On November 24, 2022, 22-year-old Guillermo was arrested as he was leaving the bakery where he worked to deliver freshly baked bread; he was detained by agents of the National Civil Police (PNC) who took him to the station.
Upon hearing the news, his sister Marina (a fictitious name to protect her identity) searched for him at various stations in the Sonsonate department, without receiving any information about his whereabouts. When she found him, she pleaded with the officers to release him, explaining that he was not a gang member but had a mental disability requiring medical treatment. In response, she faced harassment from the officers.
“When I asked why they arrested him, they immediately told me it was just to fill the quota and that if I wanted his freedom, I had to sleep with them. There were five policemen in that station. My brother heard this and told me not to do it. I didn’t, and I would never do it. Then the policemen told me that he would remain in custody,” Marina told LA PRENSA GRÁFICA.
“I faced harassment. I haven’t done anything wrong; we are the only two siblings, and now I’m in charge of selling the bread. The policemen kept insisting that I sleep with them in the following days, which worries me, even though they have calmed down now, one still feels fear,” she added.
The harassment continued, with up to three more occasions when they insisted on exchanging sexual favors for her brother’s release. Marina explained she hasn’t reported the officers “because I am afraid; I have a daughter, and I don’t know what could happen.” She is 27 years old.
After his arrest, Guillermo was taken to the Ilopango penitentiary, then to the Izalco prison, and is currently at the Zacatecoluca Penitentiary Farm, where he is in a delicate state of health.
His sister brings him packages and a list of needed medications. In addition to his mental condition, he suffers from kidney failure and has had a stroke, causing him to frequently lose consciousness.
“I ask for my brother’s release because he is not a criminal. I also report the harassment I have suffered and know other women have endured,” Marina mentioned.
More Cases of “Sextortion”
Similar to Marina’s case, human rights organizations have reported that this practice is very common, referring to it as “sextortion,” defined as the use of threats to obtain sexual favors in exchange for a favor or to prevent an action against the victim.
The Global Initiative Against Transnational Organized Crime (GI-TOC) also identifies this through blackmail and threats of publishing sexual images of the victim on social media, as well as threats to relatives of detainees within the framework of the state of exception in El Salvador.
In July of this year, GI-TOC presented a report titled “Community Resilience to Extortion,” which details the situation of “sextortion” in Salvadoran communities, especially involving five women from Puerto El Triunfo, Usulután who reported being sexually extorted by a captain of the Salvadoran Naval Force.
These women claimed that the military captain demanded sexual intercourse in exchange for the release of their detained relatives.
Celia Medrano, a human rights researcher in the country and author of the report, conducted interviews with these women and revealed that such cases are more common but are not reported due to victims’ fear, as some comply.
“We know of other cases in La Libertad, Sonsonate, San Miguel, and Usulután where people are afraid to report them publicly. It is noteworthy that in most cases, members of the Naval Force are involved,” Medrano explained.
“In other cases, harassment against schoolgirls is also a problem. For example, at a school in La Libertad, parents must take turns ensuring that an adult waits for the students at dismissal to accompany them home. This is because if policemen and soldiers, supposedly providing security around the school, see students walking alone, they start following and harassing them,” she added.
LA PRENSA GRÁFICA consulted the PNC and Fuerza Armada de El Salvador (FAES) through their communication units about the “sextortion” allegations involving security agents. However, by the time this report was filed, there was no response.
A Serious Problem
Ingrid Escobar, director of Socorro Jurídico Humanitario (Humanitarian Legal Assistance), stated that there is significant psychological impact on victims in these situations, as they first experience the shock of their relative’s arrest and then the proposal to provide sexual services in exchange for their release.
“We have identified several cases of women affected by what we know as sextortion. In exchange for favors leading to their relative’s release, women are asked to have sexual relations, which has been perpetrated by police and military officers. This is serious because it is not classified under the law, but it is a reality. Some have complied, others have reported,” Escobar explained.
Reports of sexual and gender-based violence against those detained within the framework of the state of exception have been documented in various reports by national and international human rights organizations, urging the State to take urgent measures.
These documents compile testimonies from women who were imprisoned and revealed such sexual assaults and violence by custodians, which, according to the organizations, “constitute a grave violation of human rights.”
Denuncian más casos de extorsión sexual por agentes de seguridad durante régimen de excepción
El 24 de noviembre de 2022 fue capturado Guillermo, de 22 años, cuando salía de la panadería donde laboraba y se dirigía a la venta del pan que acababa de ser horneado; en ese momento fue detenido por agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) quienes se lo llevaron a la delegación.
Ante la noticia, su hermana Marina (nombre ficticio para proteger su identidad), lo buscó en diferentes delegaciones del departamento de Sonsonate, sin que nadie le diera respuesta de su paradero. Al encontrarlo le dijo a los agentes que lo dejaran en libertad porque no era pandillero, sino que tenía discapacidad mental y debía mantenerse en tratamiento médico, pero en respuesta recibió acoso de parte de los agentes.
