Trump Favors the Bad Neighbors — Trump favorece a los malos vecinos

Feb 24, 2025

Trump Favors the Bad Neighbors Marco Rubio
Mr. Bukele is popular and could use his political capital to build a rule of law. Unfortunately, institutions aren’t for him any more than they were for Fidel Castro in 1959. — El Sr. Bukele es popular y podría usar su capital político para construir un Estado de derecho. Por desgracia, las instituciones no le interesan más a él de lo que le interesaban a Fidel Castro en 1959.

President Trump’s second term wasn’t a month old when administration officials traveled to Latin America to break bread with two of the Western Hemisphere’s most notorious police states: Venezuela and El Salvador.

Both visits celebrated “America first,” the same logic behind the president’s threats to wage a trade war with Canada. But coddling these authoritarian regimes, both of which are hosts to China’s Belt and Road Initiative, while picking fights with Ottawa will have negative consequences for U.S. interests in the region.

At the Munich Security Conference Vice President JD Vance bemoaned the status of free speech in Europe. Things are far worse in Venezuela and El Salvador.

Venezuela’s democratic opposition had been counting on Mr. Trump to impose greater isolation on dictator Nicolás Maduro. But a late January agreement between Caracas and Washington to secure the release of six American hostages gave Mr. Maduro a photo-op with a Trump envoy. The regime used it to advance the perception of normalized relations. Venezuela also won the renewal of Treasury licenses for Chevron and other oil companies to work in the country.

Bringing home American hostages is important for Mr. Trump, as it was for President Biden, who got seven captives out of Venezuela in 2022. But by recognizing Mr. Maduro, the administration has given an assist to one of the world’s most dangerous transnational criminal organizations. A sense of abandonment has set in among liberty loving Venezuelans, whose leader, María Corina Machado, has been in hiding (except for a few hours in January) since August to avoid a regime arrest warrant. Mr. Maduro holds more than 1,000 political prisoners.

The endorsement of El Salvador’s President Nayib Bukele by Secretary of State Marco Rubio is more puzzling. During a visit to San Salvador, Mr. Rubio heaped praise on Mr. Bukele. A country “once known for violence and for the inability to live openly and freely with one’s family and enjoy life,” Mr. Rubio said, “has now become one of the most secure in the hemisphere thanks to his leadership.”

El Salvador’s homicide rate has come down. But it has also become one of the least free countries in the region.

In February 2020, less than a year after he took office, Mr. Bukele brought soldiers in battle gear with assault rifles into the Legislative Assembly to intimidate opposition parties when they challenged an executive loan proposal. In May 2021, immediately after his party won control of the legislature, he fired and forcibly removed the Constitutional Court and replaced it with his own handpicked judges.

In 2022 he declared a “state of exception,” suspending civil liberties, due process and oversight of budgets and public contracts. Three years later democratic norms remain suspended, the fisc is a black box, and a new law makes media investigations not approved by the state punishable by a fine or jail time. For Bukele political opponents, silence is survival. There have been arrest quotas and police carry out personal vendettas. Most of the detained never learn what they’re accused of or the identity of their accusers. Under the law up to 900 people can be convicted in a single trial.

Some 8,000 Bukele prisoners have been released after captivity of as much as a year because they were so obviously innocent that their cases embarrassed the regime. Their stories are gruesome. A 2023 State Department human-rights report on El Salvador found “credible reports of: unlawful or arbitrary killings; enforced disappearance; torture or cruel, inhuman, or degrading treatment or punishment by security forces; harsh and life-threatening prison conditions; arbitrary arrest or detention” and “serious problems with the independence of the judiciary.” This could be Cuba. Yet Mr. Rubio called Mr. Bukele’s offer to house U.S. convicts in his dungeons “extraordinary.”

El Salvador is taking back migrants from the U.S. But what kind of a business was Mr. Bukele running in 2023 when El Salvador issued 60,000 tourist visas to Ecuadoreans and 32,000 visas to “tourists” from India? That pipeline served Salvadoran gangs charging more than $15,000 to deliver an itinerant north of the U.S. border.

Mr. Bukele is popular and could use his political capital to build a rule of law. Unfortunately, institutions aren’t for him any more than they were for Fidel Castro in 1959.

Meantime, Mr. Trump continues to treat Canada as if it’s the greatest threat to U.S. stability since the Soviet Union. And that’s fine by Prime Minister Justin Trudeau’s Liberal Party, which is rising in the polls ahead of an election it appeared certain to lose. As Canadians circle the wagons, the Liberals are the biggest beneficiary of Mr. Trump’s juvenile attacks on Canadian sovereignty and trade. A tariff war will harm Canada and he thinks he’s funny calling it a state. But under Trump foreign policy, progressives and dictators, from the Arctic to Tierra del Fuego, may get the last laugh.

WSJ: https://www.wsj.com/opinion/trump-favors-the-bad-neighbors-canada-venezuela-el-salvador-dictators-1094ecdf

Trump favorece a los malos vecinos

Los funcionarios de EE. UU. se muestran amistosos con dictadores mientras tratan a Canadá como si fuera un enemigo.

La segunda presidencia de Donald Trump apenas llevaba un mes cuando funcionarios de su administración viajaron a América Latina para compartir mesa con dos de los estados policiales más notorios del hemisferio occidental: Venezuela y El Salvador.

Ambas visitas celebraron la idea de “Estados Unidos primero,” la misma lógica detrás de las amenazas del presidente de emprender una guerra comercial con Canadá. Sin embargo, consentir a estos regímenes autoritarios—ambos anfitriones de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative) de China—mientras se provoca a Ottawa, tendrá consecuencias negativas para los intereses estadounidenses en la región.

