As happens every year, San Salvador’s Alameda Roosevelt was the setting where hundreds of women and various feminist organizations marched together to commemorate International Women’s Day on March 8. This time, in addition to protesting the continual violation of their human rights, labor precarity, and the lack of justice in cases of femicide, the women also raised their voices about another issue that threatens their lives and places the country’s future at risk: the reactivation of metal mining, which was approved in expedited fashion by the ruling party, Nuevas Ideas.
The march was led by a contingent wearing yellow T-shirts and carrying yellow umbrellas stamped with the phrase “8M contra la minería” (“8M against mining”), showing that the commemoration was also marked by widespread opposition to metal mining and demands for the protection of the environment and El Salvador’s natural resources.
“No a la minería, sí a la vida” (“No to mining, yes to life”), “gota por gota, el agua se agota” (“drop by drop, water runs out”), “toda mina contamina” (“every mine contaminates”), and “donde hay minería, muere la tierra y las semillas” (“where there is mining, the earth and the seeds die”) were some of the slogans repeated as the march made its way from Cuscatlán Park—the starting point—to Salvador del Mundo Plaza, where it concluded. These phrases were also featured on the many signs that participants prepared to raise visibility for their protests.
The General Law on Metal Mining was passed by the Asamblea Legislativa (Legislative Assembly) on December 23 in a rushed manner, without giving experts the chance to provide a technical and scientific analysis of the impact of restarting this activity in a country as small as El Salvador, already facing a water crisis. This hurried procedure is not new; it continues a pattern that has become routine in that branch of government, where laws are approved at the behest of President Nayib Bukele without adequate study.
Although six out of ten Salvadorans reject this law—according to a survey by the Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) (Central American University José Simeón Cañas)—Bukele said that those who oppose it have been convinced by what he called an “apocalyptic lie” about the disastrous consequences of mining on the land, water, and people’s health, particularly those living only a few kilometers from potential mining sites.
In January of this year, Bukele claimed that the rivers are already polluted by other causes—such as hospital waste, sugarcane burning, and pesticides—but not by metal mining. However, GatoEncerrado was able to verify the current state of the San Sebastián River, which remains contaminated by mining activity that took place over 100 years ago in Santa Rosa de Lima.
Before the march began, Adriana Ramírez—of the organization Reverdes—showed the media a bottle with contaminated water from the San Sebastián River. “This is the result of acid mine drainage, and this is what awaits our rivers if these extractive projects continue, which are not meant for us. Mining never leaves profits for the countries it comes to; what it leaves are deaths and disease,” Ramírez declared while holding up the bottle of orange-tinted water.
She also recalled that before metal mining was totally banned in 2017, the environmentalist Dora Sorto—who was a member of the Comité Ambiental de Cabañas (Cabañas Environmental Committee)—was murdered for her opposition to the “El Dorado” mine, run by the Canadian company Pacific Rim. According to the women who marched, this shows that in El Salvador there have already been killings of women environmentalists over their fight against mining.
Despite these precedents, the march made clear that women with strong convictions remain ready to continue fighting to stop any extractive project that puts their health and development at risk or harms nature.
Women from other departments of the country, such as Sonsonate, Cabañas, and Usulután, also joined the march, starting out at dawn and traveling many kilometers from their homes to the meeting point in the capital. Neither did the scorching sun of March deter them.
After about an hour and a half of walking, the various collectives reached Salvador del Mundo Plaza. Some chose to sit on the grass to rest; others stood in the shade beneath the trees. From there, the denunciations of mining continued. Gathered on one side of the plaza, different spokespersons for the organizations took turns speaking to bring the activity to a close.
“We are being condemned to inherit a country where life will not be sustainable in any way—without the right to a dignified and full future in the territories we now inhabit, with our common resources destroyed in the hands of mining companies. The hopes and ways of life for young people and children are becoming impossible. We reject any attempt to justify metal mining as an economic solution for the country. There is no example anywhere in the world of a country that has overcome poverty thanks to this activity, but there are many cases where it has left greater inequality, poverty, and environmental devastation,” they denounced.
Gato Encerrado: https://gatoencerrado.news/2025/03/08/ni-las-mujeres-ni-la-naturaleza-se-explotan-o-se-violentan-ecofeministas-en-el-8m/
“Ni las mujeres ni la naturaleza se explotan o se violentan”: Ecofeministas en el 8M
La alameda Roosevelt de San Salvador, como todos los años, fue el espacio en el que cientos de mujeres y diferentes organizaciones feministas marcharon juntas para conmemorar el Día Internacional de la Mujer este 8 de marzo. En esta ocasión, además de denunciar la continua vulneración de sus derechos humanos, la precarización laboral y la falta de justicia en casos de feminicidios, las mujeres también alzaron la voz por otra problemática que amenaza sus vidas y pone en riesgo el futuro del país: la reactivación de la minería metálica que fue aprobada de forma exprés por el partido de gobierno Nuevas Ideas.