“Cuando les pregunté por qué lo capturaron de una vez me dijeron que por ser un número más de la cuota y que si yo quería la libertad de él tenía que acostarme con ellos. Eran cinco policías los que estaban en esa delegación. Mi hermano escuchó y me dijo que no lo hiciera. No lo hice, jamás lo haría. Entonces los policías me dijeron que iba a quedar capturado”, relató Marina a LA PRENSA GRÁFICA.
“Tuve acoso. No he hecho nada malo, somos los únicos dos hermanos y ahora yo me encargo de la venta de pan. Los policías siguieron insistiendo en que me acostara con ellos días después y eso me preocupa, si bien ahora se han calmado, uno siente temor”, agregó.
El acoso continuó y hasta en tres ocasiones más le insistieron en que tuviera relaciones sexuales con los policías a cambio de la libertad de su hermano. Marina cuenta que no ha denunciado a los policías “porque tengo temor, tengo a mi hija y no sé qué puede pasar”. Ella tiene 27 años de edad.
Tras su captura, a Guillermo se lo llevaron al centro penitenciario de Ilopango, luego al penal de Izalco y actualmente está en la Granja Penitenciaria de Zacatecoluca, donde se encuentra en delicado estado de salud.
Su hermana le lleva paquetes y una lista de medicinas que necesita. Aparte de su situación mental, también padece de insuficiencia renal y tuvo un accidente cardiovascular (ACV), con lo que habitualmente pierde el conocimiento.
“Yo pido que den libertad a mi hermano porque no es delincuente. También denuncio el acoso que he sufrido y sé que otras mujeres lo han pasado”, mencionó Marina.
Más casos de “sextorsión”
Como el caso de Marina, organizaciones de derechos humanos han denunciado que esta práctica es muy recurrente y la catalogan como “sextorsión” que lo definen como el método a través del cual una persona amenaza a otra para tener relaciones sexuales a cambio de un tipo de favor o evitar que se realice otra acción en contra de la víctima.
La Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC, por sus siglas en inglés) también lo determina a partir de chantajes y amenazas de publicación en redes sociales de imágenes de corte sexual de la víctima, así como en relación a las amenazas a los familiares de privados de libertad en el marco del régimen de excepción en El Salvador.
En julio de este año, la GI-TOC presentó un informe llamado “Resiliencia comunitaria ante la extorsión”, en el cual exponen la situación de la “sextorsión” en las comunidades salvadoreñas, especialmente en el caso de cinco mujeres originarias de Puerto El Triunfo, Usulután que denunciaron ser extorsionadas sexualmente por un capitán de la Fuerza Naval de El Salvador.
Esta mujeres dijeron que el militar les pidió tener relaciones sexuales a cambio de dar libertad a sus familiares detenidos.
Celia Medrano, investigadora sobre derechos humanos en el país y que fue autora de dicho informe, realizó entrevistas a estas mujeres y expuso que estos casos son más frecuentes, pero no se dan a conocer por el temor de las víctimas, pues algunas accedieron.
“Conocemos de otros casos en La Libertad, Sonsonate, San Miguel y Usulután en donde las personas tienen miedo de denunciar públicamente. Es llamativo que en la mayoría de casos son efectivos de la Fuerza Naval los involucrados”, expuso Medrano.
“En otros casos el acoso contra niñas y adolescentes escolares también es un problema. En una escuela en La Libertad, por ejemplo, padres de familia deben turnarse para que siempre un adulto espere a la hora de salida de la escuela a niñas y adolescentes para acompañarlas en el trayecto hacia sus hogares. Esto debido a que si los policías y soldados, que supuestamente brindan seguridad en los alrededores de la escuela, ven a las estudiantes caminando solas empiezan a seguirlas y acosarlas”, agregó
LA PRENSA GRÁFICA consultó, a través de sus unidades de comunicaciones, a la PNC y Fuerza Armada de El Salvador (FAES) acerca de las denuncias realizadas de “sextorsión” que involucran a esos agentes de seguridad. Sin embargo, al cierre de esta nota, no hubo respuesta.
Un grave problema
Ingrid Escobar, directora del Socorro Jurídico Humanitario, dijo que hay una gran afectación psicológica para las víctimas cuando están en esta situación, debido a que pasan primero por el impacto de la captura de su familiar y luego la propuesta de dar servicio sexual a cambio de la liberación.
“Hemos identificado varios casos de mujeres que han sido afectadas por lo que conocemos como sextorsión. A cambio de beneficios de la libertad de su familiar, a la mujer le piden tener relaciones sexuales, lo cual ha sido cometido por policías y militares. Esto es grave porque no está tipificado en la ley, pero es un hecho que se está dando. Algunas han accedido, otras han denunciado”, expuso.
Reportes de violencia sexual y de género en las privadas de libertad en el marco del régimen de excepción han sido documentados en diferentes informes de organizaciones de derechos humanos, tanto nacionales como internacionales, y por ello piden al Estado tomar medidas urgentes.
Dichos documentos recopilan testimonios que mujeres que estuvieron en prisión y expusieron esas agresiones sexuales y violencia de parte de custodios, lo que según las organizaciones, “es una grave violación a los derechos humanos”.