In the ongoing trend to undermine and spoil the rule of law and to diminish—if not eliminate—citizens’ rights, last week it was proposed to increase the maximum terms of pretrial detention in the country, currently set at two years. The proposal from the Ministry of Justice and Public Security is that pretrial detention for an offense be equivalent to half of the maximum prison sentence established for that offense. In other words, if the maximum penalty for homicide is 30 years, pretrial detention and the time to render a judgment would be 15 years. Thus, if the accused were innocent, they could remain imprisoned for 15 years for a crime that the judge might eventually determine they did not commit. Considering that sentences can exceed 40 years, the proposal could open the door to arbitrary accusations and judicial negligence.
The proposal is outrageous from all angles and perspectives. Previous governments had already rejected the presumption of innocence in practice; the current government wants to bring the situation to conditions similar to the Inquisition, five centuries ago. In fact, Article 12 of the Constitution is already being violated, which clearly states that “everyone charged with a criminal offense shall be presumed innocent until proven guilty according to the law and in a public trial, where all necessary guarantees for their defense are ensured.” Long years of incarceration awaiting trial are not a new issue in El Salvador, but the lack of defense guarantees and the serious irregularities in judicial processes in light of the state of exception clearly show an evident situation of defenselessness and violation of basic human rights. If this law promoting and legitimizing anticipated punishment is approved, international complaints will place the country in a difficult position.
The president of the Supreme Court of Justice warned the lawmakers of the risk that excessive time in pretrial detention might be considered as anticipating the penalty and suggested the possibility of changing the proposal so that it applies only to cases founded on legal norms. This shows that the magistrate is aware of international jurisprudence and wishes for the country not to fall into another violation of the rule of law. However, it also reveals the dependence of the judges and their fear of not adequately addressing the whims of those who currently direct criminal policy. An independent judge would have told the lawmakers that the proposal is unconstitutional. It is clear, then, that recovering judicial independence is urgently needed. Unfortunately, this is of no importance to those who have grown accustomed to thinking that obedience to the Executive is the only way to maintain positions and privileges.
UCA: https://noticias.uca.edu.sv/editoriales/castigo-anticipado
Castigo anticipado
En la tendencia a dañar y estropear el Estado de derecho y a reducir —cuando no eliminar— derechos ciudadanos, la semana pasada se propuso aumentar los términos máximos de la prisión preventiva en el país, fijados hasta ahora en dos años. La propuesta del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública es que la prisión preventiva por un delito equivalga a la mitad del máximo de años de cárcel establecido para esa falta. En otras palabras, si la pena máxima por un homicidio es de 30 años, la prisión preventiva y el plazo para dictar sentencia sería de 15 años. De este modo, si el encausado fuera inocente, podría permanecer 15 años encarcelado por un delito que al final el juez diría que no ha cometido. Considerando que las condenas pueden sobrepasar los 40 años, la propuesta daría pie a la arbitrariedad acusatoria y la pereza judicial.
La propuesta es disparatada desde todos los ángulos y puntos de vista. Ya los anteriores Gobiernos negaron en la práctica la presunción de inocencia; el actual quiere llevar la situación a condiciones semejantes a las de la Inquisición, hace cinco siglos. De hecho, ya se está violando el artículo 12 de la Constitución, que dice claramente que “toda persona a quien se le impute un delito se presumirá inocente mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley y en juicio público, en el que se aseguren todas las garantías necesarias para su defensa”. Los largos años de cárcel a la espera de juicio no son asunto nuevo en El Salvador, pero la falta de garantías para la defensa y las grave irregularidades en los procesos judiciales a raíz del régimen de excepción muestran a las claras una situación evidente de indefensión y de vulneración de derechos humanos básicos. Si se llega a admitir esa ley que promueve y legitima el castigo anticipado, las denuncias internacionales colocarán al país en una situación difícil.
El presidente de la Corte Suprema de Justicia advirtió a los diputados del riesgo de que el exceso de tiempo en prisión preventiva pueda considerarse una anticipación de la pena y sugirió la posibilidad de cambiar la propuesta de modo que solo aplique a casos fundados en la normativa legal. Con ello se evidencia que el magistrado conoce la jurisprudencia internacional y desea que el país no caiga en otra violación del Estado de derecho. Pero trasluce también la dependencia de los jueces y su miedo a no atender adecuadamente los caprichos de quienes hoy en día dirigen la política penal. Un juez independiente le habría dicho a los diputados que la propuesta es inconstitucional. Queda claro, pues, que urge recuperar la independencia judicial. Por desgracia, esto carece de importancia para quienes se han acostumbrado a pensar que la obediencia al Ejecutivo es la única manera de conservar puestos y privilegios.
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