The Idol of Gold — El ídolo del oro

Dec 3, 2024

Only the idol of wealth from foreign, extractive, and selfish companies can coldly and insensitively consider the dangers for a small, overpopulated country with climatic and seismic risks and serious poverty and vulnerability issues while simultaneously trying to deceive us by speaking of green mining. — Sólo el ídolo de la riqueza de empresas extranjeras, extractivistas y egoístas, puede contemplar insensible, egoísta y fríamente los peligros para un país pequeño, superpoblado, con riesgos climáticos y sísmicos y con problemas serios de pobreza y vulnerabilidad, y tratar simultáneamente de engañarnos hablando de minería verde.

Five hundred years ago, Spanish conquerors justified war and the theft from indigenous peoples by saying that the latter sacrificed people to their gods. Bishop Bartolomé de Las Casas, who was opposed to wars and theft and defended the indigenous peoples, stated: “the Spaniards have sacrificed more Indians each year to their dearly beloved goddess, greed, than the Indians to their gods in a hundred years.” In other places, Las Casas himself asserted that gold was the true god of the conquistadors. Everyone in El Salvador remembers the words of Archbishop Romero, who claimed that the root cause of conflicts and violence in El Salvador was the idolatry of wealth.

Today, when ominous government plans aim to lift the ban on metal mining in El Salvador, invoking an alleged abundance of gold mixed with our country’s soil, it is necessary to remember these two bishops and many others inspired by them, who, understanding El Salvador’s needs, succeeded in banning metal mining.

Metal mining is extremely destructive. Canadian, Chinese, or American companies have earned a notorious reputation for being predatory and environmentally destructive. In Argentina, the Canadian company Barrick Gold and the Chinese company Shandong Gold, which work in partnership, have been responsible for at least five toxic spills. In the State of Sonora, Mexico, there have been frequent contaminant spills from various Canadian and American mines. Argentina is the eighth largest country in the world and has a population density that does not exceed 20 inhabitants per square kilometer.

The State of Sonora is nearly nine times the size of El Salvador, with a density of 16 inhabitants per square kilometer. In other words, there is a lot of sparsely populated territory. Even so, the toxic spills have caused severe damage. Compared to those countries, El Salvador is territorially small and has a population density of approximately 300 inhabitants per square kilometer. That is to say, a very densely populated country, with people everywhere. The damage in our country could be catastrophic, especially if toxic spills were to reach the Lempa River, whose basin covers at least two-thirds of our nation.

There may be people who think that, given the dire economic situation in El Salvador, mining could alleviate the situation. In other words, it could make the medicine that the government claims our country needs less bitter. This is not the case. Foreign capital mining companies provide job opportunities, but they destroy the environment and damage lands that could be productive for centuries. Seeing the poisoned and deforested craters left by open-pit mines when their owners leave, no one can deny this without lying.

Mining companies pollute the air by moving so much earth, raise toxic dust clouds, and eliminate the trees where the earth is removed. They excessively use water to wash the earth where gold is hidden in tiny particles and poison surface waters with substances such as cyanide, arsenic, mercury, and sulfuric acid, used to separate gold from other metals with which it is mixed. If there were to be a spill of the waters they store in small dams for reuse, the damage in our country would be severe. They also harm the underground aquifers near the mine due to water leakages. Furthermore, they come into conflict with surrounding communities, polluting the air of our villages and towns, taking away land and water, and poisoning community relations with divisive propaganda and hatred toward environmental defenders. As if that were not enough, in a country like ours, plagued by threats of earthquakes, floods, and landslides, the risks of tragedy are too high.

Only the idol of wealth from foreign, extractive, and selfish companies can coldly and insensitively consider the dangers for a small, overpopulated country with climatic and seismic risks and serious poverty and vulnerability issues while simultaneously trying to deceive us by speaking of green mining. If the mining companies were to come, in the end, when they have taken the gold to their lands, they would leave us with more poverty than they found upon their arrival, and more people sick and physically diminished due to contamination and accidents. It is entirely true what Archbishop José Luis Escobar said to us on Sunday: “We know that mining companies take everything and leave the countries with 1%. It is looting. After 500 years, for this to repeat is unjust.”

