El Salvador was the first country in the world to ban the mining of metals in 2017, warning of the harmful effects of the chemicals used in mining, like cyanide and mercury.
The move by Bukele’s predecessor, former left-wing rebel Salvador Sanchez Ceren, reflected the growing rejection of mining by rural communities in central America, devastated by the industry’s adverse health and environmental effects.
Costa Rica and Honduras have both banned open-pit mining and Panama declared a moratorium on new mining concessions last year after mass protests over plans for a huge copper mine.
But on November 27, the populist Bukele signaled he wanted to change course.
In a series of posts on the social network X he claimed that El Salvador, a country of 6.6 million people, had “potentially” the largest gold deposits per square kilometer in the world.
“God placed a gigantic treasure underneath our feet,” he wrote, arguing that the mining ban was “absurd.”
Bukele cited a study — written by unknown authors and which he did not publish — that he said showed that mining a mere 4 percent of the country’s gold deposits would bring in $131 billion, “equivalent to 380 percent of GDP.”
“If we make responsible use of our natural resources, we can change the economy of El Salvador overnight,” he added a few days later.
‘Huge risk’
Since El Salvador dollarized its remittances-reliant economy in 2001, it has registered annual growth of between just 2 and 3.5 percent.
Twenty-seven percent of Salvadorans live in poverty, according to the United Nations Economic Commission for Latin America and the Caribbean, and 70 percent of the workforce operates in the informal sector.
Bukele, in power since 2019, took a huge gamble by investing hundreds of millions of dollars of taxpayer money in bitcoin and making the cryptocurrency legal tender in 2021 — the first country in the world to do so.
But most Salvadorans have shunned the cryptocurrency. Additionally, the country’s adoption of bitcoin hampered Bukele’s talks with the International Monetary Fund over a $1.3 billion loan.
He now appears to be pinning his hopes for a recovery on mining.
But he faces a stiff challenge from environmentalists who have won several victories over mining companies.
“It’s one thing to put a mine in the Atacama Desert (in Chile) and another thing to open an open-pit mine in Chalatenango,” said Pedro Cabezas, leader of the Central American Alliance Against Mining.
Chalatenango is a community north of the capital San Salvador that successfully opposed a gold mine project in 2006.
Antonio Pacheco, of the Association of Economic and Social Development NGO, which has pioneered the fight against mining, said that Bukele’s proposal to mine areas along the mighty Lempa River, which supplies water for San Salvador, represented a “tremendous risk” to residents.
‘Generate employment’
In the former gold mining town of Santa Rosa de Lima, where US miner Commerce Group had its environmental licence revoked in 2006 over river pollution, Bukele’s plan elicited a mixed response.
“I think that this could cause the area to prosper… it would generate employment,” Ruben Delgado, a 55-year-old construction worker, told AFP.
Jose Torres, a 72-year-old artisanal miner who extracts gold nuggets from disused mining tunnels by hand, said he feared losing his income to multinationals.
The nearby San Sebastian River was contaminated by industrial mining, and remains polluted to this day as artisanal mining continues.
Economist Carlos Acevedo, former president of the Central Bank of El Salvador, commented that the “spectacular” figures presented by Bukele created the impression that El Salvador “is sitting on a gold mine.”
He said that the 50 million ounces of gold touted by Bukele as a fraction of the country’s reserves could pay off El Salvador’s external debt — which accounts for 85 percent of GDP — four times over.
But he added that there was “no recipe for generating growth from one day to the next” and that any boon for El Salvador would depend on how much royalties mining companies paid.
El Salvador: El impulso del presidente Bukele para eliminar la prohibición de la minería de oro genera controversia
En 2017, El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en prohibir la minería de metales, advirtiendo sobre los efectos nocivos de los químicos utilizados en esta industria, como el cianuro y el mercurio.
La decisión del entonces presidente Salvador Sánchez Cerén, un exguerrillero de izquierda, reflejaba el rechazo creciente hacia la minería por parte de comunidades rurales de América Central, devastadas por los efectos adversos para la salud y el medio ambiente de esta actividad.
