A Dead Man Spoke in El Salvador — Un muerto habló en El Salvador

Sep 22, 2024

Recordings of conversations between a former advisor to Bukele, who died under suspicious circumstances, and the secretary of the Salvadoran president reveal a dark plot of espionage and corruption. — Las grabaciones de conversaciones entre un exasesor de Bukele, fallecido en dudosas circunstancias, y el secretario del presidente salvadoreño revelan una oscura trama de espionaje y corrupción.

The last we heard about Alejandro Muyshondt was in February of this year when two photos of his body began circulating, showing crude zigzag stitches clumsily piecing together the folds of his scalp, with others running along his neck and chest.

We doubted. We wondered if this evidence of fatal damage, this clumsy forensic intervention, this Frankenstein failure was indeed the body of Muyshondt, a sturdy man in his early 40s whom five years ago his friend, President Nayib Bukele, officially appointed as national security advisor.

His family confirmed the images. The Institute of Forensic Medicine handed over the poorly sewn body with a paper stating the cause of death: “pulmonary edema,” the same condition that, according to Salvadoran authorities, also ended the lives of dozens of inmates captured during the state of exception, whose bodies showed evidence of torture. In Bukele’s prisons, there is an epidemic of pulmonary edemas.

Muyshondt fell from grace a couple of years ago. No one would take his calls or respond to his warnings about corruption involving some officials. He was arrested in August 2023, accused of leaking classified information to journalists. Bukele himself announced his capture. He was isolated and tortured, without family or lawyers being able to see him. Until we all saw him dead.

It wasn’t that his capture was surprising. The man had tempted fate by publicly denouncing the corruption of some government officials. The state apparatus, completely controlled by Bukele and his group, does not forgive disloyalty.

Muyshondt died in February, but last weekend he spoke with the persuasiveness of someone very much alive, confirming to us that, for reasons that will soon become clear, Nayib Bukele’s regime fears journalists more than drug traffickers.

It was a journalist, Héctor Silva, who gave voice back to the dead. He published audios of conversations between Muyshondt and Bukele’s private secretary, Ernesto Castro (now president of the Legislative Assembly), at the Presidential House, which Muyshondt secretly recorded himself.

In meetings, held between August and September 2020, Castro asked him to set up secret “political intelligence,” serving the president, to spy on journalists and opposing politicians. The advisor, who at the time was managing a government team of 15 disseminators of fake news on social media, presented a plan involving phone and email interception and physical surveillance.

Muyshondt used the meetings to warn that some people in the United States were inquiring about the relations between President Bukele and lawmaker Guillermo Gallegos, who was under investigation in New York for drug trafficking. “The CIA is questioning why N (Bukele) is friends with Gallegos; if he made him a partner or is covering for him,” Castro admits to having received reports of large sums of money moving through Gallegos’s accounts but warns him that he is someone very close to Bukele. “He is close friend to Nayib just like Herbert Saca is a friend of Nayib,” says the private secretary.

Herbert Saca, another friend of the president, was an advisor during the presidency of Antonio Saca (now imprisoned for corruption) and a man profiled by police intelligence as a suspect of drug trafficking. The same police report identifies Gallegos as a drug trafficker and the Director of Prisons, Osiris Luna, as Gallegos’s operator in drug distribution.

Muyshondt reveals that Osiris Luna has set up a corruption network in the prisons, from which he and his mother are siphoning off funds meant for the social reintegration program. Three years later, he would be tortured in one of those prisons. The president’s private secretary reacts: “Those bad guys are our bad guys. The ones trying to screw us are the outsiders.” And he orders surveillance on outsiders: journalists and opposing politicians.

Muyshondt safeguarded these recordings, which survived multiple raids on his house and those of his relatives, outlasting him and eventually falling into Héctor Silva’s hands, finally becoming accessible to all. His voice was heard last weekend, shaking Bukele’s house. The dead sometimes speak louder than the living, because they no longer fear.

Castro briefly spoke to journalists in a hallway of Congress, claiming the audios are artificial intelligence fabrications, undeserving of more credibility than images of Pope Francis dressed as a gladiator. There was no need to know the custody chain of the audios to realize that the nervous man making statements had stumbled again over his own tongue. Not even his armies of bots have spread the story of artificial intelligence. It’s him who speaks in those recordings, and it’s he who deserves credit for the fabulous ending of the second conversation: asking the advisor to get him a device to prevent anyone from secretly recording conversations in his office.

El País: https://elpais.com/america/2024-09-21/un-muerto-hablo-en-el-salvador.html

Un muerto habló en El Salvador

La última vez que supimos algo de Alejandro Muyshondt fue en febrero de este año, cuando circularon dos fotos de su cadáver con costuras crudas de aguja serpentina uniendo torpemente dobleces de su cuero cabelludo; y otras más recorriendo su cuello y su tórax.

