A Final Blow to Democracy in El Salvador — Una estocada final a la democracia en El Salvador

Feb 3, 2025

The Constitution has effectively been reduced to a nominal status barely more than a declaration of principles and good intentions subject to the whim of the regime in power. — La Constitución ha quedado reducida a lo nominal, a menos que una ley más, casi a una declaración de principios y buenas intenciones sujeta al arbitrio del régimen en el poder.

While everything revolves around Trump, in El Salvador Bukele consolidates his power and strengthens his authoritarian regime. Instead of criticism, he receives praise and support.

This week, the Asamblea Legislativa (Legislative Assembly) of El Salvador—fully controlled by the ruling party Nuevas Ideas—approved a constitutional reform that speeds up and simplifies the process for amending the Constitution. Until now, any change had to be approved by one legislature and ratified by the next, ensuring some level of deliberation and consensus. However, with this reform, any amendment can be made “express” with the vote of three-quarters of the lawmakers—an easy threshold for the ruling majority to reach.

The Constitution has thus been downgraded to a nominal status, little more than a statement of principles and good intentions subject to the regime’s discretion. This means that the human rights of Salvadorans and the foundations of their coexistence are now more than ever at the mercy of Bukele, those close to him, and his party.

This change opens the door to a dangerous concentration of power in the hands of the Executive. The possibility of reforming key articles of the Constitution—including those regulating presidential re-election—points directly toward the consolidation of an increasingly authoritarian regime.

It is not an isolated event. In 2021, the Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (Constitutional Chamber of the Supreme Court of Justice), whose justices were appointed by the ruling party after a mass removal in the legislature, issued a ruling that allowed consecutive presidential re-election, contravening the previously strict historical prohibition in the Salvadoran Constitution. Now, with this new regulatory framework, any legal hurdle that might prevent Bukele from perpetuating himself in power has been lifted.

Silence, Applause, and International Concerns  

International reactions have been mixed. While multilateral organizations and human rights advocates warn of the weakening of checks and balances, the deterioration of the rule of law, and the persecution of the independent press, other actors have remained silent—or even offered praise.

One of the most notable expressions of support comes from the Donald Trump administration, which has not only refrained from questioning Bukele’s authoritarian drift but has publicly praised him, invited him to Trump’s inauguration, and maintains close dialogue with him. The closeness between the two governments is evident: Bukele is a strategic ally in the region, especially on security and immigration—key priorities for Trump. Figures like Mauricio Claver-Carone (special envoy of the Departamento de Estado (Department of State) for Latin America) have also extolled the Salvadoran president’s “leadership” in recent press conferences, without mentioning his increasing violations of the democratic order.

El Salvador at a Crossroads  

The concentration of power in Bukele’s hands advances without internal checks or significant international repercussions. The international community, with a few exceptions, seems resigned to his “heavy-handed” model, which has lowered crime rates at the expense of fundamental rights, a weakened rule of law, and growing autocracy.

In short, El Salvador finds itself at a crossroads. The choices made today will determine whether the country manages to preserve basic democratic principles or falls into an autocracy masked as “eficracia” (efficiency). There is a great deal at stake in El Salvador: a segment of the population appears willing, in return for security against organized crime, to yield—without much resistance—some of its freedom, rights, and even democracy itself. It is that serious. It is that dangerous.

EDH: https://www.elsalvador.com/opinion/editoriales/una-estocada-final-a-la-democracia-en-el-salvador/1197778/2025/

Una estocada final a la democracia en El Salvador

Mientras todo gira alrededor de Trump, en El Salvador, Bukele consolida su poder y fortalece su régimen autoritario. Y en lugar de críticas recibe elogios y apoyos.

Esta semana, la Asamblea Legislativa de El Salvador, completamente dominada por el partido oficialista Nuevas Ideas, aprobó una reforma constitucional que acelera y simplifica el proceso de modificación de la Carta Magna. Hasta ahora, cualquier cambio debía ser aprobado por una legislatura y ratificado por la siguiente, garantizando cierto nivel de deliberación y consenso. Sin embargo, con esta reforma, cualquier modificación podrá hacerse de manera “exprés” con el voto de tres cuartas partes de los legisladores, umbral que el oficialismo controla actualmente sin dificultad.

La Constitución ha quedado reducida a lo nominal, a menos que una ley más, casi a una declaración de principios y buenas intenciones sujeta al arbitrio del régimen en el poder. Es decir, los derechos humanos de los salvadoreños y las bases de su conviviencia quedan sujetos ahora más que nunca al capricho y antojo de Bukele, sus allegados y su partido.

Este cambio abre la puerta a una peligrosa concentración de poder en manos del Ejecutivo. La posibilidad de reformar artículos clave de la Constitución, incluidos aquellos que regulan la reelección presidencial, sugiere un camino directo hacia la consolidación de un régimen cada vez más autoritario.

No es un hecho aislado. En 2021, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, cuyos magistrados fueron designados por el oficialismo tras una destitución masiva en el Congreso, emitió un fallo que permitió la reelección presidencial consecutiva, contraviniendo la prohibición histórica y férrea establecida en la Constitución salvadoreña. Ahora, con este nuevo marco normativo, cualquier obstáculo legal que pudiera frenar la perpetuación de Bukele en el poder ha sido eliminado.

Silencio, aplausos y preocupaciones internacionales

Las reacciones en el ámbito internacional han sido mixtas. Mientras organismos multilaterales y defensores de derechos humanos advierten sobre el debilitamiento de la separación de poderes, el deterioro del Estado de derecho y la persecución a la prensa independiente, otros actores han optado por el silencio o incluso el elogio.

Uno de los respaldos más notorios proviene de la administración de Donald Trump, quien no solo ha evitado cuestionar la deriva autoritaria de Bukele, sino que lo ha elogiado públicamente, lo invitó a su toma de posesión y mantiene un estrecho diálogo con él. La cercanía entre ambos gobiernos es clara: Bukele representa un aliado estratégico en la región, especialmente en temas de seguridad e inmigración, prioridades clave para Trump. También figuras como Mauricio Claver-Carone (enviado especial del Departamento de Estado para América Latina) en su reciente conferencia de prensa, han exaltado el “liderazgo” del mandatario salvadoreño, sin mencionar sus crecientes violaciones al orden democrático.

El Salvador en una encrucijada

La concentración de poder en manos de Bukele avanza sin contrapesos internos ni costos internacionales significativos. La comunidad internacional, con algunas excepciones, parece resignada a su modelo de “mano dura”, que ha reducido los índices de criminalidad a costa de derechos fundamentales, debilitamiento del estado de derecho y más autocracia.

En síntesis: El Salvador se encuentra en una encrucijada. Las decisiones que se tomen en este momento definirán si el país logra preservar los principios democráticos básicos o si cae en una autocracia disfrazada de “eficracia”. Es mucho lo que está en juego en El Salvador: la disposición de un sector de la población que, ante la garantía de seguridad frente al crimen organizado, pareciera estar dispuesta a ceder, sin mayor resistencia, parte de su libertad, derechos y hasta la democracia misma. Así de grave. Así de peligroso.

EDH: https://www.elsalvador.com/opinion/editoriales/una-estocada-final-a-la-democracia-en-el-salvador/1197778/2025/