The opacity surrounding the Bitcoin project has made it impossible to verify whether the multiple cryptocurrency purchases announced by Salvadoran President Nayib Bukele are genuine. Not a single receipt exists, nor any public account where fund movements can be traced.
Nonetheless, Bukele asserts he has executed these purchases despite pledging to abstain from further Bitcoin buying as part of an agreement with the International Monetary Fund (IMF), which recently approved a program granting El Salvador approximately $1.4 billion.
Over 80% of the Bitcoin deposited in the cold wallet published by Bukele a year ago originates from addresses linked to the company Bitfinex, headed by the Italians Paolo Ardoino and Giancarlo Devasini, who hold significant influence over the Salvadoran government and continue expressing their support even after the IMF deal.
The absence of evidence of public fund transfers related to these purchases, coupled with the majority coming precisely from this company, casts doubt on whether the Salvadoran state truly owns these assets.
This assertion is made by technologist Mario Gómez. He explains that, in the crypto world, pretending ownership of digital assets is not uncommon: crypto “whales” (users holding large amounts of cryptocurrency) sometimes temporarily transfer part of their holdings to another address without losing their actual ownership. These actions usually aim at artificially inflating the value of newly launched digital assets.
An example is the recent controversy surrounding $LIBRA, promoted by Argentine president Javier Milei; this token briefly achieved millions in capitalization until major investors subsequently withdrew funds within hours. As a result, $LIBRA’s value crashed to zero.
“I believe something similar is happening here. Bitfinex is ‘lending’ Bitcoin to the Salvadoran government so that it has something to show the crypto community. Even the publication of that public address occurred years after these alleged purchases started,” Gómez explains.
According to Gómez, if the IMF intensifies pressure, demanding the government stop Bitcoin purchases—or cease claiming it makes them—the Salvadoran administration could argue that acquisitions haven’t been made with public funds, but by a private party.
This scenario appears plausible, as IMF Communications Director Julie Kozack stated on Thursday that Nayib Bukele’s government assured them these Bitcoin acquisitions do not breach their agreement.
“Regarding the recent increase in Bitcoin held by the Strategic Bitcoin Reserve Fund, the authorities have confirmed these holdings remain consistent with the program’s conditionalities, and we continue our dialogue with authorities regarding this important issue,” said Kozack.
The IMF spokesperson reiterated that “under the program, the government committed not to increase Bitcoin holdings within the public sector as a whole.” Indeed, the agreement explicitly states that “government purchases of Bitcoin will be prohibited during the period of the program.”
Two experts in international policy concur that Bukele’s announcements represent a form of media-based strength-testing against the IMF. According to them, Bukele has made this bold move hoping that U.S. President Donald Trump will fulfill his promise to create a cryptocurrency reserve and back him diplomatically.
Ana María Méndez, Central America Director at the Washington Office on Latin America (WOLA), explains Bukele believes his closeness to the U.S. president might shield him from IMF pressure, as Trump’s administration possesses the ability to veto decisions made by senior IMF officials.
Salvadoran international relations expert Napoleón Campos shares a similar view but cautions that President Trump’s announcements have not been definitive, as the U.S. president has often been prone to changing course: “He’s a weathervane,” concludes Campos.
EDH: https://www.elsalvador.com/noticias/negocios/bitcoin-nayib-bukele-fmi-el-salvador/1204814/2025/
Opacidad rodea las compras de Bitcoin que Bukele divulga en X
La opacidad que rodea al proyecto Bitcoin ha impedido que sea posible corroborar que las múltiples compras del criptoactivo anunciadas por el presidente de la República, Nayib Bukele, son reales. Ni un solo recibo. Ni una sola cuenta pública de la que sea posible rastrear una salida de recursos.
Sin embargo, Bukele asegura que ha realizado compras incluso cuando se ha comprometido a ya no hacerlas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que acaba de aprobar un programa para entregarle a El Salvador unos $1,400 millones.
Más de un 80% del Bitcoin depositado en la billetera fría publicada por Bukele hace un año proviene de direcciones de la compañía Bitfinex, capitaneada por los italianos Paolo Ardoino y Giancarlo Devasini, quienes ejercen una importante influencia en el gobierno salvadoreño y no han dejado de mostrarle su apoyo aún después del acuerdo con el FMI.
Que no existan huellas en las arcas públicas de salidas de dinero para estas compras y que la mayor parte provenga precisamente de esta empresa pone en tela de juicio que le pertenezcan al Estado salvadoreño.
Eso es lo que sostiene el tecnólogo Mario Gómez. Ilustra que, en el mundo cripto, que alguien finja la propiedad de un activo digital no es extraño: Hay “ballenas” (usuarios con cantidades enormes de criptomonedas) que pueden trasladar una parte de su tesoro a alguna dirección, sin que por ello se pierda su propiedad. Tal operación, por lo común, sirve para inflarle valor a algún activo digital de reciente lanzamiento.
Eso ocurrió, por ejemplo, con el escándalo de $LIBRA, que fue promocionada por el presidente argentino Javier Milei, por lo que logró millones en capitalización hasta que los principales inversores retiraron sus fondos solo horas después. Por ello, el valor de $LIBRA cayó a 0.
“Creo que está pasando algo parecido aquí. Bitfinex le ‘presta’ al Gobierno de El Salvador parte de sus Bitcoin para que tenga algo que mostrar ante la comunidad cripto. Incluso la publicación de esa dirección sucedió años después de que iniciaran las supuestas compras”, comenta Gómez.
Según Gómez, si el FMI obliga al gobierno con mayores presiones a dejar de comprar Bitcoin (o a dejar de decir que lo hace), es posible que se argumente que dichas adquisiciones no se han hecho con fondos públicos, sino por un privado.
Algo de esto parece estar pasando, pues la directora de Comunicaciones del FMI, Julie Kozack, aseguró este jueves que desde el Gobierno de Nayib Bukele les han expresado que dichas compras no violan el acuerdo.
“Respecto del reciente aumento de las tenencias de Bitcoin por parte del Fondo de Reserva Estratégica de Bitcoin, las autoridades han confirmado que estas son consistentes con las condicionalidades acordadas en el programa, y seguimos en contacto con las autoridades sobre este importante tema”, aseguró.
La portavoz del Fondo Monetario reiteró que “en virtud del programa, el gobierno se comprometió a no acumular sus Bitcoins a nivel del sector público en general”. En efecto, el acuerdo dice claramente que “las compras gubernamentales de Bitcoin estarán prohibidas durante el programa”.
Para dos expertos en política internacional, los anuncios de Bukele son una especie de medición de fuerza contra el FMI, al menos mediática, a la que el mandatario se ha animado con la esperanza de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cree su prometida reserva de criptomonedas y lo respalde.
Según Ana María Méndez, directora para Centroamérica de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), Bukele considera que su cercanía con el mandatario norteamericano podría blindarlo ante una eventual presión del FMI, pues el Gobierno de Trump cuenta con el poder de vetar decisiones de las máximas autoridades de la multilateral.
Algo parecido sostiene Napoleón Campos, experto salvadoreño en Relaciones Internacionales. Sin embargo, advierte que el anuncio de Donald Trump todavía no es firme, pues el mandatario se ha caracterizado por cambiar sus decisiones con frecuencia. “Es una veleta”, concluye.
EDH: https://www.elsalvador.com/noticias/negocios/bitcoin-nayib-bukele-fmi-el-salvador/1204814/2025/