In a maneuver as brazen as it is predictable, the government of Nayib Bukele has decided to dip its hands into the “sacred money of the workers,” those savings built over decades of hard work and sacrifice. Facing an unpayable debt and a crisis-ridden economy, Bukele has identified the retirement funds as a quick source of financing to keep up his façade of prosperity.
In just 21 months, his administration has looted $1.922 billion from the pension fund, a figure that, when put into perspective, is fifty times the embezzlement at COSAVI. But there are no helicopter accidents nor seven-year reserves here. This is a blatant and legalized theft, with the support of a legislative body at his service and the complicity of the fund administrators, who remain silent and submissive.
It’s a complete mockery: Bukele solemnly promised that he would never touch the workers’ money. He called it “sacred,” a word that implies respect and sanctity, something he clearly does not understand. Today, instead of honoring his word, he has decided to legislate to protect his theft. With the complicity of his lawmakers, he ordered that the government not pay either principal or interest for four years, which is nothing less than a declaration of impunity.
The arithmetic of corruption is clear: four more years for the looting to be completed while the workers, the true owners of these funds, see their future destroyed. Four years during which the administration can keep misappropriating these resources without any accountability.
This assault is more than just theft. It’s a betrayal, a mockery, an affront to the fundamental rights of workers. Every dollar siphoned from the pension fund represents hours of labor, sleepless nights, lives dedicated to a system that, today, has abandoned them.
Bukele is not just stealing money; he’s stealing the right to a dignified retirement, the security of a protected old age, the very hope of a life without misery at its end. The stripping of these funds is a direct attack on those who sustain the country: the workers who, with every contribution, uphold the economy and, paradoxically, even those who now betray them.
Final reflection. History will judge Bukele as it does all tyrants who mistake public trust for a blank check. But beyond the judgment of history, there is the real and immediate pain of thousands of Salvadorans who will see their future turn into an empty promise, while the government secures its present with the labor of others.
Every politician who toys with the livelihood of their people eventually faces the truth. And that truth is relentless: no ill-gotten wealth can purchase the dignity lost.
Diario Co Latino: https://www.diariocolatino.com/robo-asqueroso-bukele-y-el-saqueo-al-fondo-de-jubilaciones-de-los-trabajadores/
ROBO ASQUEROSO: Bukele y el Saqueo al Fondo de Jubilaciones de los Trabajadores
En una maniobra tan descarada como predecible, el gobierno de Nayib Bukele ha decidido meter las manos en el «dinero sagrado de los trabajadores», esos ahorros construidos a lo largo de décadas de sudor y sacrificio. Con una deuda impagable a sus espaldas y una economía en crisis, Bukele ha encontrado en los fondos de jubilaciones una fuente rápida de financiamiento para sostener su fachada de prosperidad.
En solo 21 meses, su administración ha saqueado $1,922 millones del fondo de pensiones, una cifra que, puesta en perspectiva, multiplica por cincuenta el desfalco de COSAVI. Pero aquí no hay accidentes de helicóptero ni reservas de siete años. Aquí hay un robo descarado y legalizado, con la anuencia de un cuerpo legislativo a su servicio y la complicidad de los administradores de esos fondos, mudos y sumisos.
La burla es total: Bukele prometió solemnemente que jamás tocaría el dinero de los trabajadores. Lo llamó «sagrado», una palabra que implica respeto y santidad, algo que, evidentemente, no entiende. Hoy, en lugar de honrar su palabra, ha decidido legislar para proteger su hurto. Con la complicidad de sus diputados, ordenó que el gobierno no pague ni capital ni intereses durante cuatro años, lo que no es otra cosa que una declaración de impunidad.
La aritmética de la corrupción es clara: cuatro años más para que el saqueo se consuma, mientras los trabajadores, los verdaderos dueños de esos fondos, ven su futuro arrasado. Cuatro años en los que la administración puede seguir malversando esos recursos sin responsabilidad alguna.
Este asalto es más que un simple robo. Es una traición, una burla, un atropello a los derechos fundamentales de los trabajadores. Cada dólar sustraído del fondo de pensiones representa horas de trabajo, noches de desvelo, vidas entregadas a un sistema que, hoy, los ha abandonado.
Bukele no está robando solo dinero; está robando el derecho a un retiro digno, la seguridad de una vejez protegida, la esperanza misma de una vida sin miseria al final del camino. El despojo de estos fondos es un ataque directo a quienes sostienen al país: los trabajadores que, con cada aportación, sostienen la economía y, paradójicamente, también a aquellos que ahora los traicionan.
Reflexión final. La historia juzgará a Bukele como a todos los tiranos que confundieron la confianza del pueblo con un cheque en blanco. Pero, más allá del juicio de la historia, está el dolor real e inmediato de miles de salvadoreños que verán cómo su futuro se vuelve una promesa vacía, mientras el gobierno asegura su presente con el trabajo ajeno.
A cada político que juega con el sustento de su pueblo le llega el momento en que, inevitablemente, se enfrenta a la verdad. Y esa verdad es implacable: no hay riqueza mal habida que compre la dignidad perdida.
Diario Co Latino: https://www.diariocolatino.com/robo-asqueroso-bukele-y-el-saqueo-al-fondo-de-jubilaciones-de-los-trabajadores/