En la Conferencia de Seguridad de Múnich, el vicepresidente JD Vance lamentó la situación de la libertad de expresión en Europa. Las cosas están mucho peor en Venezuela y en El Salvador.

La oposición democrática de Venezuela contaba con que el Sr. Trump impondría un mayor aislamiento al dictador Nicolás Maduro. Pero un acuerdo de finales de enero entre Caracas y Washington para asegurar la liberación de seis rehenes estadounidenses le brindó al Sr. Maduro una oportunidad de aparecer en fotografías con un enviado de Trump. El régimen la aprovechó para fomentar la impresión de que las relaciones se están normalizando. Venezuela también obtuvo la renovación de licencias del Tesoro estadounidense para que Chevron y otras compañías petroleras operen en el país.

Traer a casa a rehenes estadounidenses es importante para el Sr. Trump, al igual que lo fue para el presidente Biden, quien en 2022 logró la liberación de siete cautivos en Venezuela. Sin embargo, al reconocer al Sr. Maduro, la administración le ha brindado una ayuda a una de las organizaciones criminales transnacionales más peligrosas del mundo. Entre los venezolanos amantes de la libertad se ha apoderado un sentimiento de abandono. Su líder, María Corina Machado, lleva meses oculta (con excepción de unas horas en enero) desde agosto, para evitar una orden de arresto del régimen. El Sr. Maduro mantiene a más de 1,000 presos políticos.

El respaldo al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, por parte del secretario de Estado Marco Rubio, es aún más desconcertante. Durante una visita a San Salvador, el Sr. Rubio colmó de elogios al Sr. Bukele. Un país “que antes era conocido por la violencia y por la imposibilidad de vivir abiertamente y con libertad junto a la familia y disfrutar de la vida,” aseguró el Sr. Rubio, “ahora se ha convertido en uno de los más seguros del hemisferio gracias a su liderazgo.”

Es cierto que la tasa de homicidios en El Salvador ha bajado. Pero el país también se ha convertido en uno de los menos libres de la región.

En febrero de 2020, menos de un año después de asumir el cargo, el Sr. Bukele llevó a soldados con equipo de batalla y rifles de asalto a la Asamblea Legislativa (Legislative Assembly) para intimidar a los partidos de la oposición que objetaban un préstamo propuesto por el Ejecutivo. En mayo de 2021, inmediatamente después de que su partido obtuviera el control de la Asamblea Legislativa, destituyó y removió por la fuerza a la Sala de lo Constitucional (Constitutional Court), reemplazándola con jueces escogidos por él mismo.

En 2022 declaró un “régimen de excepción,” suspendiendo las libertades civiles, el debido proceso y la supervisión de los presupuestos y contratos públicos. Tres años más tarde, las normas democráticas siguen suspendidas, las finanzas del Estado son una caja negra y una nueva ley sanciona con multa o prisión las investigaciones de los medios de comunicación que no cuenten con la aprobación gubernamental. Para los opositores políticos de Bukele, guardar silencio significa sobrevivir. Han existido cuotas de arrestos y la policía realiza venganzas personales. La mayoría de detenidos nunca sabe de qué se les acusa ni conoce la identidad de sus acusadores. Por ley, hasta 900 personas pueden ser condenadas en un solo juicio.

Alrededor de 8,000 presos de Bukele han sido liberados tras pasar hasta un año en cautiverio porque era tan obvia su inocencia que sus casos generaban vergüenza al régimen. Sus historias son espeluznantes. En un informe de 2023 sobre derechos humanos en El Salvador, el Departamento de Estado de EE. UU. señaló “informes creíbles de: asesinatos ilegales o arbitrarios; desapariciones forzadas; tortura o tratos crueles, inhumanos o degradantes por parte de las fuerzas de seguridad; condiciones carcelarias duras y peligrosas para la vida; detenciones o arrestos arbitrarios,” y “graves problemas con la independencia judicial.” Podría ser Cuba. Sin embargo, el Sr. Rubio calificó de “extraordinaria” la oferta del Sr. Bukele de encarcelar a convictos estadounidenses en sus prisiones.

El Salvador está recibiendo de vuelta a algunos migrantes desde EE. UU. Pero, ¿qué tipo de negocio tenía el Sr. Bukele en 2023 cuando El Salvador emitió 60,000 visas de turista a ecuatorianos y 32,000 visas a “turistas” de la India? Esa vía servía a pandillas salvadoreñas que cobraban más de 15,000 dólares para llevar a un migrante al norte de la frontera estadounidense.

El Sr. Bukele es popular y podría usar su capital político para construir un Estado de derecho. Por desgracia, las instituciones no le interesan más a él de lo que le interesaban a Fidel Castro en 1959.

Mientras tanto, el Sr. Trump sigue tratando a Canadá como si fuera la mayor amenaza a la estabilidad estadounidense desde la Unión Soviética. Y eso le viene de maravilla al Partido Liberal del primer ministro Justin Trudeau, que está repuntando en las encuestas antes de unas elecciones que parecía destinado a perder. A medida que los canadienses cierran filas, los liberales son los principales beneficiados de los ataques infantiles del Sr. Trump contra la soberanía y el comercio de Canadá. Una guerra arancelaria dañará a Canadá y al presidente le hace gracia llamarlo “un estado.” Pero con la política exterior de Trump, los progresistas y los dictadores, desde el Ártico hasta Tierra del Fuego, podrían tener la última risa.

WSJ: https://www.wsj.com/opinion/trump-favors-the-bad-neighbors-canada-venezuela-el-salvador-dictators-1094ecdf