“Proof of Life”: The Plea of Families of Prisoners in El Salvador — “Prueba de vida”: el clamor de las familias de presos en El Salvador

Dec 3, 2024

Jonathan Santos was playing a video game when he was arrested at his home during an anti-gang operation near San Salvador. Two years later, his father pleads to see him "even for a minute" to know he is alive. — Jonathan Santos se entretenía con un videojuego cuando lo detuvieron en su casa durante una operación antipandillas cerca de San Salvador. Dos años después, su padre ruega que le dejen verlo "aunque sea un minuto" para saber que está vivo.

In his modest home in Soyapango, a town 12 km from the capital that was once controlled by the feared Mara Salvatrucha, Reynaldo Santos shows AFP photos of his 22-year-old son and a stack of documents about his case.

“This doesn’t give me enough assurance that he might be alive,” says the 57-year-old baker, pointing to papers where authorities informed him in March and October that his son had “gastritis.”

The young man was arrested in December 2022 when soldiers and police surrounded Soyapango in the “war” against gangs launched that year by President Nayib Bukele, who enjoys enormous popularity and nearly absolute state power.

According to the NGO Socorro Jurídico Humanitario (Humanitarian Legal Aid), there are about 30,000 innocent individuals among 83,000 people detained without judicial warrant and accused of being gang members or accomplices, under a state of exception in place since March 2022.

During a visit to Costa Rica, Bukele said on Tuesday that these figures of innocent people are “invented” by “left-wing” NGOs, but admitted: “We have already released 8,000 people… There is no police force in the world that is perfect,” he stated.

Prison visits are prohibited, inmates are isolated, and many families don’t know where or how they are. Santos delivers food or clothing monthly to La Esperanza prison in San Salvador without being sure it will reach its destination.

“Alive or Dead”

His anguish, along with that of hundreds of other relatives of detainees, grows amidst reports by Amnesty International, Socorro Jurídico, and the Movimiento de Víctimas del Régimen de Excepción (Movir) (Movement of Victims of the Regime) of more than 300 deaths in prison since 2022.

A hundred kilometers from San Salvador, in an agricultural community of Jiquilisco (southeast), locals tell AFP that the police took 21 young men in a year. One of them, Emilio Villalta, returned in a coffin.

Among those detained is Eduardo, a former soldier in his thirties. His father, Pablo Rivera, a 54-year-old farmer, has tried everything to get permission to see him: “What I want to know is if my son is alive or dead.”

Under the name “proof of life,” several NGOs launched a campaign in October demanding certification of medical exams for inmates and visits to prisons.

“It’s inhumane, totally frustrating the situation thousands of people are in,” commented Mirna Perla, a former Supreme Court magistrate, to AFP.

In response to the criticism, Justice and Security Minister Gustavo Villatoro claims the authorities act “responsibly” and “ensure there are no abuses,” while accusing NGOs of serving “criminals.”

Santos’ son, a factory worker without a criminal record, was accused, like most, of being part of “illicit groups.” A police officer said the video game he was playing was a “gang game,” recounts the father.

“I thought (the state of exception) was for gang members, not for the innocent,” expressed Santos, who has a portrait of his son, in a jacket and tie, on his graduation day in 2019 hanging on a wall.

Letters of “Freedom”

Among chickens at her home in Jiquilisco, Jesús Alvarado, a 52-year-old woman who washes clothes for others, recounts that her son José, a 27-year-old tractor driver, remains imprisoned despite having two court orders for “immediate release” issued in 2022 and 2023.

For this mother of six, it was “very hard,” she says through tears, to learn that he was taken to CECOT, a mega-prison where authorities detain those considered the most dangerous gang members.

“I don’t know why they haven’t released him. I plead with the president to let me see my son… or a phone call. It’s been three years since I saw him,” she lamented.

Attorney Ingrid Escobar from Socorro Jurídico told AFP that she has reports of “hundreds who already have release orders,” but the prison authorities are not complying.

Santos doesn’t aspire to that much yet. He only asks for “a minute” with his son to tell him that he is “fighting” for him.

RFI: https://www.rfi.fr/es/más-noticias/20241112-prueba-de-vida-el-clamor-de-las-familias-de-presos-en-el-salvador

“Prueba de vida”: el clamor de las familias de presos en El Salvador

En su modesta casa en Soyapango, una localidad a 12 km de la capital que estuvo controlada por la temida Mara Salvatrucha, Reynaldo Santos muestra a la AFP fotos de su hijo de 22 años y un fajo de documentos sobre su caso.