Diario Co Latino: https://www.diariocolatino.com/el-idolo-del-oro/

El ídolo del oro

Hace quinientos años, los conquistadores españoles justificaban la guerra y el robo a los indios diciendo que éstos últimos sacrificaban personas a sus dioses. El obispo Bartolomé de Las Casas, que estaba en contra de las guerras y el robo y defendía a los indios decía: “los españoles han sacrificado más indios en cada año a su diosa muy amada, la codicia, que en cien años los indios a sus dioses”. En otros lugares, el mismo Las Casas afirmaba que el oro era el verdadero dios de los conquistadores. Todos en El Salvador recordamos las palabras de Monseñor Romero que aseguraba que la primera causa de los conflictos y la violencia en el Salvador se debía a la idolatría de la riqueza.

Hoy, cuando oscuras nubes gubernamentales desean eliminar la prohibición de la minería metálica en El Salvador, invocando una supuesta enormidad de oro mezclada con la tierra de nuestro país, es necesario recordar a estos dos obispos y a mucha otra gente que inspirados en ellos y en las necesidades de El Salvador, lograron que se prohibiera la minería metálica.

Y es que la minería metálica es muy agresiva. Y las empresas canadienses, chinas o norteamericanas tiene fama bien ganada de ser depredadoras y destructoras del medio ambiente. En la Argentina  la empresa canadiense Barrick Gold y la empresa china Shandong Gold que trabajan asociadas, han sido responsables de al menos cinco derrames tóxicos. En el Estado de Sonora, en México, ha habido frecuentes derrames contaminantes de varias minas canadienses y norteamericanas. Argentina es el octavo país más grande del mundo y tiene una densidad de población que no llega a los 20 habitantes por kilómetro cuadrado.

El Estado de Sonora es casi nueve veces más grande que El Salvador, y su densidad es de 16 habitantes por kilómetro cuadrado. En otras palabras, hay mucho territorio poco poblado. Y aún así los derrames tóxicos han hecho severos daños. Frente a esos países El Salvador es un país territorialmente pequeño y con una densidad de población de aproximadamente 300 habitantes por kilómetro cuadrado. Es decir, un país muy poblado, con gente por todas partes. Los daños en nuestro país pueden ser catastróficos, y más si los vertidos tóxicos alcanzaran al río Lempa, cuya cuenca baña al menos dos terceras partes de nuestra patria.

Es probable que haya personas que piensen que dada la angustiosa situación económica de El Salvador, la minería podría suavizar la situación. O en otras palabras, volver menos amarga la medicina que según el Gobierno necesita nuestro país. No son así las cosas. Las mineras de capital extranjero aportan posibilidades de trabajo, pero destruyen el medio ambiente y dañan por siglos terrenos que podrían ser productivos. Viendo los cráteres envenenados y deforestados que dejan las minas a cielo abierto cuando se van sus dueños, nadie puede negar esto último sin mentir.

Las empresas mineras contaminan el aire al remover tanta tierra, levantan polvaredas tóxicas y eliminam los árboles donde remueven la tierra. Usan en demasía el agua para lavar la tierra en la que el oro se esconde en pequeñas partículas y envenenan las aguas superficiales con sustancias como cianuro, arsénico, mercurio y ácido sulfúrico, que utilizan para separar el oro de otros metales con los que está mezclado. Si se produce un derrame de las aguas que almacenan en pequeñas represas para reutilizarlas, los daños en nuestro país serían gravísimos. Dañan además los acuíferos subterráneos cercanos a la mina, por las filtraciones del agua que utilizan. Entran en conflicto también con las comunidades del entorno. Contaminan el aire de nuestras aldeas y pueblos, les quitan tierras y agua, y envenenan la convivencia con su propaganda divisiva y su odio a los defensores del medio ambiente. Y por si fuera poco, en un país como el nuestro, con amenazas de terremotos, inundaciones y deslaves, los riesgos de tragedia son demasiado fuertes.

Sólo el ídolo de la riqueza de empresas extranjeras, extractivistas y egoístas, puede contemplar insensible, egoísta y fríamente los peligros para un país pequeño, superpoblado, con riesgos climáticos y sísmicos y con problemas serios de pobreza y vulnerabilidad, y tratar simultáneamente de engañarnos hablando de minería verde. Si las mineras llegaran a venir, al final, cuando se hayan llevado el oro para sus tierras, nos dejarán como herencia más pobreza de la que encontraron al llegar y más personas enfermas y físicamente reducidas por la contaminación y los accidentes. Es totalmente cierto lo que nos decía el domingo Monseñor José Luis Escobar: “Sabemos que las empresas mineras se llevan todo y dejan a los países el 1%. Es un saqueo. Después de 500 años que se vuelva a repetir, no es justo”.

Diario Co Latino: https://www.diariocolatino.com/el-idolo-del-oro/