Costa Rica y Honduras también han prohibido la minería a cielo abierto, mientras que Panamá declaró una moratoria sobre nuevas concesiones mineras el año pasado tras masivas protestas relacionadas con un proyecto para una enorme mina de cobre.
Sin embargo, el 27 de noviembre, el populista Bukele sugirió un cambio de rumbo.
En una serie de publicaciones en la red social X, afirmó que El Salvador, un país de 6,6 millones de habitantes, tenía “potencialmente” los mayores depósitos de oro por kilómetro cuadrado en el mundo.
“Dios puso un tesoro gigantesco debajo de nuestros pies”, escribió, argumentando que la prohibición de la minería era “absurda”.
Bukele citó un estudio —cuyos autores no reveló y que no publicó— que, según él, muestra que al extraer solo el 4% de los depósitos de oro del país se generarían $131,000 millones, “equivalentes al 380% del PIB”.
“Si hacemos un uso responsable de nuestros recursos naturales, podemos cambiar la economía de El Salvador de un día para otro”, añadió unos días después.
‘Enorme riesgo’
Desde que El Salvador dolarizó su economía, basada en remesas, en 2001, ha registrado un crecimiento anual de apenas entre 2% y 3.5%.
El 27% de los salvadoreños vive en pobreza, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL), y el 70% de la fuerza laboral opera en el sector informal.
Bukele, en el poder desde 2019, hizo una gran apuesta al invertir cientos de millones de dólares del dinero público en bitcoin y al convertir esta criptomoneda en moneda de curso legal en 2021, siendo el primer país en hacerlo.
Sin embargo, la mayoría de los salvadoreños han rechazado la criptomoneda. Además, su adopción dificultó las conversaciones de Bukele con el Fondo Monetario Internacional sobre un préstamo de $1.300 millones.
Ahora, parece estar centrando sus esperanzas de recuperación en la minería.
Pero enfrenta un fuerte desafío por parte de ambientalistas que han logrado importantes victorias contra las empresas mineras.
“Es una cosa poner una mina en el desierto de Atacama (en Chile) y otra cosa abrir una mina a cielo abierto en Chalatenango”, dijo Pedro Cabezas, líder de la Alianza Centroamericana contra la Minería.
Chalatenango, una comunidad al norte de la capital, San Salvador, se opuso exitosamente a un proyecto de mina de oro en 2006.
Antonio Pacheco, de la ONG Asociación de Desarrollo Económico y Social, que ha encabezado la lucha contra la minería, señaló que la propuesta de Bukele de explotar zonas a lo largo del río Lempa, que abastece de agua a San Salvador, representa un “enorme riesgo” para sus habitantes.
‘Generar empleo’
En el antiguo pueblo minero de Santa Rosa de Lima, donde la minera estadounidense Commerce Group perdió su licencia ambiental en 2006 debido a la contaminación de ríos, el plan de Bukele generó reacciones mixtas.
“Creo que esto podría hacer que la zona prospere… generaría empleo”, dijo Ruben Delgado, un obrero de construcción de 55 años, a la AFP.
Jose Torres, un minero artesanal de 72 años que extrae pepitas de oro de túneles mineros abandonados, manifestó su temor de perder sus ingresos a manos de las multinacionales.
El cercano río San Sebastián fue contaminado por la minería industrial y sigue estando polucionado hasta hoy debido a la minería artesanal.
El economista Carlos Acevedo, expresidente del Banco Central de Reserva de El Salvador, comentó que las cifras “espectaculares” presentadas por Bukele daban la impresión de que El Salvador “está sentado sobre una mina de oro”.
Acevedo señaló que las 50 millones de onzas de oro mencionadas por Bukele como una fracción de las reservas del país podrían pagar la deuda externa de El Salvador —que equivale al 85% del PIB— cuatro veces.
Sin embargo, agregó que no existe una “receta mágica para generar crecimiento de un día para otro” y que cualquier beneficio para El Salvador dependería de cuánto paguen las empresas mineras en regalías.