La marcha estuvo encabezada por un bloque que utilizó camisetas y sombrillas amarillas estampadas con la frase “8M contra la minería”, demostrando que la conmemoración también fue marcada por el rechazo generalizado hacia la minería metálica y la exigencia de la protección del medio ambiente y los recursos naturales de El Salvador.
“No a la minería, sí a la vida”, “gota por gota, el agua se agota”, “toda mina contamina” o “donde hay minería, muere la tierra y las semillas”, fueron algunas de las consignas que se repitieron durante el trayecto desde el parque Cuscatlán, punto de salida de la marcha, hasta la plaza Salvador del Mundo, donde concluyó. Estas frases también fueron incluidas en abundantes pancartas que las asistentes prepararon y utilizaron para dar mayor visibilidad a sus protestas.
La Ley General de Minería Metálica fue aprobada por la Asamblea Legislativa el pasado 23 de diciembre, de forma exprés y sin debatir con expertos que emitieran un análisis técnico y científico sobre el impacto de reactivar esta actividad en un país tan pequeño como El Salvador y con una crisis hídrica. El proceso apresurado para la aprobación de esta ley no es nuevo, sino la continuación de un procedimiento que se ha convertido en la forma habitual de operar en ese órgano del Estado, donde las leyes se aprueban por orden del mandatario Nayib Bukele y sin el debido estudio.
A pesar de que esta ley ha sido rechazada por 6 de cada 10 salvadoreños, según una encuesta de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), Bukele dijo que quienes la rechazan han sido convencidos de una “mentira apocalíptica” sobre los impactos desastrosos de esta actividad en la tierra, el agua y la salud de las personas, principalmente de aquellas que viven a escasos kilómetros de las zonas de potencial minero.
En enero de este año, Bukele también aseguró que los ríos ya están contaminados por otras actividades como los desechos hospitalarios, la quema de caña o por el uso de pesticidas, pero no por la minería metálica. Sin embargo, GatoEncerrado pudo constatar el estado actual del río San Sebastián, contaminado por la actividad minera que hubo en Santa Rosa de Lima hace más de 100 años.
Antes de que la marcha iniciara, Adriana Ramírez, de la organización Reverdes, mostró ante los medios de comunicación una botella con el agua contaminada del río San Sebastián. “Esto es resultado del drenaje ácido de la minería y esto es lo que le espera a nuestros ríos de continuar estos proyectos extractivistas que no son para nosotros. La minería nunca deja ganancia para los países a donde llega, lo que deja son muertes y enfermedades”, expresó Ramírez al mismo momento que levantaba la botella que contenía agua de un tono anaranjado producto de la contaminación.
También recordó que previo a la prohibición total de la minería metálica en 2017, la ambientalista Dora Sorto, quien era integrante del Comité Ambiental de Cabañas, fue asesinada por su oposición a la explotación de la mina “El Dorado” por parte de la empresa canadiense Pacific Rim. De acuerdo con las manifestantes, esto demuestra que en El Salvador ya ha habido asesinatos de mujeres ambientalistas por la lucha en contra de la minería.
Pese a los antecedentes, la marcha evidenció que las mujeres con convicción están dispuestas a seguir luchando para poner freno a cualquier proyecto extractivista que ponga en riesgo su salud, desarrollo y que perjudique a la naturaleza.
A la marcha también se sumaron mujeres de otros departamentos del interior del país como Sonsonate, Cabañas o Usulután, quienes no tuvieron reparo en madrugar y recorrer varios kilómetros desde sus hogares hasta el punto de encuentro en la capital. Tampoco les frenó el abrasador sol del mes de marzo.
Luego de hora y media de caminata, los diferentes colectivos llegaron a la plaza Salvador del Mundo. Algunas personas optaron por sentarse en la grama para descansar; otras, aunque de pie, encontraron sombra debajo de los árboles. Desde ahí, las denuncias enfocadas en la minería continuaron. Agrupadas en un costado de la plaza, distintas vocerías de las organizaciones tomaron la palabra para dar cierre a la actividad.
“Se nos está condenando a heredar un país donde la vida no será sustentable de ninguna forma. Sin el derecho a un futuro digno y pleno en los territorios que ahora habitamos, con los bienes comunes destruidos en manos de las empresas mineras. Las esperanzas y formas de vida de las juventudes y la niñez se vuelven inviables. Rechazamos cualquier intento de justificar la minería metálica como una solución económica para el país. No existe en el mundo un ejemplo de un país que haya superado la pobreza gracias a esta actividad, pero sí abundan los casos donde ha dejado mayor desigualdad, pobreza y devastación ambiental”, denunciaron.
Gato Encerrado: https://gatoencerrado.news/2025/03/08/ni-las-mujeres-ni-la-naturaleza-se-explotan-o-se-violentan-ecofeministas-en-el-8m/