Charles Dickens wrote his great work “A Tale of Two Cities” about London and revolutionary Paris in the 18th century. The parallel for us is tragically accurate: El Salvador between two circuses, those of Nayib Bukele and Donald Trump.
To transition to his unconstitutional regime, Bukele has needed to plunge the country into a lack of transparency and accountability. In the 2024 update of the “Open Budget Survey,” which scores countries out of 100 points and is prepared by the “International Budget Partnership,” El Salvador dropped from 41 points to just 24 in its last two assessments. The index evaluates—among other indicators—access to budget information. Falling in this ranking equates to opacity in handling public finances, which signifies corruption and embezzlement across all State Bodies and Institutions.
Only when democracy is restored will we know how many millions of dollars Bukele squandered to bring one of Trump’s sons and two Republican congressmembers—Matt Gaetz and María Elvira Salazar—to San Salvador last June 1st.
Gaetz graduated with a law degree from a prestigious college in Virginia but failed in the private sector. Curiously, a Florida electoral district elevated him to the state Congress, from where he jumped in 2016 to the House of Representatives. He has been re-elected, including in this November’s elections, despite being investigated since the previous decade for sexual abuse of minors and illegal drug use—investigations that reached the Ethics Committee of the House just as Trump appointed him as his Department of Justice head. Trump nominated him for Attorney General, even though Gaetz was never a prosecutor or judge, either in Florida or federally.
Trump’s antics with his nominees are legendary: besides Gaetz, he appointed a wrestling entrepreneur to Education; for Health, he chose a Kennedy supporter, ignorant about the field and the sector—he’s not even a doctor; and for Defense, he picked someone accused of paying for the silence of a woman he sexually assaulted in California.
The farce of Bukele with Gaetz is worse: for months, he has been manipulating him to form a lobbying group (known as a Caucus) on El Salvador to counter the historic and genuine Caucus in Congress not only focused on El Salvador but on Central America, where prominent Democrats like Norma Torres and Jim McGovern stand out. We owe them the Engel List and the sanctions against corrupt and anti-democratic individuals under the Magnitsky Act.
When Gaetz knew his only option was to resign—cunning like the criminal he is—on November 19th, he decided to make the best of his final moments in the spotlight, receiving Félix Ulloa, the president of the Legislative Assembly, and Miss El Salvador 1996, who represents Bukele in Washington D.C. After the meeting, official propaganda outlets spun fantasies about the imminent arrival of investments, the kind that never materialize in the country. Gaetz deceived and mocked Bukele and his team.
With Gaetz’s fall, the so-called Caucus dissipated. Whatever remains will make little noise. Meanwhile, in alignment with the friendship and respect between our two peoples, McGovern commemorated the martyrdom of the Jesuit priests and their two aids at the UCA; received COSAVI victims, who requested FBI investigations into the financial flows in the U.S.; met with civil organizations defending human rights and fighting corruption and impunity; and supported the harassed Rubén Zamora, who is falsely accused of crimes, as Bukele does massively under his state of exception against tens of thousands of innocent men and women.
Trump’s circus will continue until he takes office. In fact, just hours ago, the White House warned that Trump has not signed the key documents to initiate the power transition, which would allow background checks on his government appointees. But in the U.S., there’s bread, not just circuses. According to surveys, to safeguard their bread, a significant number of Latino-origin voters chose Trump, even though beginning in February, their own family members, neighbors, coworkers, and friends will be deported.
Speaking of Latinos, Marco Rubio—who, from his position in foreign policy as a senator, visited Bukele—is perceived as less incapable and unfit compared to other proposed prospects. My colleagues do not see Rubio as a thoughtful, strategic, or forward-looking leader, as urgently needed amid current international conflicts. David Milne wrote in “Foreign Policy” that Trump will be “his own Secretary of State.”
Dickens left us a phrase: “It was the best of times, it was the worst of times.” Maybe, who knows, better for Trump, but the worst times without bread are ours with Bukele’s circus.
Salvadoran specialist in International Relations, regional integration, and migration.
EDH: https://www.elsalvador.com/opinion/editoriales/donald-trump-/1183926/2024/
El Salvador entre dos circus
Charles Dickens escribió su gran obra “La Historia de Dos Ciudades” sobre Londres y la París revolucionaria del Siglo XVIII. El símil para nosotros es trágicamente exacto: El Salvador entre dos circos, los de Nayib Bukele y Donald Trump.
