“Citizens are afraid that at any moment they might be detained; they are afraid that at any moment their phones might be tapped, their property confiscated, or that they might be forced to leave the country, fleeing with their families.”
This is how former Salvadoran constitutional magistrate Sidney Blanco describes the reality of El Salvador in an interview with the newspaper La Nación, from Costa Rica, the country President Bukele recently visited, where he portrayed El Salvador as “safe and democratic.”
“Now, what we are seeing is that the violence once monopolized by criminal structures has been replaced by state violence,” he emphasized.
The Salvadoran government has established a state of exception, freezing constitutional rights and liberties, including due judicial process, to pursue gangs with minimal obstruction. However, it has had to acknowledge that at least eight thousand innocent Salvadorans have been imprisoned and kept in jail for several months. Humanitarian organizations have reported that at least 250 of them have died in state custody.
Blanco noted that the government, which boasts about security and imprisoning 85,000 people linked to gangs, does not solve the root causes of this phenomenon. “The state’s recovery of territories is not about flooding communities with police,” he stresses.
In his view, “the real issues are not being addressed. It’s not about militarily or police-controlled territories. The recovery of territories from criminal structures means bringing health, education, employment, recreation, and security to those areas.”
The state of exception and the militarization of neighborhoods and communities have instead led to all kinds of abuses, including violations or harassment and blackmail of women, illegal detentions, and threats to citizens. “Now, what we are seeing is that the violence once monopolized by criminal structures has been replaced by state violence,” he states.
In his opinion, “the real issues are not being addressed. It’s not about militarily or police-controlled territories. The recovery of territories from criminal structures means bringing health, education, employment, recreation, and security to those areas.”
Blanco is one of the career judges who were forced to step down after the government ousted the legitimate Constitutional Chamber and appointed like-minded individuals in their place, who in turn forced the resignation of a third of the judiciary in 2021.
The former magistrate explained that the removal of judicial powers is a method used by many politicians and governments in Latin America to dismantle the separation of powers and judicial checks and balances.
Blanco described as “brutal” the way in which, on May 1, 2021, “the immediate removal, without due process, of the magistrates of the Constitutional Chamber and the Attorney General of the Republic was carried out to impose lawyers whose appointment was not through due process.”
In this way, the judicial independence that had been fought for over decades was “dismantled” and officials loyal to the regime were imposed, paving the way for the president to seek reelection, “in a kind of quid pro quo for the appointment,” he explains.
All this is done “violating the Constitution, violating international standards, violating the rulings of the Inter-American Court of Human Rights (IACHR),” he recalled.
“Everything we built, strengthening judicial independence, has collapsed,” he stresses.
“This is the harvest of the dismantling of the Judiciary, the co-optation, the fruits of co-optation, because there is no longer an instance capable of independently controlling what legislators or the Executive Branch do.”
At this point, he warns that judges who become appendages of political power become accomplices to the violations committed by that power.
EDH: https://www.elsalvador.com/noticias/nacional/lucha-contra-la-corrupcion-/1184402/2024/
Sidney Blanco: Violencia de maras ha sido sustituida por la del Estado salvadoreño
“Los ciudadanos están atemorizados de que en cualquier momento sean detenidos; están atemorizados de que en cualquier momento te intervienen los teléfonos, te quiten los bienes, o que te obliguen a salir del país, que tengas que salir huyendo con tu familia”.
Así describe el exmagistrado constitucionalista salvadoreño Sidney Blanco la realidad de El Salvador en una entrevista con el periódico La Nación, de Costa Rica, país que el presidente Bukele visitó recientemente y donde expuso a El Salvador como “seguro y democrático”.
“Ahora lo que estamos viendo es que la violencia que monopolizaban las estructuras criminales ha sido sustituida por la violencia estatal”, enfatizó
El gobierno salvadoreño ha instaurado un estado de excepción mediante el cual ha congelado derechos y libertades constitucionales, entre ellas el debido proceso judicial, para perseguir las pandillas sin mayor obstáculo. Sin embargo, ha tenido que reconocer que al menos ocho mil salvadoreños inocentes han sido apresados y mantenidos en la cárcel hasta por varios meses. Organizaciones humanitarias han denunciado que al menos 250 de ellos han muerto bajo custodia del Estado.
Blanco señaló que el gobierno, que se ufana de la seguridad y de encarcelar a 85 mil personas a las que liga con las pandillas, no soluciona las causas de ese fenómeno. “Rescatar territorios por parte del Estado no es inundar de policía las comunidades”, subraya.
A su juicio, “no se están atacando las reales del problema. No es controlar militar o policialmente los territorios. La recuperación de los territorios de las manos de las estructuras criminales significa llevar a esos territorios salud, educación, empleo, esparcimiento y seguridad”.
El régimen de excepción y la militarización de los barrios y colonias ha llevado más bien toda clase de abusos, entre ellos violaciones o acoso y chantajes a mujeres, detenciones ilegales y amenazas a ciudadanos. “Ahora lo que estamos viendo es que la violencia que monopolizaban las estructuras criminales ha sido sustituida por la violencia estatal”, señala.
A su juicio, “no se están atacando las reales del problema. No es controlar militar o policialmente los territorios. La recuperación de los territorios de las manos de las estructuras criminales significa llevar a esos territorios salud, educación, empleo, esparcimiento y seguridad”.
Blanco es uno de los jueces de carrera que fueron forzados a cesar en sus cargos después que el gobierno depuso a la Sala de lo Constitucional legítima y nombró a personas afines en su lugar y estos a su vez obligaron a la renuncia de un tercio de la judicatura en 2021.
El exmagistrado explicó que la remoción de los poderes judiciales es un método de muchos políticos y gobernantes en Latinoamérica para acabar con la división de poderes y los controles judiciales.
Blanco calificó como “brutal” la forma en que se produjo en El Salvador, el 1 de mayo de 2021, “la remoción inmediata, sin debido proceso, de los magistrados de la Sala de lo Constitucional y del fiscal general de la República, para imponer a unos abogados cuyo nombramiento no fue a través del debido proceso”.
De esa forma se “desmanteló” la independencia judicial por la que tanto se había luchado por décadas y se impuso a funcionarios leales al régimen que abren la puerta para que el presidente pudiera reelegirse, “en una especie de de pago de favores por el nombramiento”, explica.
Todo esto se hace “violando la Constitución, violando estándares internacionales, violando las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH)”, recordó.
“Todo aquello que construimos, fortaleciendo la independencia judicial, se vino abajo”, subraya.
“Esta es la cosecha del desmantelamiento del Poder Judicial, la cooptación, los frutos de la cooptación, porque ya no hay una instancia capaz de controlar, de manera independiente, lo que hacen los legisladores o el Poder Ejecutivo”.
En este punto advierte que los jueces que se vuelven apéndices del poder político se vuelven cómplices de las violaciones que éste cometa.
EDH: https://www.elsalvador.com/noticias/nacional/lucha-contra-la-corrupcion-/1184402/2024/