, each offering penitentiary benefits. “Which judge will monitor their sentences if we do not have jurisdiction? Will food and textile businesses be created for these inmates? Who stands to benefit from this?” she asked.
Furthermore, the lawyer did not rule out the possibility that by maintaining the state of exception, procurement contracts for inmate services will bypass the standard public procurement processes. Each extension of the state of exception automatically renews the temporary special procurement decree called the Régimen Especial Transitorio para la Adquisición de Bienes y Servicios por parte del Estado en el marco de la declaratoria del Régimen de Excepción.
“Our prison system is being privatized. Every inmate represents income, and the government knows this very well,” she added.
Cardona argued that Salvadorans cannot assume the burdens of the U.S. migration and penitentiary policies, as this will lead to “legal and social consequences.”
“What piece of legislation allows the country to rent its prisons or have we stopped asking that question altogether?” lawyer José Marinero wrote on social network platform X.
Anaya further noted that the specifics of the agreement between the Salvadoran and U.S. governments on this matter have not been made public.
Referring to the Salvadoran MS13 inmates also included in the transfer, Anaya clarified that these were not extraditions as the government claimed, but rather “expulsions from the United States to a Salvadoran prison,” which differ from deportations—a procedure that involves sending foreign nationals back to their country of origin.
Vacío legal y jurisdicción incierta sobre presos extranjeros enviados al CECOT
El abogado constitucionalista, Enrique Anaya, enfatizó que El Salvador no tiene ninguna ley que autorice mantener personas extranjeras detenidas en cárceles salvadoreñas que no hayan sido procesadas en el sistema judicial del país por cometimiento de delitos, lo que abre el debate del vacío legal que tendría el acuerdo con Estados Unidos.
Esto a raíz de que el gobierno de El Salvador internara este domingo en el Centro de Confinamiento contra el Terrorismo (CECOT) a 238 extranjeros expulsados por Estados Unidos, entre ellos 137 supuestos miembros de la banda criminal Tren de Aragua y 101 venezolanos migrantes irregulares, luego que el gobierno de Donald Trump invocara la Ley de Enemigos Extranjeros que data de la segunda guerra mundial para sacarlos del territorio estadounidense.
“En El Salvador no hay ninguna ley que autorice que podamos tener presos detenidos que no hay sido condenados en El Salvador. Porque estas personas, al menos de lo que tenemos conocimiento, no han sido procesadas en El Salvador y si son condenados, tampoco han sido condenados en El Salvador”, dijo en la entrevista Frente a Frente este lunes.
Fue en el marco de la visita del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, a principios de febrero que el presidente salvadoreño Nayib Bukele ofreció la tercerización de los servicios carcelarios para recibir migrantes irregulares en Estados Unidos y criminales.
“Entonces sobre qué base legal aquí se van a tener a personas, independientemente de la nacionalidad que sea, supuestamente no han cometido un delito en El Salvador y no hay ninguna ley que autorice tenerlas detenidas aquí”, reiteró el abogado.
Jurisdicción incierta
Y señala que el problema no sería en la tercerización o comercialización de los servicios carcelarios del país, que según información que divulgaron medios estadounidenses sería por un pago de $6 millones anuales por 300 personas, sino que el problema es de jurisdicción.
“Y aquí hay un montón de problemas, por ejemplo, ¿bajo jurisdicción de qué juez están estas personas?, ¿bajo un juez estadounidense o bajo los jueces de vigilancia penitenciaria en El Salvador?, ¿quién va a estar vigilando si se está cumpliendo la pena o no?, ¿qué control va a haber sobre eso?”, cuestionó.
En el caso que el gobierno envíe a la Asamblea Legislativa un proyecto de ley para darle legalidad a este acuerdo, descarta que sea constitucional.
“Yo francamente tengo dudas que nos sea negocio estarnos colocando en este tipo de negocio tan arriesgado, de podernos generar responsabilidades internacionales”, expuso.
Comentó que una convención internacional ya permite a un condenado en el extranjero cumplir su pena en su país de origen, es decir, un salvadoreño condenado por un delito en Estados Unidos u otro país puede pedir cumplir esa condena en el territorio salvadoreño.
“Pero te indica cuáles son las reglas para poder ejecutar eso, por ejemplo te dice que tiene que ser una persona de la nacionalidad del país receptor. Cosa que no se estaría cumpliendo acá, que no sabemos siquiera si son condenados. Dos, tiene que ser voluntariamente solicitado por el reo o condenado, solamente puede ser por delitos que sean delitos en el país receptor”, expuso.
También la abogada Roxana Cardona, expresó en sus redes sociales las posibles consecuencias jurídicas de meter al sistema carcelario a extranjeros.
“Traer extranjeros que no han cometido delitos en el país, para encarcelarlos, es comercializar el sistema carcelario”, expresó.
Agregó que el derecho penitenciario salvadoreño tiene un teorema penitenciario en las etapas de la pena, cada una conlleva un beneficio penitenciario, “¿qué juez le llevará el monitoreo de la pena si no tenemos jurisdicción?, ¿se crearán empresas de alimentos y maquilas para estos reclusos, quienes serán beneficiados?”, cuestionó.
La abogada no descarta que con mantener vigente el régimen de excepción se adjudiquen esos servicios sin seguir el proceso de la ley de compras públicas. Esto porque cada vez que se prorroga el régimen de excepción, automáticamente se prolonga el decreto del Régimen Especial Transitorio para la Adquisición de Bienes y Servicios por parte del Estado en el marco de la declaratoria del Régimen de Excepción.
“El sistema carcelario se está privatizando, cada reo es un ingreso y el gobierno lo sabe muy bien”, expuso.
Agregó que la política antimigratoria y carcelaria de Estados Unidos no puede ser asumida por el pueblo salvadoreño, “ya que llevará consecuencias legales y sociales”.
“¿Cuál es la norma jurídica que permite al país alquilar sus cárceles? ¿O ya ni nos hacemos esa pregunta?”, cuestionó el abogado José Marinero en la red X.
Anaya también señala que no se ha dado a conocer el contenido del acuerdo entre el gobierno salvadoreño con el estadounidense sobre este tema.
Sobre los salvadoreños de la MS13 que se incluyeron, Anaya aclaró que no se trata de extradiciones como el gobierno alegó, sino que son “expulsiones desde los Estados Unidos hacia una cárcel salvadoreña” y que tampoco son deportaciones, que es enviar a un extranjero a su país de origen.