Dudamos. Nos preguntamos si aquella evidencia de daños fatales, aquella torpe intervención forense, aquel fracaso de Frankenstein era en realidad el cuerpo de Muyshondt, un hombre fornido de poco más de 40 años al que cinco años atrás su amigo, el presidente Nayib Bukele, nombró oficialmente asesor nacional de seguridad.

Su familia confirmó las imágenes. El Instituto de Medicina Legal entregó el cuerpo mal cosido con un papel que consignaba la causa de muerte: “edema pulmonar”, la misma enfermedad que según las autoridades salvadoreñas terminó también con la vida de decenas de reos capturados durante el régimen de excepción, cuyos cuerpos muestran evidencias de tortura. En las cárceles de Bukele hay una epidemia de edemas pulmonares.

Muyshondt cayó en desgracia hace un par de años. Ya nadie le tomaba llamadas ni daba respuesta a sus advertencias de corrupción de algunos funcionarios. Fue detenido en agosto de 2023, acusado de filtrar a periodistas información clasificada. El mismo Bukele anunció su captura. Fue aislado y torturado, sin que familia ni abogados pudieran verlo. Hasta que todos lo vimos muerto.

No es que su captura fuera sorpresiva. Aquel hombre había tentado a su suerte al denunciar públicamente la corrupción de algunos funcionarios del Gobierno. El aparato de Estado, totalmente controlado por Bukele y su grupo, no perdona la deslealtad.

Muyshondt murió en febrero, pero habló el fin de semana pasado con la contundencia de un vivo vivísimo y nos confirmó que, por razones que pronto serán claras, el régimen de Nayib Bukele teme más a periodistas que a narcotraficantes.

Fue un periodista, Héctor Silva, quien le devolvió la voz al muerto. Publicó audios de conversaciones entre Muyshondt y el secretario privado de Bukele, Ernesto Castro (hoy presidente de la Asamblea Legislativa), en Casa Presidencial, que Muyshondt mismo grabó en secreto.

En las reuniones, sostenidas entre agosto y septiembre de 2020, Castro le pide montar una “inteligencia política” secreta, al servicio del presidente, para espiar a periodistas y a políticos opositores. El asesor, que para entonces manejaba un equipo gubernamental de 15 diseminadores de noticias falsas en redes, le presenta un plan que incluye intervenir teléfonos y correos y hacer seguimientos físicos.

Muyshondt aprovecha las reuniones para advertir que alguna gente en Estados Unidos pregunta por las relaciones entre el presidente Bukele y el diputado Guillermo Gallegos, investigado en Nueva York por narcotráfico. “La CIA está cuestionando el por qué de la amistad de N (Bukele) con Gallegos, si lo ha hecho socio o lo está encubriendo”. Castro admite haber recibido informes de movimientos de grandes cantidades de dinero en cuentas del diputado, pero, le previene, es alguien muy amigo de Bukele. “Es bien chero (amigo) de Nayib como Herbert Saca es amigo de Nayib”, dice el secretario privado.

Herbert Saca, el otro amigo del presidente, fue asesor de la presidencia de Antonio Saca (hoy preso por corrupción) y un hombre perfilado por la inteligencia policial como sospechoso de narcotráfico. Ese mismo reporte policial identifica a Gallegos como narcotraficante y al director de Centros Penales, Osiris Luna, como operador de Gallegos en la distribución de drogas.

De Osiris Luna, Muyshondt revela que ha montado una red de corrupción en las cárceles, en las que él y su mamá se quedan con los fondos del programa de reinserción social. Tres años después será torturado en una de esas cárceles. El secretario privado de la presidencia reacciona: “Esos malos son nuestros malos. Los que nos quieren hacer mierda son los de afuera”. Y ordena espiar a los de afuera: periodistas y políticos opositores.

Muyshondt resguardó estas grabaciones que sobrevivieron a múltiples allanamientos a su casa y las de sus familiares, que le sobrevivieron a él y terminaron en las manos de Héctor Silva y finalmente a disposición de todos. Su voz sonó el fin de semana pasado y sacudió la casa de Bukele. Los muertos, a veces, hablan más que los vivos, porque ya no tienen miedo.

Castro compareció brevemente ante periodistas en un pasillo del Congreso y dijo que los audios son una fabricación de inteligencia artificial y no merecen más credibilidad que las imágenes del Papa Francisco en traje de gladiador. No fue necesario conocer la cadena de custodia de los audios para saber que aquel hombre nervioso que daba declaraciones se había tropezado nuevamente con su propia boca. Ni sus ejércitos de bots han reproducido el cuento de la inteligencia artificial. Es él quien habla en esas grabaciones y quien se merece el crédito por el fabuloso final de la segunda conversación: le pide al asesor que le consiga un aparato para impedir que alguien grabe en secreto conversaciones en su despacho.

El País: https://elpais.com/america/2024-09-21/un-muerto-hablo-en-el-salvador.html