“Aquí no me da la suficiente certeza de que pueda estar vivo”, dice este panadero de 57 años, señalando papeles donde las autoridades le informaban en marzo y octubre que su hijo tenía “gastritis”.

El joven fue apresado en diciembre de 2022 cuando soldados y policías cercaron Soyapango en la “guerra” contra las pandillas que inició ese año el presidente Nayib Bukele, quien goza de enorme popularidad y un poder estatal casi absoluto.

Según la oenegé Socorro Jurídico Humanitario, hay unos 30.000 inocentes entre 83.000 personas detenidas, sin orden judicial y acusadas de ser miembros o cómplices de las pandillas, bajo un régimen de excepción que rige en el país desde marzo de 2022.

De visita en Costa Rica, Bukele dijo este martes que esas cifras de inocentes son “inventadas” por oenegés “de izquierda”, pero admitió: “Ya hemos liberado 8.000 personas (…) No hay ninguna policía del mundo que sea perfecta”, expresó.

Las visitas carcelarias están prohibidas, los presos incomunicados y muchas familias no saben dónde o cómo se encuentran. Santos lleva cada mes comida o ropa al penal La Esperanza, en San Salvador, sin estar seguro de que llegará a su destino.

“Vivo o muerto”

Su congoja, y la de otros cientos de parientes de detenidos, crece ante denuncias de Amnistía Internacional, Socorro Jurídico y el Movimiento de Víctimas del Régimen de Excepción (MOVIR) sobre más de 300 muertos en prisión desde 2022.

A 100 km de San Salvador, en una comunidad agrícola de Jiquilisco (sureste), pobladores cuentan a la AFP que la policía se llevó a 21 jóvenes en un año. Uno de ellos, Emilio Villalta, regresó en un ataúd.

Entre esos detenidos está Eduardo, un exsoldado treintañero. Su padre, Pablo Rivera, agricultor de 54 años, ha hecho de todo para que le dejen verlo: “Lo que quisiera saber es si mi hijo está vivo o muerto”.

Bajo el nombre “prueba de vida”, varias ONG lanzaron en octubre una campaña para exigir certificados de exámenes médicos de los reclusos y visitas en las prisiones.

“Es inhumano, totalmente desesperante la situación en la que están miles de personas”, comentó a AFP Mirna Perla, exmagistrada de la Corte Suprema.

A las críticas, el ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Villatoro, responde que las autoridades actúan “responsablemente” y “velan por que no haya abusos”, al tiempo que acusa a las ONG de servir a los “criminales”.

Al hijo de Santos, obrero de maquila y sin antecedentes penales, lo acusaron, como a la mayoría, de integrar “agrupaciones ilícitas”. Un policía dijo que el videojuego que tenía era “juego de mareros”, cuenta el padre.

“Creí que (el régimen de excepción) era para pandilleros, no para inocentes”, expresó Santos, quien tiene colgado en una pared el retrato de su hijo, de chaqueta y corbata, en su graduación en 2019.

Cartas de “libertad”

Entre gallinas, en su casa en Jiquilisco, Jesús Alvarado, una mujer de 52 años que lava ropa ajena, relata que su hijo José, un conductor de tractores de 27 años, sigue preso pese a tener dos órdenes judiciales de “inmediata libertad” emitidas en 2022 y 2023.

Para esta madre de seis hijos fue “muy duro”, dice entre sollozos, saber que lo llevaron al CECOT, una megacárcel donde están recluidos quienes las autoridades consideran pandilleros de mayor peligrosidad.

“No sé por qué no me lo han entregado. Le pido al presidente que me deje ver a mi hijo… o una llamada. Son tres años ya que no lo veo”, lamentó.

La abogada Ingrid Escobar, de Socorro Jurídico, dijo a la AFP tener informes de “cientos que ya tienen órdenes de libertad”, pero las autoridades penitenciarias no las acatan.

Santos no aspira aún a tanto. Solo pide “un minuto” con su hijo para decirle que está dando “la lucha” por él.

RFI: https://www.rfi.fr/es/más-noticias/20241112-prueba-de-vida-el-clamor-de-las-familias-de-presos-en-el-salvador