Para el tránsito al régimen inconstitucional, Bukele ha necesitado hundir al país en la falta de transparencia y rendición de cuentas. En la actualización 2024 del “Ranking Mundial de Rendición de Cuentas Presupuestarias” de 100 puntos, elaborado por la “International Budget Partnership”, El Salvador cayó de 41 puntos a sólo 24 en sus últimas dos mediciones. El índice evalúa-entre otros indicadores-el acceso a la información presupuestaria. Disminuir en este ranking equivale a oscuridad en el manejo de la hacienda pública que significa corrupción y saqueo desde todos los Órganos e Instituciones del Estado.
Hasta que la democracia sea restaurada, sabremos los millones de dólares despilfarrados por Bukele para que uno de los hijos de Trump y dos congresistas republicanos-Matt Gaetz y María Elvira Salazar- asistieran a San Salvador el 1 de junio pasado.
Gaetz se graduó de licenciado en leyes en un prestigioso colegio de Virginia sin éxito en el sector privado. Curiosamente, un distrito electoral de Florida lo encumbró al congreso estatal de donde saltó el 2016 a la Cámara de Representantes, siendo reelecto incluso en las elecciones de este noviembre a pesar de que desde la década pasada lo investigan por abuso sexual de menores y consumo de drogas ilícitas, pesquisas que desembocaron en el Comité de Ética de la Cámara justo cuando Trump lo designa como su jefe del Departamento de Justicia. Trump lo nominó para Fiscal General, aunque Gaetz nunca fue fiscal o juez en Florida ni federal.
La bufonada de Trump con sus nominados es proverbial: aparte de Gaetz, designa en Educación a una empresaria de la lucha libre; en Salud a un Kennedy que lo respaldó, pero es un ignorante de la materia y el sector, ni siquiera es médico; y el de Defensa está acusado de pagar el silencio de una mujer a la que asaltó sexualmente en California.
La payasada de Bukele con Gaetz es peor: desde hace meses lo manipula para formar un grupo de cabildeo (conocidos como Caucus) sobre El Salvador para contraponerlo al histórico y genuino Caucus en el congreso no sólo sobre El Salvador sino sobre Centroamérica en el que destacan demócratas como Norma Torres y Jim McGovern a quienes les debemos la Lista Engel y las sanciones contra corruptos y antidemócratas bajo la Ley Magnitsky.
Cuando Gaetz sabía que su única opción era renunciar -astuto como delincuente que es- acepta el 19 de noviembre devengar los últimos cartuchos y reflectores recibiendo a Félix Ulloa, al presidente de la Asamblea Legislativa y a la Miss El Salvador 1996 que representa a Bukele en Washington D.C. Tras la reunión, los pasquines oficialistas relataron fantasías sobre el inminente arribo de inversiones, de esas que nunca llegan al país. Gaetz engañó y se burló de Bukele y su gente.
Con la caída de Gaetz se disipó el tal caucus. Poco ruido hará lo que haya quedado. Mientras, en coherencia a la amistad y el respeto entre nuestros dos pueblos, McGovern conmemoró en la UCA el martirio de los Sacerdotes Jesuitas y sus dos acompañantes; recibió a los afectados de COSAVI que le solicitaron que el FBI indague sobre los flujos financieros en EE. UU.; se reunió con organizaciones civiles defensoras de los derechos humanos y que accionan contra la corrupción e impunidad; y, respaldó al acosado Rubén Zamora a quien le imputan delitos inexistentes como Bukele hace masivamente bajo su régimen de excepción contra decenas de miles de mujeres y hombres inocentes.
El circo de Trump continuará hasta que tome posesión. De hecho, hace pocas horas, la Casa Blanca advirtió que Trump no ha firmado los documentos clave para iniciar la transición de poder, que permiten verificar los antecedentes penales de los nominados para su gobierno. Pero en EE. UU. hay pan, no sólo circo. Según las encuestas, precisamente para salvaguardar su pan es que un número importante de electores de origen latino votaron por Trump, aunque de febrero en adelante sus propios familiares, vecinos, compañeros de trabajo, y amigos, serán deportados.
Hablando de latinos, Marco Rubio-quien desde su margen de política exterior como senador visitó a Bukele-es percibido como menos incapaz y falto de idoneidad que otros prospectos postulados. Mis colegas no ven en Rubio una cabeza pensante, estratégica, prospectiva, necesaria ante los actuales conflictos internacionales. David Milne escribió en “Foreign Policy” que Trump será “su propio Secretario de Estado”.
Dickens nos legó su frase: “Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos”. Quizá, no sé, mejores para Trump, pero los peores tiempos sin pan son nuestros con el circo de Bukele.
Especialista salvadoreño en Relaciones Internacionales, integración regional y migraciones.
EDH: https://www.elsalvador.com/opinion/editoriales/donald-trump-/1183926/2024/